La leyenda de los Ignis | #2 |

Capítulo 24. Un fuerte vínculo

María se revolvía bajo el fuerte cuerpo de Bruno. Él mordisqueaba de forma juguetona y cariñosa su cuello. Ella trató de girar para colocarse encima, pero él sujetó sus muñecas con fuerza por encima de sus cabezas.

—Eres mía —le susurró divertido en su oído con un tono seductor.

María se mordió el labio inferior. Deseaba con todas sus fuerzas lo que venía a continuación, sin embargo un portazo en la habitación de al lado los interrumpió.

Bruno saltó de la cama, se colocó el pantalón y salió como un rayo de la habitación.

María suspiró, sin duda Nicky no podía haber sido más inoportuna, y Bruno... En fin, Bruno podía haber continuado y no dejarla ahí sola con todas las ganas. Comenzaba a molestarle que siempre lo dejase todo por su hermana...

—¡Nicky, ábreme la puerta ya! —chilló Bruno desde el pasillo.

La joven no reaccionó.

—¡Nicky, te lo digo en serio! —le advirtió—. Te juro que la echo abajo.

Las palabras de Bruno podían parecer simples amenazas vacías, pero cualquiera que lo conociese un poco sabría que sí que lo haría.

María tenía claro que debía intervenir o la cosa se pondría fea, así que saltó de la cama, se puso la camisa de Bruno por encima y caminó resignada hasta la puerta de Nicky.

—Bruno, déjame a mí —le pidió de forma tierna y lo besó delicadamente en los labios para tratar de tranquilizarlo.

Él echó el aire contenido.

—Tienes una oportunidad, sino la tiro abajo —dijo tratando de calmarse.

María golpeó la puerta de forma suave con los nudillos.

—Nicky, soy María, ¿puedo pasar? —preguntó dulcemente.

No hubo respuesta.

—Muy bien, ya lo has intentado, ahora lo haremos a mi manera —dijo Bruno furioso.

Podía parecer un exagerado, pero para él Nicky lo era todo. La había cuidado dese niña, era su responsabilidad y no soportaba verla mal. Nunca habían tenido una relación de hermanos demasiado normal, digamos que estaban demasiado unidos, eran demasiado dependientes.

María sujetó al chico del brazo.

—Un momento, déjame intentarlo —le pidió.

Sabía que la mejor opción era hacerlo por las buenas.

—Nicky, por favor, abre la puerta, estamos muy preocupados —insistió la joven, y pocos segundos después las palabras comenzaron a surgir efecto porque la puerta comenzó a moverse.

Bruno entró a toda prisa llevándose a María por delante sin siquiera verla. Quería chillarle a su hermana por cerrar la puerta y encerrarse, por irse con el profesor sin consultar nada, por ignorarlo...Pero cuando la vio tirada en la cama hecha un ovillo, con los ojos rojos e inflados de tanto llorar y el maquillaje corrido manchando todo su rostro, no pudo enfadarse con ella. Una angustia terrible lo invadió. Se sentó en la cama junto a ella, colocó la cabeza de esta encima de sus piernas y comenzó a acariciarle el rostro.

—Tranquila, todo va a ir bien —le dijo de forma cariñosa mientras ella seguía llorando.

María se quedó en silencio contemplando la escena. En ese momento lo entendió todo. Comprendió porque Nicky siempre estaría primero y el amor que se profesaban, y no le importó. Por primera vez se dio cuenta de que no competía con ella, que eran amores diferentes y que amaba que Bruno fuese así con su hermana, porque eso decía mucho de él como persona. Se dio media vuelta con una sonrisa, no quería interrumpirlos.

—¿María?

La voz de Nicole la sobresaltó. Estaba medio rota y apenas se podía oír. Avanzó hasta la joven.

—Quédate —le pidió Nicky con tan solo un hilo de voz mientras se incorporaba de la cama y le agarraba la mano.

María se quedó algo sorprendida. Era cierto que se habían hecho buenas amigas en Chile, pero no esperaba que ella quisiese que la viese en esas condiciones.

Bruno miró agradecido a María, se alegraba de que fuese tan importante para su hermana.

—¿Queréis que os deje solas? —preguntó el chico a sabiendas de cuál sería la respuesta.

Nicole afirmó con la cabeza y Bruno abandonó la habitación a disgusto. No quería irse, pero al menos sabía que con María estaría bien.

—¿Qué ha pasado? —preguntó la joven Ignis—. ¿El profesor te ha hecho algo? —cuestionó nerviosa.

Nicole se apresuró a negarlo, no quería que pensasen mal de Óscar. El pobre lo único que había hecho era ayudarla en todo.

—¿Entonces? —insitió la chica algo confusa.

No entendía nada. Cuando se había ido con el profesor estaba realmente feliz, y ahora estaba ahí desolada y había que ir sacándole las palabras con sacacorchos.

—Nate —respondió simplemente ella.

María no necesitó más. Ahora que comenzaba a medio llevaros bien con él, ¿qué habría hecho ese imbécil? Odiaba verla así.



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En el texto hay: internado, drama y romance, dragones

Editado: 23.09.2018

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