La Leyenda de un Castillo en las Nubes

Capitulo Uno –Parte Uno.

Arco “Los Reyes Soberanos Salvadores de la Extinción Humana”

 

Dentro de mi cabeza no terminaba de entrar siquiera cómo es posible que terminara dentro del videojuego tras la nueva actualización, la inmersión era tan exageradamente realista que ya no tenía excusas que darme. Mi joystick había desaparecido, a pesar de estar dentro del mundo virtual ya no podía sentir mi cuerpo en la silla ni el casco alrededor de mi cabeza. Tampoco podía salirme del juego, aunque lo intenté varias veces.

     Todavía podía observar mi barra de vida y mana al lado inferior de mi visión y en el costado izquierdo estaban ubicados verticalmente cuadrados con dibujos de las habilidades de mi personaje, pero además de eso tenía otras opciones más como abrir el inventario o mandar mensajes. –Quiero mandar un mensaje para averiguar si alguno de mis otros compañeros del clan o amigos también les ocurrió lo mismo ¿Pero cómo hago eso? –Me sentía muy frustrada y confundida, pero hablar conmigo misma en voz alta ayudaba a relajarme un poco.

     Si todavía podía ver ese tipo de cosas entonces debería ser por algún motivo, empecé a dar vueltas alrededor del pasillo pensando cómo podría funcionar esto ya que ahora no tenía el joystick para ir y hacerles click. –Quiero mandarle un mensaje a Theithir por ejemplo ¿Cómo lo haría? –Al terminar de hacerme ese cuestionamiento fue que escuche dentro de mi cabeza el típico sonido de cuando uno recibe un mensaje y el icono de un correo marcaba el número uno–. Quiero ver ese mensaje –me dije a mi misma y en ese instante fue que el chat que los 18 miembros del clan compartíamos se abrió y me mostró el mensaje recibido.

     Se trataba de un comunicado enviado por mi mejor amigo Gregory, solo que dentro del juego su avatar tenía el nombre de Theithir. Su mensaje decía “Si algún miembro más está en el juego vayan a la sala de reuniones”.  < ¿Le habrá pasado lo mismo que a mí?> no sé si sería bueno o malo desear que mi mejor amigo se quedara atrapado dentro de un videojuego conmigo pero la verdad que no quería estar sola en este gigantesco castillo que era nuestra base de clan así que me dirigí a la sala de reuniones para averiguarlo.

     Era muy extraño sentir como las piernas de mi personaje del juego se movían por órdenes de mi cerebro y no por el joystick que solía tener entre mis manos. Por la apariencia del lugar tenía claro que me encontraba en el noveno y último nivel del castillo, así que la sala de reuniones no debía estar muy lejos.

     <Es la costumbre que cuando muchos miembros del clan estábamos reunidos y acabábamos de jugar por un día todos nos desconectábamos en el mismo lugar> es decir el noveno piso del castillo <Así que imagino que si más miembros entraron no deben tardar mucho en llegar>.

     Giré a la derecha en el pasillo y era casi idéntico al otro pasillo donde aparecí, me detuve para mover mi cabeza y el corredor a mis espaldas también era muy parecido. –¿Por qué este lugar parece un maldito juego mental? Maldición. –Ahora estaba estresándome y solo rogaba no perderme y llegar rápido a la Sala de Reuniones.  

     Después de estar caminando por un rato en efecto pensé que me había perdido y solo daba vueltas en círculos, pero esa sensación se desvaneció al percatarme de que los objetos que decoraban el pasillo y las puertas cambiaban su apariencia. Llegué a una puerta de madera oscura el doble de grande que las demás en el pasillo. –La Sala de Reuniones –dije para mí misma.

     Sin dudarlo un segundo con ambas manos la abrí de par en par, el interior del cuarto tenía un candelabro gigante colgando del techo y varias varillas de oro con velas encendidas para iluminar el lugar. Una mesa redonda y de piedra estaba en el centro, con 18 sillas, aunque 17 estaban vacías.

     Cuando mi mirada se cruzó con la de mi mejor amigo todo lo demás dejó de existir por un momento, él se puso de pie y ambos nos apresuramos en abrazarnos. –No quiero ser mala, pero que suerte que también estés aquí.

     –Yo digo lo mismo.

     Después de que los dos nos calmamos mutuamente con ese abrazo fue que nos separamos para analizarnos. –Tenias razón, el avatar que te hiciste es bastante parecido a tu apariencia del mundo real –comentó mi mejor amigo.

     –No puedo decir lo mismo de ti, pero tampoco creo que te disguste. –aclaré al final. La raza de mi avatar era la de una humana, a diferencia de la de mi mejor amigo Gregory que era la de un espectro. Su piel morena y cabello color miel, su ojo izquierdo emite un brillo plateado y el derecho uno verde oscuro–. Aunque no te ves tan espectral…

     Al escuchar eso mi compañero y líder del clan formó una risa perversa en su rostro. –Eso puede arreglarse –seguido dijo el nombre de una de sus habilidades–. [Forma Espectral]. –Repentinamente el aire del lugar se tornó más frio, una niebla negra verdosa brotó del cuerpo de Theithir y este se transformó en un espectro que flotaba a pocos centímetros del suelo.

     Simplemente quede impactada ante lo que presencie, no podía creerlo y eso desembocó en que mi cerebro recordara otra cosa. –¡Cierto! Me enviaste un mensaje al chat del clan ¿Cómo supiste la forma de hacerlo? ¿Y de usar tus habilidades?

     Dentro de Leyenda Mitológica habilidades como las que acababa de usar mi amigo tenían límite de tiempo, al activarlas uno pasaba cierto tiempo así antes de regresar a su forma base. Ignorando por completo esa regla, él logro regresar a su forma normal antes de tiempo como si pudiera controlarlo a voluntad, su cuerpo se materializo junto a la túnica blanca que llevaba.

     –Tuve algo de ayuda –explicó girando ligeramente su cabeza y señalando con sus ojos heterocromáticos a alguien más en la habitación.  

     Me había concentrado totalmente en mi amigo e ignore todo lo demás, pero recién ahora me percataba. No éramos solo dos personas en la habitación, sino tres, aunque el individuo extra no era ningún otro miembro del clan.




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