La Leyenda de un Castillo en las Nubes

Parte Seis.

Después de unos cinco ataques consecutivos un sector de la muralla terminó por derrumbarse y sin perder tiempo las tropas del enemigo atacaron, los primeros en entrar fueron los minotauros ya que al tener la mayor resistencia y ataque absorberían el daño inicial de las tropas humanas y debilitarían su vanguardia, en segundo lugar estaban los hombres rata quienes estaban corriendo en cuatro patas y parecían ser tantos que nunca acabarían, para terminar pasaron los distintos tipos de Yuantis que eran los mejores de las tres especies para usar magia y tenían resistentes escamas junto a potentes venenos que podían lanzar y poseían diferentes efectos.

     Por el lado de los humanos se encontraban en su mayoría personas de entre 15 y 60 años quienes eran civiles y fueron entrenados en estos últimos días en un intento desesperado de ganar fuerza militar, a pesar de sus valientes intentos como era de esperarse no tendrían mucha oportunidad ante el mejorado armamento del enemigo.

     Los primeros minotauros en llegar aplastaban a los soldados, con uno solo de sus movimientos eran capaces de romperle los huesos a los humanos, sumado a que envestían a la vanguardia con sus cuernos clavándolos en los escudos y pechos del enemigo para después sacudirlos por el aire antes de lanzarlos al suelo y que los aplastaran las demás tropas que venían por detrás.

     Decir que esto se trataba de una guerra era algo muy estúpido, cualquier raza que lo viera entendería fácilmente que se estaba llevando a cabo una masacre sin precedentes para terminar de exterminar no solo a un país sino a una especie entera.

     Sin oportunidad de a poco las fuerzas humanas retrocedían mientras los hombres rata se abrían paso entrando a las casas para saquearlas y asesinar a las familias que se resguardaban dentro, aunque principalmente serían llevados para trabajar como esclavos o aumentar los números de alguna granja de humanos para ser comida.

     A la fuerza un grupo de hombres ratas entró a una casa de madera de dos pisos y sacaron del interior a una madre con su hija, estos las separaron, pero la madre reaccionó con un cuchillo que tenía escondido entre la ropa para clavarlo en el ojo de un hombre rata y salir corriendo a abrazar a su hija quien lloraba muy asustada.

     Los demás hombres rata se percataron de esto y pensaron que lo mejor sería asesinarlas a ambas para ahorrarse un problema, una de aquellas bestias levantó en alto una daga y antes de clavarla en la espalda de la mujer una lanza se movió a la velocidad del viento y cortó al hombre rata en dos.

      Sus demás compañeros se sorprendieron ante la presencia de una mujer delgada y largo cabello azul al igual que sus ojos, ella vestía armadura enteriza blanca. –No se preocupen, estarán a salvo conmigo –habló la mujer con una sonrisa luminosa y tranquilizante–. Nos ordenaron protegerlos y cumpliré eso con mi vida si hace falta.

     La confusión atravesó por un segundo a los demás hombres rata, aunque al final de cuentas se trataba de una humana y ellos la superaban en número, rodeándola se dispusieron a matarla, aunque antes de poder llevar a cabo esa tarea la NPC miembro de los Planiti dio una vuelta de 360 grados y corto las cabezas de todos los que la rodeaban sin mancharse una sola gota de sangre. –Ja, ni siquiera fue necesario usar un hechizo.

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Acercándose cada vez más al castillo en el centro de la ciudad las oleadas principales de minotauros parecían ser suficientes para acabar con todo el ejército de los humanos, ante la inevitable envestida de uno de ellos un soldado intentó protegerse detrás de su escudo, pero fue totalmente inútil ya que unos largos y afilados cuernos atravesaron la madera para clavarse en su torso, los cuernos se retiraron y el enorme minotauro musculoso pisó el brazo del soldado que cayó al suelo, rompiéndolo en pedazos, los gritos del pobre hombre se hundieron en la demás avalancha de gritos y desesperación que inundaban toda la ciudad.

     Para su sorpresa el dolor no duró mucho ya que rápidamente se desvaneció al percatarse de que un líquido de color rojo caía sobre sus heridas, este provenía de una botella de cristal que sostenía una mujer que llevaba puesto un vestido de reina fusionado con una armadura y una gigantesca y extravagante espada.

     Tanto las tropas humanas como de minotauros se quedaron confundidos ante esto, ningún humano tenia los elementos o conocimientos necesarios en alquimia para desarrollar una poción de curación que fuera efectiva al instante y tan potente.

     La Reina Guerrera Júpiter observó llena de odio a aquellos seres antropomórficos con rasgos de toro, ella giró su cabeza a un lado con una sonrisa macabra. –Me parece que la desventaja ya ha terminado. –Acto seguido ella clavó su enorme espada en el suelo–. Espada de Damocles [Terror Sísmico]. –Las gemas incrustadas en la hoja de la espada brillaron y un terremoto azotó a los minotauros para que después se abriera una grieta en el suelo y los tragara a todos.

     Al momento de levantar la espada la grieta desapareció y Júpiter ayudó al hombre a levantarse, confiarían en ella porque los había salvado y se trataba de una humana también, aunque una que nunca antes habían visto. –Es hora de luchar compañeros, todavía quedan más minotauros aproximándose –dijo ella para generar un lazo de confianza e inspiración y que la ayudaran, aunque no fueran tan necesarios.

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En el final de las filas se encontraban los hombres mitad serpiente, algunos de ellos tenían una cola de serpiente y se arrastraban por el suelo mientras que otros poseían cabezas de serpientes; pero algo que todos tenían en común eran sus escamas de distinto color e intelecto superior al de los humanos, minotauros y hombres rata.

     Su capacidad de usar magia no era superior a la de los elfos, pero si mayor a la de las demás especies en el campo de batalla, ellos se encontraban al final de las filas y su trabajo consistía principalmente en revisar la zona y terminar de rematar a algunos soldados o humanos que hubieran quedado con vida.




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