La Leyenda de un Castillo en las Nubes

Parte Dos.

En comparación con la última vez, ahora se encontraban dos carretas de madera y cuatro caballos. Me encontraba en la parte de atrás revisando que estuviera todo lo que necesitamos para nuestro viaje.

     Personalmente resultaba muy irónico que yo estuviera haciendo esto ya que soy el que menos lo necesitaría. –Alimentos, listo; agua, lista.

     –¿Por qué son tantas cosas? –preguntó DreamMurr acercándose por detrás, por solo oír su voz ya sabía que se trataba de él.

     Una vez que me aseguré de que estuviera todo me voltee para mirarlo, como me esperaba el elfo no se encontraba solo, sino que una resplandeciente mujer de reveladora armadura lo acompañaba <Astros esta específicamente diseñada para cubrir las carencias de Alan, es obvio que para un combate él la traería> sacudí mi cabeza para dejar de lado ese pensamiento y concentrarme en lo importante. –No me digas que pensaste que íbamos a ir solos.

     –Obvio que sí, sí.

     Fruncí un poco mis cejas. –No sabemos cuántos habrá, como mínimo contaron seis. Planee dividirnos en dos grupos. Nosotros tres, por un lado. –Hice un gesto con la mano para abarcarnos–. Y otro grupo por el otro, así seremos más rápidos y eficientes.

     Como me esperaba, a mi mejor amigo no pareció gustarle mucho la idea. –¿Y dónde está el otro grupo? –quiso saber con las manos en la cintura.

     Observé para otro lado del establo e hice un silbido, rápidamente unas personas se acercaron a nosotros. –Ella es una noble, se llama Débora. –Le presenté la mujer a mi compañero y ella saludó muy respetuosamente–. Discúlpame por hacerte ir de vuelta tan pronto, pero eres la que mejor conoce esa zona.

     –Por favor mi Salvador no hay que disculpar, si es para tener una zona más segura hasta me quedaría a acampar. Y con ustedes acompañando seguro será algo fácil y rápido.

     Me preocupó la forma en la que habló esa mujer, era muy similar a las creaciones del castillo <Solo espero que Ludwig no este teniendo mucha influencia sobre el pueblo> reflexioné un poco preocupado.

     Uniéndose a nosotros también se acercó una de las estudiantes de la Academia Difodiant, Haumea, era otra mujer con una armadura ligera y que tenía un parche de cuero marrón en su ojo izquierdo y su cabello también estaba más corto a comparación de las demás mujeres caballeras. –¿Estas segura de querer ir de vuelta? –quise saber obligándome a estar preocupado por su estado.

     Ella cerró su ojo bueno. –Sentí que perdí la batalla en las Tierras Salvajes, quiero intentar redimirme.

     Su determinación llenó una sonrisa en mi rostro. –Esta bien.

     El humanoide de orejas puntiagudas y traje militar se me acercó para hablarme al oído. –¿Estas tonto? Estas no van a lograr hacerle nada a un solo Hell Hound.

     –Es verdad, principalmente las llevo por si aparece algún espíritu. Ellas sabrán lidiar bien con eso.

     –Pero no podrán formar un segundo grupo solas, morirán.

     –Pucha, ya se eso. No las llamé solo a ellas sino a un poco de ayuda extra. –Mi mejor amigo se alejó de mi un poco confundido y yo señalé con la mirada la entrada al interior del castillo. DreamMurr se volteó y reconoció al instante los seres que salieron.

     Todos los guardias armados del castillo, quienes eran los mejores de la ciudad, reaccionaron al instante al presenciar a uno de los dos seres. Todos se apresuraron en rodearlo para impedirle el paso y apuntaron sus espadas y lanzas al cuello.

     –¡Rocco! No los asesines –indiqué y el Vigilante de Área les dirigió a los guardias una mirada de superioridad y confusión. No tuvo problemas en derribar a los 10 guardias con menos de seis movimientos. La diferencia entre el nivel 63 de Rocco y los guardias menores a nivel 10 era impresionante.

     Las dos mujeres parecieron quedar avergonzadas de lo débiles que eran las fuerzas de su país mientras los dos NPCs siguieron acercándose a nosotros. –¿Por qué lo atacaron? –le recriminó DreamMurr a la noble y caballera.

     –No sabía que desconocían ese hecho –declaró Débora desconcertada y acomodándose sus lentes redondos de color negro. Ella observó a Rocco–. ¡Es un Licántropo! –Con sus ojos señaló la cola y orejas del can que poseía él–. Es una de las Altas Especies del Reino Carmesí.

     –Reconfirmo lo que dijiste, no sabíamos ese hecho. –Me llevé la palma abierta al pecho–. Pero los Licántropos que aparezcan con nosotros son buenos, no malos ¿entendieron?

     La caballera y la noble aceptaron eso a regañadientes, no estaban conformes, pero al tratarse de nosotros parece que no tuvieron otra opción.

     –Me disculpo mucho por el malentendido que causamos. –Inclinó la cabeza Rocco a mi lado. Él no parecía querer disculparse, pero sentí que lo hizo para demostrar que era más cercano a nosotros que ellas dos, aunque no entiendo el porqué.

     Pero el Líder de la Orquesta Sinfónica de Metales no se encontraba solo, alguien más lo estaba acompañando. En estatura esta otra persona era menos alta que Rocco, su cuerpo moreno apenas era cubierto por unos pantalones muy cortos decorados con telas negras. Aunque a diferencia de su pecho y piernas totalmente desnudas, portaba varias decoraciones de oro en los brazos y cuello, junto a un par de orejas de oro de un chacal sobre su pelo negro.

     Uní mis dos manos, feliz. –Esta es la primera vez que sales del castillo ¿O no Nimra? ¿Qué te parece?

     Él tenía una expresión serena en el rostro. –Todo se ve muy lindo y llamativo, muchas gracias por tomarme en cuenta para esta tarea –contestó de forma algo suave y tímida.

     DreamMurr abrió los ojos, sorprendido, sus orejas puntiagudas expresaron su sorpresa moviéndose para arriba. –Ufff, realmente se siente como estar hablando con Archiduc981.

     Alejé mi vista al suelo. –Así es. –Pero no era momento de ponerse melancólico, era momento de actuar–. ¿Trajiste lo que te pedí?  




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