La Leyenda de un Castillo en las Nubes

Capitulo Tres –Parte Uno.

Logre sentir como una fuente de calor impactó mis parpados iluminando el interior de un color naranja fuerte, realmente eso no me molestó y mi cuerpo lo tomó como un factor cómodo con el que podría haber seguido durmiendo.

     A pesar de que la posición en la que estaba durmiendo era muy acogedora me vi obligada a romperla cuando logré sentir una mano apoyarse en mi hombro y sacudir ligeramente mi cuerpo para despertarme.

     Me levanté para sentarme en el asiento de la carreta y a mi lado estaba Débora. –Estamos por llegar – indicó ella.

     –Gracias por despertarme. –Levanté la vista más allá del hombro de Jonathan, quien guiaba a los caballos y me encontré con los enormes muros de ladrillo de piedra de la muralla reconstruida.

     Todos los demás ya estaban despiertos también, bueno todos menos Haumea quien seguía descansando. Logré sentir como una pequeña mueca se formó en mi rostro al percatarme de eso <Si ella no despierta este día voy a pensar en usar magia más potente para ayudarla a sanar>.

     Las ruedas de madera se detuvieron en frente a la enorme reja de metal con púas, los guardias de la entrada la abrieron y nos dejaron pasar sin problemas al reconocernos. También noté como se alegraron al ver el botín que traíamos, los seis frascos de metal del tamaño de una cabeza llenos de Thelema de espíritus para hacer combustible.

     Mis ojos brillaron, del otro lado del muro la imagen que presenciaba era completamente diferente a la que tenía la última vez que estuve en la ciudad. Cuando fue la batalla solo podía ver sangre y cadáveres por todos lados, las casas quemándose o destruidas y todo en ruinas, ahora las reconstrucciones estaban en sus etapas finales y los gritos de desesperación fueron cambiados por charlas cotidianas y trabajos de rutina.

     Cuando la carreta siguió el camino de tierra hasta el castillo los campesinos a nuestro alrededor dejaban de hacer sus tareas, todos se acercaban para aplaudirnos, gritarnos halagos y cosas por ese estilo.

     Los caballeros parecían estar acostumbrados a eso y lo recibían de buena forma, aunque se sentía muy vergonzoso para mí, los únicos gritos que estaba acostumbrada a recibir eran de profesores molestos. En cambio, Venus y Saturno no reaccionaron, se mantuvieron indiferentes, pero me sentí un poco mejor al ver que no estaba sola, Débora reaccionó igual que yo.

     Las casas alrededor eran todas simples y algo pequeñas: los suelos eran de tierra, las paredes de madera y los techos en forma piramidal consistían de una mezcla de paja, estiércol y barro. Sumado a eso cuando una mujer abrió la puerta para que sus hijos salieran a ver la carreta también salieron varios cerdos, supongo que los mantenían dentro de casa para que nadie se los robara.

     Continuamos por el sendero por un rato y gradualmente el estilo del lugar fue cambiando, las casas aumentaban su tamaño y el material de construcción era principalmente la piedra y madera.

     A este se le agregaba el hecho de que ahora había algunas de dos pisos, a las afueras había pilares de madera con esferas de vidrio con un agujero arriba donde se colocaban velas para iluminar las noches.

     <Siento que están muy marcadas las diferentes clases sociales> otro recuerdo del mundo del que provengo me azotó. La impotencia y rabia que me daba pensar en el abismo entre las dos únicas clases sociales era enorme <Mis amigos y yo salvamos a los humanos para que no se repite lo que pasó en nuestro mundo, en otro momento hablare con ellos sobre intentar mejorar la clase social baja sin alterar el balance la clase alta>.

     Al final de nuestro trayecto las viviendas desaparecieron, en cambio todo el espacio fue utilizado para las zonas de cultivos. Había grandes molinos de maderas, pequeños ríos artificiales que llegaban a los sembrados y campesinos arando los campos con ayuda de esas extrañas ovejas con seis patas. Si no me equivoco Ovis Nun Vult eran sus nombres.

     Débora y Ceres cargaron el cuerpo de Haumea. –Lo llevaremos a que lo vea un médico –me indicó ella.

     –Nosotros llevaremos nuestro botín adentro –agregó Jonathan preparándose para cargar los jarrones junto a Eris.  

     –Si nos disculpa mi Reina Soberana, nosotros nos reuniremos con nuestros compañeros Planiti –concluyó Saturno a lo que respondí con un movimiento de cabeza afirmativo. Yo también tenía algo en mente para hacer.

-----O-----

La puerta de la oficina detrás de la sala del trono se abrió bruscamente y generó un fuerte impacto contra la pared, eso fue más de lo que esperaba y me dejó algo confundida por un segundo, estaba molesta pero no tanto.

     Una gran mesa de madera con muchos documentos encima era lo que más destacaba, la cantidad de papeles había disminuido drásticamente desde que Auron empezó a ayudar con todo.

     Analice el lugar por un segundo, Amas Imak no se encontraba por ningún lado y no conocía el motivo de eso, pero estaba agradecida para que no me viera en mi estado de ahora.  Ludwig era el único presente y sus ojos se iluminaron de alegría al verme. –Mi Reina Soberana, ya regresó de su misión. Imagino que les debe haber ido excelente con usted.

     La alegría del niño de nivel 100 se transformó en incertidumbre cuando mantuve mi rostro serio y algo molesto. –¿Por qué no me dijiste de las armas hechas con ese mineral? –Fui directo al grano–. Venus no logró hacerle ni un rasguño a ese espíritu de fuego, pero los demás siendo mucho más inferiores en niveles sí.

     El Maestro de Nivel abrió su boca para hablar, pero no permití que salieran las palabras. –¿Lo sabias Ludwig? ¿Sabías que eso pasaría?

     Su rostro lleno de confusión mutó en una boca temblorosa y ojos lagrimosos, el niño vestido con ropas de rey se puso de pie para expandir sus brazos sobre la mesa y arrojar al suelo absolutamente todo lo que estuviera sobre ella. Generando un fuerte golpe seco él inclinó su cabeza golpeándola contra el mueble.




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