Eran las once de la mañana, y Nicky aún no tenía noticias acerca de Claudia. Estaba bastante preocupada por su mejor amiga, y no solo por la escena del otro día. Clo llevaba así desde que detuvieron a Bea. Sabía que se sentía culpable por lo sucedido, y que el no poder ayudarla la estaba consumiendo por dentro, pero Claudia debía entender que no había sido culpa suya. Bea había tomado su decisión sola y libre. Clo no podía sentirse responsable.
Caminó por el pasillo hasta la habitación de esta y se coló sin llamar a la puerta. Todo estaba a oscuras. ¿Cómo podía seguir durmiendo a esas horas? Esa no era la Claudia que ella conocía y quería.
Se acercó a tientas hasta la ventana y la abrió de par en par.
—¡Eh!, algunos intentamos dormir—se quejó la rubia mientras se giraba sobre sí misma en la cama para que la luz no le diese en los ojos.
—¡Es hora de levantarse!—chilló Nicky mientras trataba de tirar de las sábanas para moverla.
Nicole lo intentó con todas sus fuerzas, pero Clo se aferraba a la cama como si fuese su salvavidas
—Clo, venga ya, no puedes estarte todo el día sola en la cama—regañó Nicky.
—No estoy sola—respondió ella.
Nicky miró hacia todos los lados, no había nadie más en esa cama, pero entonces Claudia la cogió del brazo y la tiró junto a ella.
—¿Contenta?, ya no estoy sola—dijo la rubia.
Nicole cogió la almohada y comenzó a golpearla de forma cariñosa.
—Venga, no seas vaga que tenemos planes —comentó la morena mientras se levantaba de la cama.
—No tengo ganas—respondió la rubia mientras volvía a rodar en la cama.
—Hemos quedado con dos chicos muy guapos a los que no quiero dar plantón.
La voz de Nicky sonó excesivamente inocente, y llamó la atención de Claudia, quien se incorporó y se sentó en la cama. Un poco de diversión para evadirse de todos sus problemas no le vendría nada mal.
—¿Que chicos?—preguntó Clo curiosa.
—Dos chicos algo mayores, muy guapos, con conexiones...
Claudia comenzó a morderse el labio inferior. La cosa comenzaba a interesarle. Se levantó de la cama, se lavó la cara y comenzó a escoger su ropa.
—¿No vas a arreglarte?—preguntó a Nicky.
¡Y ahí estaba de nuevo su mejor amiga! Tan dulce y con tanto tacto como siempre.
—Ya voy arreglada—respondió.
Clo la miró de arriba abajo.
—Si tu lo dices—Hizo una pausa—. Aunque mejor para mí, menos competencia—añadió divertida.
Nicky negó con la cabeza. A veces se preguntaba porqué la quería tanto.
—¡Venga, vamos, que nos están esperando!—chilló Claudia mientras arrastraba a Nicky fuera de la habitación.
Al llegar a la puerta del internado Clo se puso a buscar a los chicos, pero no había ni rastro. Tan solo ella y Nicky. La miró furiosa.
—Ten paciencia, llegarán ahora.
—Nicky, no te hubieses muerto por arreglarte.
La voz de Cesar sonaba crítica, pero divertida.
—¡Ves!—comentó Clo orgullosa.
Nicole suspiró. Iban a dar un paseo por la montaña, ¿qué querían que se pusiese? Unos vaqueros desgastados, una sudadera morada y unas deportivas eran lo adecuado.
—Y peinarse nunca está de más—añadió Cesar.
—¡Vamos al campo y llevo una coleta!—explotó Nicky.
Los quería, pero aveces le encantaría matarlos.
—¿Qué? Un momento, ¿ellos son los dos chicos guapos?—preguntó Clo mirando a Cesar y Marco.
Nicky sonrió esperando que su amiga no se enfadase mucho. Tenía que sacarla de ahí...
—Nicky, ¡son gays!, y además, ¡son pareja!
—Eh, que pasar el tiempo contigo tampoco era nuestra idea de día perfecto—se quejó Cesar.
Marco golpeó las costillas de su novio con el codo.
—Sonríe y se amable—le pidió entre dientes.
—No he bebido lo suficiente para eso—respondió él, y Marco volvió a golpearlo.
—Bien, nadie se esperaba esto, y nadie quiere estar con nadie—comentó Marco—. Y ahora que hemos dejado claras nuestras opiniones, pongámonos en marcha y disfrutemos de un bonito día en las montañas.
Nicky le dedicó una gran sonrisa. Sin duda Marco era un cielo. Se alegraba muchísimo de que estuviese con Cesar, sin él, seguramente, estaría perdido.
Claudia miró algo molesta a su mejor amiga, pero bueno, ya que había salido de la cama, por lo menos iba a aprovechar su día en algo.
—Bien, vayamos—sentenció la rubia.
Justo cuando todos se disponían a marcharse, Nicky vio a Óscar solo junto al lago. La chica sabía que él lo estaba pasando mal esos días. No se adaptaba del todo a ser el nuevo director, y tener a Cesar por ahí no ayudaba, y eso, en parte, era culpa suya.