La Leyenda de un Castillo en las Nubes

Parte Cinco: Cazadores de Espíritus.

Adentrándonos cada vez más en las profundidades del Bosque Encantado las ruedas de madera de la carreta giraban tan rápido como los dos caballos llegaban a trotar, guiándolos en el asiento del conductor se encontraba un hombre cualquiera poseído por un fantasma mercenario y en la parte de detrás nos encontrábamos todos los demás.

     Los troncos de los árboles eran tan altos que sus copas tapaban la luz del sol ocultando todo en una oscuridad similar a la de la noche, aun así, había suficientes fuentes de luz como para no tener muchos problemas al ver. 

     Esto era debido a unas flores azules que crecían en los árboles y arbustos las cuales irradiaban una luz celeste, sumado a esto también había pequeñas esferas que brillaban de un color amarillo a unos cuatro metros de distancia del suelo.

     Tampoco teníamos muchos problemas con el camino porque Jonathan seguía un sendero hecho con antelación <Si los humanos venían a cazar espíritus con frecuencia es de esperarse que hicieran rutas seguras> pensaba a la par que contemplaba maravillada las tierras salvajes donde nos encontrábamos.

     Por un segundo el paisaje que contemplaban mis ojos cambió radicalmente, pero aún permanecían algunas similitudes. Lo que mis ojos vieron fue una enorme cúpula en el corazón de un gigantesco edificio de metal y cemento, dentro había una réplica artificial de un bosque y al ser de noche era ligeramente parecido a este, pero a su vez incomparable <Eso queda como una basura al lado de esto> dejé salir un suspiro, estaba decepcionada por lo que se había convertido mí antiguo mundo, una tierra ahogada llena de desesperación.

     –Mi Reina Soberana de la Guerra. –Regresé a la realidad por las palabras de Saturno–. ¿Se encuentra bien? ¿Existe algún problema que podamos resolver?

     Estaba sorprendida por la tranquilidad con la que ella me hablaba, más tomando en cuenta que no estaba sentada a mi lado en la carreta. Sino que más bien la líder de los Planiti corría a toda velocidad a un lado, aplastando hojas secas y esquivando ramas y piedras con suma facilidad.

     Yo le insistí varias veces a ella y a Venus que se sentaran a mi lado, pero ambos eran tan tercos que me sacaban de quicio. Siempre salían con la misma excusa “No podemos estar a la misma altura que usted nuestra señora” así una y otra vez.  

      –No te preocupes Saturno, todo está en orden. –La observé por encima del borde de la carreta.

     –Como diga. –Aceptando mis palabras sin complicaciones ella volvió a alejarse para seguir corriendo un poco más a la distancia.  

     –Ahora que estamos hablando mi señora. –Se unió Venus a la conversación acercándose a su líder–. Quería infórmale que en nuestro camino he notado pisadas, parecen ser animales de cuatro patas, más de dos diría yo. Y junto a eso muchas ramas y hojas quemadas.

     Eso no sonaba muy bien y la verdad que no estaba muy complacida con nuestro grupo actual. Normalmente dentro de Leyenda Mitológica los grupos están formados por: un luchador, un tirador de daño físico, un mago, un sanador y un tanque.  

     Un grupo que no tuviera al menos uno jugador de cada uno de esos roles no sería muy eficiente o bueno. En nuestro grupo teníamos a cuatro luchadores y una especie de maga (Débora), si nos contábamos a nosotros tres se agregaría otra luchadora, un tanque y un asesino.

     No obstante, no nos encontramos dentro del videojuego y quizás las cosas eran diferentes aquí, así que me limité a darle una orden sencilla–. Mantente atento al respecto, y me informas si encuentras algo más. –El caballero Planiti asintió con la mirada y regresó al otro lado de la carreta.

     Por suerte para esos dos Planitis, sus razas y niveles les daban la agilidad, velocidad y fuerza suficiente para que no tuvieran problemas ante los obstáculos del bosque. Ambos pertenecían a la raza de los Olímpicos, Venus es de nivel 40 y Saturno de 100.

     Volví a perder mi mirada entre el oscuro bosque iluminado por flores mientras nos movíamos a toda velocidad <No debería preocuparme tanto por ellos> miré por el rabillo del ojo a las demás personas sentadas en la carreta: Los tres miembros de la Academia Difodiant y la encargada del desarrollo e investigación mágica, Débora.

     <Ayer estuvieron descansando, pero hicieron un calentamiento antes de salir> a la par que lo pensaba mi cerebro también recordó esa memoria fresca que tenía. Mientras ellos practicaban y calentaban sus músculos, Débora junto a Jonathan estaban terminando de preparar todo para salir en la primera misión de la academia.

     Fue entonces que justo antes de partir los aprendices y su maestro se acercaron a mí, me sentí un poco instigada cuando eso ocurrió, pero no lo hicieron con mala intención “Esta será nuestra primera misión, seremos reconocidos como un grupo. Es tradición que cuando esto ocurre se realiza un bautismo, y como tú eres la líder debes nombrarlos” me explicó el hombre cualquiera poseído con sus tres discípulos por detrás, como si fueran muy tímidos para pedirlo ellos mismos.

     Mi cerebro empezó a trabajar rápidamente y de imprevisto, por suerte recordé una conversación que tuve con Makemake donde ella me contaba lo molesta que estaba porque la escuela no enseñaba bien cosas de astronomía, y eso era lo que ella quería hacer de grande. Se desahogó conmigo hablándome sobre cómo no se les da el reconocimiento apropiado a todos los planetas del sistema solar.

     Por ese motivo los Planiti tiene nombres de planetas, en teoría nos faltaba crear unos miembros más, pero como pasó todo esto de la actualización y llegar a este mundo no pudimos hacerlo. Pero todavía recordaba los nombres de esos planetas ignorados por el mundo y los utilice para bautizar a los discípulos de Jonathan: Al caballero lo bautice como Ceres, y a las mujeres les puse Haumea y Eris.




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