Nicole caminaba aburrida por el pasillo. Su hermano estaba raro y ocupado con María. Su mejor amiga a saber dónde se había metido, desde lo de Bea no era la misma. Nathaniel estaría impartiendo una clase... Sin duda debía ampliar su círculo de amigos...
Avanzó hacia el lago, quería contemplarlo desde lejos. Aunque le aterrorizase, le resultaba una de las cosas más hermosas de este mundo.
Mientras se acercaba le pareció divisar la figura de Óscar, se le veía nervioso. Conversaba con otro hombre, pero a esa distancia no podía reconocerlo. No quería fisgonear, pero la forma inquieta de moverse del profesor le hizo pensar que quizá necesitaba ayuda, así que se acercó más y más, hasta que por fin pudo ver quien era el otro. Se trataba de Gael, ¿por qué estaba con él? No, no podía estar haciéndole eso. Él no... había confiado en Óscar, incluso había podido llegar a sentir algo por él, ¿y resultaba ser uno de ellos?
Se escondió detrás de un árbol para observarlos mejor. Debía darle el beneficio de la duda. Podía ser que todo se tratase de un malentendido, pero entonces ocurrió algo que la destrozó por dentro. Gael y el profesor se fundieron en un gran abrazo amistoso.
—¿Cómo has podido? —chilló la morena mientras corría hacia ellos—. Confiaba en ti. No eres más que un sucio traidor que marchita todo lo que toca, tu hermano, mi madre, yo...
Conforme avanzaban sus palabras iban perdiendo fuerza. En verdad se sentía devastada, ¿cómo había podido jugar así con ella?
—Nicky, espera —le pidió él con el semblante completamente blanco.
Ella no podía estar ahí, no debía averiguar nada de eso.
—¡No! —chilló tirándolo con una ráfaga de viento al suelo—. Y tú, prepárate porque esta vez no te vas a ir así como así —amenazó a Gael, quien sorprendentemente tenía una sonrisa divertida.
—Creo que entiendo porque te gusta —respondió este ampliando su sonrisa.
—¡Gael! —lo recriminó el profesor.
No era el momento, además ¿cómo se le ocurría decir eso frente a Nicky? ¡Ella no podía saber nada acerca de los sentimientos que le profesaba!
Nicole comenzó a crear una gran bola de fuego que lanzó de forma apresurada hacia Gael, quien la desvió sin problema alguno. Se notaba que la chica no estaba concentrada, solo quería atacarlo y sacar todo el dolor que llevaba dentro. Ese hombre había matado a su madre y a un compañero suyo, no podía dejarlo ir. Necesitaba tomarse la venganza por su mano, y así lo hizo, sin magia ni nada. Se acercó a él y para sorpresa de los presentes golpeó la cara de este con todas sus fuerzas.
En el impacto se destrozó el nudillo, no les habían enseñado a pelear sin sus poderes, el único que sabía hacerlo era Nathaniel. Se miró el puño, le dolía de manera sobrehumana, pero al ver la nariz del hombre ensangrentada mereció la pena. Después comenzó a sacar su rabia dándole patadas en el estómago.
—Óscar, ¡quítame a tu novia de encima antes de que le haga daño! —advirtió.
—¡No soy su novia! —respondió esta golpeando con más fuerza.
Entonces un tentáculo salió del lago y la agarró de la cintura de forma firme y delicada.
—¡Suéltame! —chilló Nicky—. No seas cobarde y pelea —gritó dejando que las lágrimas cayesen por su rostro. Estaba destrozada. Aun no terminaba de creerse la traición de Óscar.
—Nicky, escúchame, te lo voy a contar todo, pero necesito que estés en silencio, ¿vale? —le pidió el profesor.
—¿En serio?, ¿se lo vas a contar así como así? Tío, estás completamente loco por la chica —dijo Gael entre risas mientras sacaba un pañuelo y se lo ponía en la nariz tratando de parar la hemorragia. La chica lo había golpeado con fuerza.
—No es el momento —le recriminó, y mandó al kraken que la dejase en el suelo, pero que no la soltase por si la joven decidía volver a atacarlos.
—Esto no es lo que parece —comenzó.
La chica suspiró, que frase tan típica, y normalmente siempre seguida de una mentira. Trató de soltarse, pero el kraken tenía mucha más fuerza que ella, así que no le quedó más remedio que escuchar.
—Todo empezó hace unos cuantos años, tu madre era nuestra profesora, una mujer íntegra y muy valiente —Hizo una pausa, era doloroso recordar esos tiempos—. Ella y tu padre estaban comprometidos en la lucha. Querían un mundo mejor para vosotros —dijo refiriéndose a Bruno y ella—, lo hubiesen dado todo.
—Y de hecho lo dio todo —añadió Gael.
—¡No te atrevas a hablar de mi madre! —espetó.
—Escucha Nicky —insitió—. Tu madre estaba muy enferma. Ella y tu padre lo sabían, pero nadie más era consciente de eso, por lo que aprovecharon la oportunidad para que Gael se infiltrase en el grupo de los repudiados.