La Leyenda de un Castillo en las Nubes

Parte Cuatro.

Utilizando otra vez su habilidad [Invocación: Caballo Espectral] mi mejor amigo generó una esfera de niebla negra y verde que tomó la forma de un corcel, solo que esta vez había sido para poder cargar en él todas las herramientas y suministros que traían consigo los bandidos, los dos caballeros Planiti se encargaron de hacer eso para luego vigilar la zona mientras Theithir y yo nos encargábamos de otro asunto.

     Cumpliendo la tarea de guía por el bosque se encontraba una muy traumada mujer joven que no podía dar un paso sin temblar como gelatina, esto debido a que parecia haber quedado medio traumada por las acciones de mi compañero. A su lado también se encontraba quien era el líder de los bandidos, aquel sujeto ahora transformado en un fantasma y esclavo de las órdenes de Theithir intentaba consolar a su compañera cariñosamente mientras nos llevaban hasta donde les pedimos.

     Después de haber caminado por unos 15 minutos aproximadamente el fantasma de largo cabello gris y piel pálida, casi traslucida, se detuvo junto a la mujer que por suerte ya había dejado de llorar, aunque no parecía acostumbrarse a que su líder fuera un fantasma. –Aquí es –habló él, quien resultaba que su verdadero nombre era Jonathan y no Kalifone–. Este es el lugar de donde provenía el humo, aquí descansamos por la noche y… –Parando de hablar en seco el fantasma con el tatuaje de una tormenta en el lado derecho de su cara prefirió mostrarnos levantando su dedo índice para delante.

     El sector del bosque donde nos encontramos era bastante elevado, similar a una montaña mediana por la cual se podía ver desde lejos lo que había delante. Tanto Theithir como yo nos acercamos más a la orilla para poder apreciarlo mejor y se trataba de un gigantesco muro de piedra negra, más específicamente era una muralla que cubría circularmente a una gran ciudad. –Esa es la ciudad de Rec´Sent, capital del Reino Humano de Kereszt.

     –O de lo que queda –agregó la mujer muy afligida.

     A pesar de que aquella ciudad era enorme, para el noroeste podían verse campamentos provisorios instalados por el lugar, la zona que ocupaban estos campamentos eran equivalentes a la mitad de la ciudad más al sur. Las carpas estaban hechas de pieles y ramas y variaban en tamaños. –Allí es donde se instalaron los enemigos, Minotauros, Hombres Rata y Yuntais; esperando la orden final para atacar y acabar con todos. No debería pasar de estos días.

     Quería decir algo, pero al momento de abrir la boca fui interrumpida por los ecos de lo que sonaba como fuertes trompetas, al escucharlas la mujer que nos acompañaba tapó sus oídos para darse media vuelta y cerrar sus ojos con todas sus fuerzas. El fantasma permaneció inmutable observando lo que sucedía al igual que nosotros, tal vez porque era más valiente para resistir lo que estaba por suceder o porque al ser un fantasma ahora sus emociones se bloquearon.

     –Y dinos Jonathan. –Lo observé–. ¿Qué está pasando ahora?

     –La invasión y destrucción del reino empezó hace un mes, en ese tiempo los semihumanos destruyeron las cuatro ciudades humanas. Pero no asesinaron a todos los habitantes, eso solo lo hacen a veces; principalmente los tomaron como esclavos y alimento. Esta es la hora de su almuerzo. –Si el líder de los bandidos continuara siendo humano estoy segura de que ahora habría tragado saliva con temor.

     En la distancia justo al medio entre la ciudad y el campamento enemigo se formó una muy larga fila de las tres especies nombradas anteriormente, cada uno de ellos traía encadenado a un humano diferente: los Hombres Rata tenían niños, mientras que los Yuanti mujeres y los Minotauros hombres. Ellos asesinaron a cada uno de los humanos brutalmente y mientras morían y gritaban de dolor al desangrarse eran devorados barbáricamente por el enemigo.

     Al igual que el fantasma, mi mejor amigo no reaccionó ante estas acciones, él solo permaneció observando seriamente. Pero a diferencia de él a mí me entraron ganas de vomitar, por lo que rápidamente me tape la boca, la escena era algo asquerosa y repulsiva.

     – ¿Estas bien Júpiter? –Se volteo Theithir para intentar ayudarme, aunque yo lo detuve levantando mi mano.

     –Así es, no pasa nada. Solo que recién veo la diferencia entre matar a alguien en un videojuego… y esto. –Acto seguido cerré mis manos con mucha fuerza, las ganas de vomitar desaparecieron para ser reemplazadas por una ira y odio impresionantes.  

     –Ellos hacen eso para bajar todavía más la poca moral que le queda al último ejército humano –agregó el fantasma.

     Las neuronas dentro de mi cabeza hicieron click y observe a mi amigo fijamente a sus ojos de distinto color. –Como dijiste antes, quiero que hagamos algo al respecto Theithir, regresemos al Castillo de Ydalir y contémosles a DreamMurr sobre esto.

      El chico moreno a mi lado aceptó mi propuesta con un movimiento de cabeza, aunque todavía nos quedaba algo más de que preocuparnos. –¿Y qué hacemos con estos dos? –preguntó él señalando al fantasma y la mujer.

     Me quede en blanco, la verdad que no sabía. Ya cumplieron su propósito así que deberíamos matarlos, no sé cómo mataríamos al fantasma, pero no estaría bien matar a la mujer guerrera ya que justamente estamos intentando proteger a la humanidad ahora.

     Tomando la iniciativa nuevamente Theithir agarró el rostro de la mujer entre sus dedos obligándola a verla una vez más. –¿Cuál es tu nombre? –le exigió.

     –Al… Al… Aldara –contestó ella aterrorizada. 

     –Escúchame con mucha atención Aldara, tú vas a venir con nosotros, pero deberás hacer exactamente lo que te digamos al pie de la letra. Sino le ordenare a tu amiguito fantasma que asesine con sus propias manos a la vida que cargas dentro de ti ¿Te quedo claro?

     Con lágrimas en sus ojos y apenas conteniendo las ganas de gritar y llorar la mujer guerrera bandida aceptó obligadamente lo que le ordenaba mi compañero. –Esta bien –hablé tranquilamente–. Ahora regresemos a buscar a Neptuno y Marte y volvamos al castillo.




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