La leyenda de los Ignis | #2 |

Capítulo 48. Una advertencia

Óscar, Claudia, Nicky, Marco y Cesar caminaban alegremente por la orilla de un pequeño lago salado que se encontraba en medio de la montaña. Los hipocampos nadaban libremente cerca de ellos. Eran seres extraordinarios. La luz del sol se reflejaba en las escamas de sus colas creando reflejos de múltiples colores, casi como arcoíris. Los muchachos miraban felices las criaturas. Sin duda, había muy pocas cosas en la vida que superasen esa belleza. 

De pronto, todos los hipocampos comenzaron a sumergirse en las profundidades del lago. Los chicos se miraron confusos, ¿qué pasaba?, ¿por qué se iban?, ¿los habrían asustado? Sus preguntas enseguida se vieron respondidas. Un enorme pájaro con un pico afilado aterrizó junto a ellos. Se trataba de un estirge, estos solían ir a cazar a los lagos, y acababan con toda la belleza de los lugares.

Los chicos comenzaron a retroceder y a juntarse. Los estirges eran seres muy agresivos, y sumamente letales. Lo mejor era irse sin llamar su atención, sin embargo, eso no fue posible. Al primer paso, la criatura los miró desafiante. Óscar miró el lago, no había tiempo de llamar a su kraken, en esa milésima de segundo que perdía conectándose, todos estarían muertos.

El director dio un paso al frente y se puso en posición defensiva, si el estirge los atacaba, daría pelea y esperaría que el resto pudiese huir.

—No es necesario pelear —dijo Gael irrumpiendo en la escena.

Todos lo miraron perplejos. Marco extendió el brazo y colocó a Cesar detrás de sí provocando una carcajada de este. ¡Qué mono! ¿En verdad creía que él podía protegerlo del Domador? Sin duda era muy tierno, pero irreal. Cesar apartó el brazo y colocó a su novio detrás suya, cosa que no gusto a Marco.

  —Tienes razón, somos más, así que lo mejor es que te entregues—respondió Cesar. 

Gael lo miró divertido, sin duda el chico aun sin su conexión seguía teniendo agallas.

—Como he dicho, no estoy aquí para pelear —Sonrió—. Además, ni que entre ese grupo desastroso que formáis tuvieseis alguna posibilidad—añadió resoplando.

—¡Eh!—Se quejó Clo—. Vale que este sea un borracho—dijo señalando a Cesar—, este un mísero Natura—prosiguió mirando a Marco—,y este vaya de director cuando realmente hace todo lo que una alumna quiere—añadió mirando a Óscar y a Nicky—, pero yo soy una gran Domadora, así que no me metas en el saco—sentenció mirándose las uñas.

Todos la miraron furiosos, ¿en serio? Sin duda Clo era una causa perdida.

—¡Me gusta la chica! —exclamó Gael.

Sin duda, ella era uno de los suyos. Una pena conocerla en esas circunstancias. 

—Gael, ¿qué quieres? Pactamos no vernos nunca delante de otros —interrumpió Óscar para acabar con ese sinsentido.

Clo, Marco y Cesar abrieron la boca tanto que casi hasta les dolía, ¿esos dos estaban compinchados?

—¡Cabrón! ¿Te alías con este y luego nos vienes a pedir ayuda? —explotó Cesar encarando a su hermano. 

—¡Espera!—chilló Nicky interponiéndose—. No es lo que parece.

—¿Qué? —exclamaron los otros tres al unísono.

—Es una larga historia, pero es uno de los nuestros. Trabaja para mi padre o algo así—explicó Nicky sin entrar mucho en detalles.

—Por mucho que me encantaría sentarnos juntos alrededor del fuego a contaros mi historia y hacernos grandes amigos, no tengo tiempo que perder—dijo Gael perdiendo la paciencia—. Si estoy aquí es para advertiros—Hizo una pausa—. Para advertirte— recalcó mirando al que había sido su mejor amigo durante muchos años. 

  —¿Qué ocurre?—preguntó Claudia.

La paciencia nunca había sido su fuerte.

—Tu padre se ha vuelto loco—respondió Gael—. Ha hecho una especie de levantamiento y ahora se hace llamar Gobernador—continuó.

Clo se encogió de hombros. No era algo que le sorprendiese en exceso. Su padre siempre había tenido aires de tirano.

—¿Y?—insistió. 

—Ha declarado a vuestros padres y a la directora enemigos del régimen—explicó—. Están en búsqueda y captura.

Todos se quedaron en silencio asimilando las palabras, esta vez Ezequiel se había pasado de la raya.

—Eso no es todo—Hizo una pausa—. Si he venido es porque a ti también te ha declarado enemigo del régimen —Se giró hacia Óscar—. Debes huir de aquí, su ejercito vendrá en unos días y te detendrá—Tragó saliva—. No hace falta que te explique qué pasará si te cogen.

Óscar desvió la mirada hacia el lago. Sabía todo lo que podía perder, pero no podía abandonar su puesto. Adrianna había confiado en él, y no la iba a decepcionar.

—No voy a irme. Defenderemos el Morsteen como lo hemos hecho antes.



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En el texto hay: internado, drama y romance, dragones

Editado: 23.09.2018

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