Marco agarraba el cojín de la cama con todas sus fuerzas. Trataba de conciliar el sueño, pero le era imposible con una persona que no dejaba de dar vueltas a su lado.
—¡Cesar! —exclamó—. Te puedes estar quieto —pidió con una voz más dulce.
El chico volvió a girarse, pasó los dedos por su pelo para despeinarlo un poco y se incorporó.
—No puedo dormir —se quejó.
Marco suspiró, estaba agotado.
—¿Y por qué no te vas a ver la tele o algo? —le propuso—. Algunos madrugamos mañana —dijo en tono burlón.
—Ja, ja, ja —dijo molesto—. Es tu culpa.
Marco bostezó y se incorporó para mirar bien a su novio.
—¿Y se puede que he hecho yo?
—Lo sabes bien.
—Cesar —insistió.
Era tarde y estaba cansado, no quería ponerse a pensar. Era más sencillo si él se lo decía.
—Oh, venga, no te hagas el ingenuo. ¡Has conspirado a mis espaldas!
Marco negó con la cabeza, así que seguía molesto por eso. Se volvió a tumbar, se giró y cerró los ojos para poder dormir.
Cesar lo miró perplejo, ¿no iba a decir nada?
—¿Ni siquiera lo vas a negar?
No hubo respuesta. Estaba furioso, se levantó de la cama y se fue a ponerse una copa.
—Espera —pidió Marco sin mucho ánimo—. Ven, siéntate, vamos a hablar —dijo entre bostezos.
Cesar estaba enfadado con su novio por lo que había hecho, pero lo conocía demasiado bien como para saber que nunca había hecho nada con intención de herirlo. Se sentó en la cama junto a él y colocó un cojín en la pared para apoyar la espalda en él.
—Me has traicionado —dijo el ex-Domador.
—Cariño, no seas dramático —respondió el Natura con una voz cálida y calmada—. Tan solo he hablado con una amiga tuya para encontrarte un trabajo —añadió con una sonrisa.
—¡Un trabajo con la persona que más odio!, ¡la persona que mató a mi dragón!
—Adrianna está de viaje, ella ya no dirige el internado —prosiguió sin perder la calma.
Cesar frunció el ceño y miró curioso a su novio.
—¿ Y quién lo dirige entonces?, ¿de quién viene la oferta?
Marco se mordió el labio superior, estaba algo nervioso de cómo se lo iba a tomar su novio.
—Tu hermano —dijo con un susurro casi imperceptible.
—¿Quién? —preguntó Cesar quien no había entendido nada.
—Tu hermano —repitió, pero esta vez con un tono bastante alto.
Cesar tragó saliva y esperó varios minutos en silencio antes de contestar. Esperaba haber escuchado mal, o que su novio rectificase. ¿En serio había pensado que él iba a trabajar para su hermano? No, eso era humillante. Su hermano no se había portado con él como debía... No podía aceptar ser su subordinado. Además, ¿por qué Óscar lo quería en el Morsteen?
—Puedes repetirlo —pidió el ex-Domador haciendo drama.
—Cesar, lo has escuchado perfectamente. Tu hermano —repitió—. Tu hermano, ¿quieres que lo deletree? —preguntó cansado—. Venga, ven a dormir y no hagas drama. Mañana lo hablamos.
—¿Qué no haga drama? —preguntó realizando gestos desmesurados con sus brazos—. Oh, perdóname por no estar chillando de felicidad al saber que hablas con mi querido hermano a escondidas y que pretendes que trabaje para él.
Marco se levantó y besó de forma cariñosa el cuello de su novio. Lo adoraba, pero le iba demasiado el drama.
—No hablo con él —le explicó—, y es un buen trabajo. Deberías aceptarlo, yo lo voy a hacer, y espero que tú también. Cesar necesitas enderezar tu vida. Si no lo haces por ti, hazlo por mí —dijo besando sus labios de forma dulce.
Cesar no podía seguir así. Desde que perdió a su dragón su vida había sido alcohol y dormir, y eso solo lo destrozaba más.
Cesar se quedó meditando las palabras de su novio. Sabía que Marco todo lo hacía por su bien, y lo amaba por eso. No se creía aun la suerte que había tenido de que alguien como él lo quisiese y, sobre todo, lo aguantase sin reclamarle nada. Lo besó ferozmente.
—Y si la oferta no viene de Óscar, ¿de quién viene? —preguntó confuso.
—De Nicky.
El ex-Domador comenzó a reír, ¿de Nicky? Pero ella no tenía ningún poder en el Morsteen. Bueno, tenía el poder que ejercía sobre Óscar, el cuál estaba claro que estaba loco por ella, pero nada más.
—Y Nathaniel está de acuerdo —añadió Marco tratando de que su novio se tomase en serio la oferta.
—A ver, ¿me estás diciendo que la oferta viene de parte de una alumna y ...? —Se quedó en silencio, no sabía quien era el otro.
—Nathaniel es un profesor también —le explicó.