La leyenda de los Ignis | #2 |

Capítulo 16. Desayuno en familia

María abrió los ojos lentamente. Se sentía tan relajada... Bostezó y dejó que la luz que comenzaba a inundar toda la habitación terminase de despertarla. Con el brazo derecho golpeó la cama en busca de Bruno, pero no lo encontró. Se giró algo alarmada, ¿es que acaso lo había soñado todo? No, no podía ser. Le había parecido tan real... Pero efectivamente no había rastro de él.

Se levantó de la cama algo disgustada y comenzó a mirar la habitación. Sin duda se trataba de la de Bruno, pero ¿dónde estaba él?

Contempló como todo estaba perfectamente ordenado. Los colores iban a juego con el resto de la casa: azules y grises. Todo bastante frío, ¿por qué parecía tan impersonal?

Abrió curiosa el gran armario gris situado junto a la cama. La ropa estaba perfectamente colocada por colores, ¿que chico de 18 años hacía eso? Ella desde luego no lo tenía así ni por asomo...

Cogió una camisa blanca y se la puso. Su ropa estaba en la habitación de Nicky y no quería despertarla.

Siguió curioseando los cajones del cuarto. Sabía que no debía hacerlo, que estaba mal, pero tenía tantas ganas de conocerlo un poquito más... Quizás con algo de suerte se topaba con algún álbum de fotografías o así. No se creía que no tuviesen ni uno de toda la casa.

Un golpe seco llamó su atención. Cogió lo primero que encontró y fue corriendo a la cocina a ver qué estaba pasando.

Al llegar se encontró a Bruno y Nicky que desayunaban alegremente. Al verla ambos comenzaron a reírse.

—¿Y eso es para? —preguntó Nicole entre risas.

María miró su mano. Con las prisas ni siquiera se había fijado de qué había cogido. Nada más verlo comenzó a ponerse roja. El objeto que había agarrado era uno de los cinturones de Bruno. Eso le pasaba por andar curioseando... Así aprendería.

—¿Es una indirecta? —preguntó Bruno de forma seductora.

—Agg, calla. En serio, eres mi hermano y estoy desayunando —se quejó Nicole.

Odiaba que su hermano no tuviese secretos con ella. En serio, había cosas que a una hermana no hacía falta contarle, pero eso Bruno no lo entendía. Él todo se lo contaba a ella por muy íntimo que fuese...

María se quedó en silencio mientras sus mejillas cogían más y más color.

—Yo, es que, he oído un ruido y...

—Es papá, ha venido pronto y está entrenando —respondió Nicole mientras cogía un trocito de su tortita de plátano—. Siéntate y desayuna.

María se miró algo avergonzada. Tan solo llevaba una camisa de Bruno, ¿cómo iba a ver a Javier Jaquinot con esas pintas? 

—Voy a cambiarme y ahora vengo —dijo tímidamente mientras dejaba el cinturón en una de las encimeras y corría al cuarto de Nicky para ponerse algo más adecuado.

—Creo que papá le da algo de miedo —dijo Nicole.

—¿Y a quién no? —respondió su hermano simplemente.

Ella se encogió de hombros, también era cierto.

—Por cierto, creo que deberías ir a hablar con él —le recomendó Nicole.

Bruno negó con la cabeza. Él no tenía nada que hablar con su padre. Las cosas estaban muy claras desde que era un niño. Javier no había sido un buen padre, y ya no lo podía remediar. Le daba igual que su hermana lo hubiese perdonado, él no pensaba hacerlo.

—Tú mismo.

No quería insistir más en el tema. Sabía que la relación entre su padre y su hermano era demasiado tensa. Le encantaría que fuese tan buena como la que María tenía con sus padres, cómo la envidiaba, pero entendía que la culpa del distanciamiento era de su padre, y por tanto no podía reprocharle nada a Bruno.

—Por cierto, ¿quién va a recoger todo eso? —preguntó Nicky señalando todos los utensilios de cocina que se apilaban en la fregadera.

—Yo he cocinado —respondió Bruno dejando claro que le tocaba a ella.

Nicole esbozó una malévola sonrisa.

—¿Qué estas pensado? —preguntó él medio divertido, medio curioso.

—Que yo no lo voy a hacer —respondió maliciosamente.

Cuando su hermana sonreía así no podía significar nada bueno. Lo mejor era echarse a temblar y rezar por que no te tocase a ti.

María volvió sonriente de la habitación con unos vaqueros y una blusa. Se quedó un instante observando a los dos hermanos, ¿por qué se miraban así?

—María, cariño —comenzó a decir Nicky.

—No —la interrumpió Bruno entre risas.

—¿Vas a hacerlo tú? —preguntó ella a su hermano quien negó con la cabeza—. Pues eso.

Bruno comenzó a reírse, adoraba a su hermana.

—¿Si? —preguntó María algo temerosa.

—Dile a mi hermano que limpie la cocina —sentenció.



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En el texto hay: internado, drama y romance, dragones

Editado: 23.09.2018

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