La leyenda de los Ignis | #2 |

Capitulo 4. Dana

—Nicole, ¿eres tú?

La voz de Dana los sobresaltó. Nicky se alejó un poco de Nate, había faltado poco para volver a caer...

—Sí, perdón me estaba despidiendo —dijo abriendo la puerta del patio de la casa, pero él la sujetó de la muñeca.

No habían terminado la conversación y no pensaba dejarla ir. Dana salió a recibirla, pero al ver a Nathaniel cambió su cara por completo. ¿Qué hacía el hijo de Angélica Vargas en la puerta de su casa? Esa familia no era bien recibida en su hogar.

—Discúlpenos, pero no hemos terminado de hablar —dijo él de forma educada.

—Yo creo que sí. Puedes irte —sentenció Dana.

Nicole la miró sorprendida. En este mes que había pasado con ellos jamás la había visto así. De hecho Dana era puro amor. Siempre estaba sonriendo y siendo muy amable con todo el mundo, ¿por qué era así con Nate?

—Dana, no te preocupes, estoy bien. Entraré en unos minutos —le dijo con una amable sonrisa.

—Ten cuidado Nicky, esta gente nunca trae nada bueno —le advirtió.

—¿Perdona? —preguntó Nate incrédulo.

¿Pero qué le pasaba a esa señora? No lo conocía de nada. Tan solo habían coincidido unos instantes cuando tuvieron que abandonar el internado. No podía tomarse esas confianzas. La miró despectivamente.

—Me lo dice la desertora —dijo él con una malévola sonrisa.

No sabía mucho sobre ella, pero su madre sí que le había contado que Dana había sido una de sus compañeras en el internado y que antes de graduarse abandonó su deber de Domadora y huyó mezclándose entre los humanos.

—¡Nate! —chilló Nicky.

¿Cómo se atrevía a ser tan maleducado? Dana había sido como una madre para ella durante todo este tiempo y no pensaba permitir que le faltasen al respeto y menos en su propia casa.

Dana se rió.

—No te preocupes cielo —le dijo amablemente a Nicole—. Es como su madre, no puede evitarlo.

Sus palabras destilaban el odio más profundo posible.

Nate negó con la cabeza y puso una sonrisa de suficiencia.

—Puede que ella tenga muchos fallos, pero al menos no abandonó a los suyos —respondió.

—¡Nate, ya basta! En serio —le pidió—. No me importa que pasó entre nuestros padre. Fue hace mucho tiempo y ellos no nos marcan quienes somos ¿vale? —dijo agarrándole de la mano para tranquilizarlo.

El joven habría querido decirle mil cosas más a la señora, pero no quería molestar a Nicky, así que tan solo apretó su mano contra la de ella y se quedó en silencio.

—Creo que mejor vuelvo a casa y os dejo hablar —dijo Dana sin estar muy convencida y se volvió dentro de la casa.

Nicky le recordaba demasiado a Diana y por esa razón se sentía en la obligación de protegerla. Diana había sido su mejor amiga en el internado, y la única que la había comprendido y apoyado cuando decidió huir. Cuando se enteró de su muerte sintió como el mundo se le venía encima, quizás si ella hubiese estado allí su amiga seguiría con vida...

María y Bruno caminaron hasta la casa de ella alegremente, pero al llegar a la puerta la cara de este cambio. Tosió de forma seca para interrumpir a Nate y Nicole que estaban cogidos de la mano. ¿Qué estaba pasando?

—Eh, tío, ya veo que todo arreglado —dijo Nathaniel como si nada.

Nicole desvió la mirada, para una vez que no estaban juntos y justo su hermano los iba a pillar.

Bruno los miró serio, soltó a María y avanzó hacia ellos.

—¿Qué está pasando? —preguntó remarcando cada una de las palabras.

Esperaba no tener que oír lo que estaba pensando, porque de ser así jamás se lo perdonaría a Nate. Nicky era su hermanita y él sabía que estaba prohibida.

—¿A qué te refieres? —preguntó Nate haciéndose el loco.

Bruno señaló con la cabeza las manos de ambos que aún estaban entrelazadas y Nate comenzó a reírse.

—Venga tío, no seas idiota —le dijo—. Hace mucho que no la veo —dijo cogiendo a Nicole y levantándola del suelo—. He echado de menos a esta pequeñaja.

Nicky golpeó su hombro fingiendo que nada pasaba.

—¿En serio hermanito? ¿Ahora vas a ser así hasta con Nate? ¿Es que acaso vas a hacerme una lista de los hombres con los que puedo tener algún tipo de contacto y los que no? —preguntó burlona.

María miraba la escena incomodísima. Ella sabía la verdad y era pésima mintiendo, así que tenía más que claro que si Bruno la miraba toda la verdad saldría a la luz.

Bruno miró a los dos jóvenes Domadores y sacudió la cabeza. ¿Cómo se le había pasado eso por la mente? ¿Su mejor amigo y su hermana? ¡Que disparate!

María suspiró aliviada.



#20311 en Fantasía
#11845 en Joven Adulto

En el texto hay: internado, drama y romance, dragones

Editado: 23.09.2018

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.