La leyenda de los Ignis | #2 |

Capítulo 22. Haciendo amigos

María y Javier se miraban incómodos sentados en el sofá.

—Bueno, así que la hija de Dana —dijo el señor Jaquinot rompiendo el silencio.

María lo miró, se notaba que se estaba esforzando.  Una falsa y forzada sonrisa en su rostro lo delataba.

—Sí, ¿de qué os conocéis? —preguntó amablemente.

Sabía que era de cuándo estudiaban juntos, pero quería saber más. Su madre nunca tocaba ese tema.

—Estudiamos juntos, éramos buenos amigos —respondió él restándole importancia.

—No lo parecía —se le escapó a ella.

—¿Perdón? —preguntó él serio.

María comenzó a ponerse roja. No había querido enfadarlo u ofenderlo, pero era la verdad, en el Morsteen no había dado la impresión de que fuesen buenos amigos. 

—Oh, no quería molestarle, lo siento, es solo que el último día de clases no parecía que os llevaseis muy bien —dijo bajando el tono conforme iba avanzando en la frase.

Javier Jaquinot la miró y María hubiese pagado por saber qué se le pasaba en la mente en ese momento.

—No he dicho que seamos buenos amigos, he dicho que lo éramos —sentenció.

—Pero, ¿qué pasó? —insistió ella.

¿Cómo se atrevía? ¡Que niña tan maleducada y entrometida! Si su madre no se lo había contado, ¿por qué creía que él lo haría?

—Simplemente pasó algo entre nosotros —resumió él.

La cara de ella era todo un espectáculo. ¿Qué pasó algo entre ellos?, ¿qué significaba algo? ¿El padre de Bruno y su madre? No, no, no... Eso no podía ser.

Javier se levantó furioso del sofá al ver la cara de la chica.

—¿Cómo te atreves a pensar eso? ¡Yo siempre he respetado a mi mujer! —exclamó con un enfado desmesurado.

María fue a decir algo, pero el señor Jaquinot ya se había ido a su cuarto.

Si que había comenzado bien con su suegro... Desde luego había entrado por la puerta grande en esa familia...

Se levantó y se dirigió al cuarto del padre de los chicos, quería disculparse por su comportamiento, aunque en verdad ella no había dicho nada, tan solo lo había pensado, y había sido culpa suya, ¿por qué no le contaba la verdad de lo sucedido? De esa manera no tendría que andar imaginándoselo.

Tocó la puerta suave. No hubo respuesta. Volvió a golpear con más fuerza esta vez. Nada.

—¿Señor Jaquinot?

Silencio. María comenzaba a inquietarse, ¿y si le había pasado algo? Abrió la puerta despacio para que él tuviese tiempo a reaccionar, pero en el interior de la habitación no había nadie. ¿Cómo podía ser? Ella lo había visto entrar... Empezaba a darle bastante miedo así que salió de ahí a toda prisa.

—¿María?

La voz de Bruno sonaba profundamente aliviada. Él la abrazó con todas sus fuerzas ante la confusión de esta que seguía pensando en dónde se habría metido el señor Jaquinot.

—Lo siento, de verdad —se disculpó el chico—. No debí haberme ido así —añadió sin dejar de abrazarla—. Pero, ¿cómo has entrado?

—Tu padre me ha abierto —respondió ella mientras seguía asimilando todo.

—Oh, no sabía que estuviese aquí.

—No lo está.

El chico la miró sin entender nada.

—O sea estaba, pero ya no —trató de explicar ella.

A decir verdad a Bruno poco le importaba su padre. Besó apasionadamente a la chica.

—Me alegro de que hayas venido a casa —dijo él con una sonrisa.

Ella se quedó mirándolo, ¿cómo conseguía que todo se le olvidase? ¡Esta vez no! No podía tratarla así y luego besarla. Necesitaba saber qué pensaba el chico, que sentía por ella.

—Bruno...

Él puso su dedo índice en los labios de la joven para silenciarla.

—Ven —dijo mientras tiraba de la chica hacía su habitación.

María lo miró nerviosa, se moría por volver a estar con él, pero ¿y si aparecía el padre del joven? Bruno tiraba de ella con fuerza, así que María supuso que poco le importaba que los pillase.

El chico abrió la ventana de su cuarto, ¿para qué hacía eso? Ella tan solo quería que la besase una y otra vez...

De pronto un gigantesco arbusto con rosas rojas comenzó a asomarse por su ventana. Bruno cogió una y se la ofreció a la chica a modo de disculpa. Ella lo miró un poco decepcionada, así que por eso la había llevado a su habitación.

—¿Qué ocurre? —preguntó él confuso.

Normalmente no era de ese tipo de cosas, pero pensó que a María le gustaría...

Ella desvió su mirada hacia la cama.



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En el texto hay: internado, drama y romance, dragones

Editado: 23.09.2018

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