La leyenda de los Ignis | #2 |

Capítulo 62. No era lo que esperaba

Nathaniel estaba desesperado. Llevaba más de un mes en busca de Nicky y del profesor Quemada. Estaba agotado y sediento. Durante este tiempo tan solo se había alimentado de bayas y lo que su grifo cazaba. Miró su cantimplora, estaba casi vacía. Debería volver a rellenarla en el próximo lago o río que encontrase. 

Nate miró hacia el cielo. Había rebuscado en todos los lugares que conocía, ¿dónde se habían metido? Ya estaba casi sin opciones...

De pronto una leve brisa provocó que se le pusiese la piel de gallina. No estaba solo. Se giró rápido y tensó el cuerpo para estar preparado para lo que pudiese suceder.

—Tranquilo, soy yo—dijo Gael saliendo de los arbustos.

Nathaniel lo miró con cara de pocos amigos. ¿Qué hacía ese tipo siguiéndolo?, y sobre todo, ¿por qué le hablaba como si fuesen amigos?  Ese tipo casi había asesinado a Nicky, le había hecho pasar por algo horrible, y era su momento de vengarse.

Gael comenzó a acercarse tranquilo hasta que vio que Nate estaba a punto de atacarlo.

—Eh, ¡soy de los vuestros!—exclamó levantando las manos en son de paz—. ¿En serio no te lo han dicho la rubita y los otros dos chicos? —preguntó algo molesto.

Gael estaba cansado de contar su historia una y otra vez, ¿por qué esos críos no eran capaces de transmitir un sencillo mensaje como ese?

—¿De qué hablas?—preguntó Nate sin bajar la guardia.

Gael comenzó a contar de nuevo su historia, cómo se introdujo en los repudiados, la muerte de la madre de Nicky, su contacto con el señor Jaquinot...

Nathaniel lo miró sin terminar de creérselo. Su historia era demasiado conveniente en ese momento, y no se fiaba de él.

—¡Venga ya!—se quejó Gael—. Mira llevo años dentro de los repudiados mandando información a Javier, y ahora en menos de unos meses vosotros os habéis cargado mi tapadera—explicó—. No puedo volver, o me matarán. Pero tampoco puedo volver a Barnor porque el único que puede corroborar mi historia ha sido declarado enemigo del régimen—Hizo una pausa—. Así que estoy bien jodido. Lo único que me queda es juntarme con vosotros para ayudar a Javier—dijo mirándolo a los ojos.

Nate lo observó en silencio. No parecía que el hombre le estuviese mintiendo, pero por otra parte podría tratarse tan solo de una estratagema...

—¿Qué te parece un acto de buena fe para demostrar mi buena voluntad?—preguntó Gael volviéndose a acercar al Domador.

—¿En qué piensas?—preguntó curioso.

Nate quería saber qué podía ofrecerle el hombre que a él le pudiese interesar.

—La pequeña Jaquinot. Vi cómo la mirabas en el internado.

Nathaniel volvió a tensarse.

—¿Sabes dónde está?

—Sí—respondió Gael.

En verdad no era cierto, pero sí que sabía donde él los había dejado, y teniendo en cuenta sus posiciones y que todos los buscaban, seguramente no se habrían alejado mucho de ese lugar.

—Está bien—respondió el Domador no muy convencido de que aceptar la oferta de Gael fuese buena idea, sin embargo, no tenía una opción mejor, así que te tendría que fiar de la palabra del hombre.

Gael se quedó en silencio esperando, y Nate comenzó a impacientarse, ¿qué hacía?, ¿a qué esperaba?

—¿Cuándo piensas comenzar a moverte? —preguntó el Domador bastante seco.

—Cuando llames a tu grifo, ¿o es que acaso piensas ir a pie?—respondió Gael recalcando lo evidente de su teoría.

Nate cerró los ojos y lo llamó. Gael trató de subirse de forma apresurada en la hermosa criatura, pero esta lo tiró al suelo y apunto estuvo de despedazarlo con sus garras, pero Nate intervino acariciando el lomo del grifo y tranquilizándolo.

  —No le gusta que nadie más que yo se suba en él—respondió Nate subiéndose en la criatura—. Primero he de hacerlo yo, y una vez se sienta cómodo puedes hacerlo—indicó ofreciéndole su mano para subir.

Gael la agarró y se colocó encima del lomo del animal, quien se revolvió inquieto.

—Parece que no le caes demasiado bien—comentó Nate mientras pedía a su grifo que comenzase a volver.

El grifo notaba la desconfianza de Nate hacia Gael, y por tanto no estaba cómodo llevando a este.

—¿Hacia dónde?—preguntó el Domador.

No estuvieron demasiado rato volando, pero caminando hubiesen sido días, y no tenían tanto tiempo.

En una hora aproximadamente Gael indicó al grifo que aterrizase en lo alto de una tenebrosa y escalofriante montaña.

—¿Aquí?—preguntó confuso Nate.

Nadie habitaba esa montaña desde hacía siglos, en ella tan solo había muerte y destrucción. No había si quiera criaturas que rondasen por ella. Era aquella en la que, según las leyendas, todos los Ignis habían sido asesinados.



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En el texto hay: internado, drama y romance, dragones

Editado: 23.09.2018

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