La leyenda de los Ignis | #2 |

Capítulo 12. Bésame

—Y bien, ¿qué es eso de los juicios? —preguntó María con la boca medio llena.

Bruno tragó, bebió un sorbo de su agua y la miró divertido. A veces era como una niña.

—La ley aquí es dura. Dura de verdad, no como la que tenéis ahí que parece un juego de niños —dijo serio.

Nunca había entendido eso de que en cada país las leyes fuesen distintas y que la gente que cometía delitos pudiese salir impune o pasar tan solo unos pocos años en prisión y después volviesen a delinquir. En Bardor la cosa no era así.

María se quedó en silencio, ella creía que la ley de su país era más o menos justa, pero al ver el semblante del chico tuvo claro que no quería seguir con ese tema. Ya se enteraría de todo llegado el momento.

—Sabes, Nicky me ha enseñado mucho. Ya soy capaz de controlar mis poderes —dijo orgullosa.

Bruno la miró sin saber muy bien si creerla o no. Eso de que en un mes su hermana hubiese sido capaz de enseñarle, como que no terminaba de tenerlo muy claro. La había visto en acción y sin duda le hacía falta mucho trabajo.

—Muéstrame de lo que eres capaz —le dijo sonriente.

—¿Aquí? —preguntó ella abriendo los ojos— ¿Ahora?

Lo que ella quería en ese momento era estar tranquilos los dos, no sentir presión para demostrar que sí que controlaba sus poderes.

—Venga, algo sencillo —dijo él.

María comenzó a morderse el labio inferior. ¿Por qué estaba tan nerviosa? Había estado practicando día y noche con Nicky. Había aprendido mucho y quería demostrárselo, pero Bruno la intimidaba bastante. ¿Y si justo en ese momento no le salía? Él se lo recordaría para siempre y seguramente se lo contaría a Nathaniel, quien se reiría de ella y probaría su teoría de que solo era un estorbo para ellos...

—María —insistió Bruno al ver que la joven se quedaba en silencio.

Ella puso su mano boca arriba encima de la mesa. Ya no había marcha atrás. Respiró hondo varias veces. Tenía que tranquilizarse o incendiaría la casa...

Cerró los ojos y comenzó a sentir como el fuego fluía dentro de ella. Se concentró para dirigirlo hacia la palma de su mano y poco a poco empezó a sentir un calorcito agradable. Nicole le había enseñado a canalizar la cantidad de fuego para que no le abrasase el cuerpo.

Bruno miró como unas pequeñas llamas salían de los dedos de la joven. ¡Vaya! Debía reconocer que sí que había aprendido.

María abrió los ojos y contemplo orgullosa la cara de asombro del chico. Sin embargo, al dejar de lado su concentración las llamas se descontrolaron y comenzaron a quemar el mantel. Bruno estuvo rápido y con apenas un chasquido las apagó.

—Lo siento —dijo algo avergonzada.

Él se levantó de su sitio, se sentó junto a ella, alzó levemente la barbilla de la joven con sus dedos y la besó de forma tierna.

—Nunca te disculpes por estas cosas —le dijo en un susurro—. Y que sepas que estoy muy orgulloso de ti. Has aprendido mucho en este tiempo.

María apenas escuchó lo que el joven le decía. Ella estaba embriagada por el beso y solamente pensaba en que quería otro más. Se inclinó hacia él algo avergonzada y volvió a besarlo de forma tímida. Él la cogió con fuerza y correspondió a su beso.

Al separarse Bruno tenía una divertida sonrisa.

—Si querías uno solo tenías que haberlo cogido —dijo con una pequeña carcajada.

Ella desvió la mirada hacia el suelo mientras sus mejillas comenzaban a ruborizarse.

—Eh, nunca dejes que nadie te haga mirar hacia otro lado. Mira siempre a los ojos de la gente. Que sean ellos los que tengan que apartar la mirada —dijo él volviendo cogiendo con sus dedos de forma suave la barbilla de la joven.

Ella sonrió dulcemente. ¿Cómo podía ser tan perfecto? Aunque bueno, con Bruno nunca se sabía... Había que pillarle en buen momento...

Se quedó pensativa, había dicho que podía besarlo tantas veces como quisiese, ¿no? Pues ella quería pegarse así toda su vida, así que fue acercándose a él poco a poco de forma sensual, pero entonces él comenzó a mirar su reloj.

—¿Se puede saber por qué Nicky no está aquí aún? —dijo molesto— Ya llevan varias horas. Ha tenido tiempo de sobra de hablar con Clo —añadió mientras se levantaba algo fastidiado de la silla.

María frunció el ceño. Por primera vez no era ella quien estropeaba el momento, y encima que manera de estropearlo. ¿En serio estaba pensando en su hermana en ese momento? Entendía que fuese importante para él, pero eso ya era demasiado.

—Voy a buscarla —exclamó mientras iba a por su abrigo.

—¡No! —chilló María.

Él se giró confuso, ¿por qué no?

María se quedó completamente muda. Había sido un acto reflejo. No quería haber sonado tan desesperada, pero se imaginaba qué podrían estar haciendo esos dos, y si Bruno llegaba y se enteraba se iba a montar un buen follón. Y si encima averiguaba que ella lo sabía y se lo había escondido, lo que sea que tuviesen se habría acabado casi antes de comenzarlo...



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En el texto hay: internado, drama y romance, dragones

Editado: 23.09.2018

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