La Leyenda de un Castillo en las Nubes

Parte Tres: El Beholder.

El sonido de muchos pasos suaves hizo que de a poco mi sueño se fuera desvaneciendo hasta el momento en que abrí los ojos. Cuando desperté lo primero que note fue el desbalance que se sentía en la gran cama donde descansaba, me encontraba sola en la cama, no había nadie más en ambos costados.

     Aunque cuando recién llegamos a este mundo me sentía algo incomoda al respecto, ahora ya me había acostumbrado a dormir acompañada. Me senté en la cama y dos jóvenes chicas se acercaron con una bandeja y el desayuno en ella. –Buenos días nuestra señora, espero que haya descansado bien.

     –Por suerte si. –Diferente a las túnicas y sandalias que suelen llevar, en esta ocasión ellas dos vestían un uniforme de sirvienta de un estilo europeo renacentista.

     Me senté en la cama para comer lo que me trajeron y fue ahí que mi cerebro terminó de activarse, en los costados de la habitación estaban los demás. Los dos jóvenes y muchachas faltantes se encontraban semidesnudos, normalmente suelen vestir así, pero esta ocasión era diferentes, estaban vistiéndose con trajes de sirvientes similares a los de las otras dos.

     –Espero que no la hayamos despertado –dijo uno.

     –Eso es imposible, hacen un buen trabajo silenciando sus movimientos –contesté con una sonrisa. Eran tan sigilosos que ni siquiera me percaté cuando se levantaron de la cama, y eso que hablábamos de seis personas–. ¿Y qué tal la están pasando con sus trabajos?

     A la par que masticaba unas tostadas con mermelada uno contestó. –Excelente, es todo lo que nos hacía falta nuestra señora.

     –Muchísimas gracias por dejarnos hacer esto –agregó otra.

     –Mientras ustedes estén bien no hay problema. –Luego de tragar sentí una sonrisa involuntaria en mi rostro < ¿Así es como se siente una madre con sus hijos? Qué lindo sentimiento> en un principio diseñé a los seis homúnculos de nivel 5 solo para que me ayudaran a sentirme bien cuando estaba algo bajoneada.

     Ellos tenían una piel muy suave y sus cuerpos irradiaban mucho calor, así que dormíamos juntos también, además de que fueron muy insistentes con esa petición. Pero luego de que salía por la tarde ellos se quedaban aquí, aburridos, esperando a que regrese. Un día hace no mucho me dijeron que querían ser igual de útiles que los Planiti, hablé con mi mejor amigo al respecto y ahora tienen horarios y trabajan como parte del cuerpo de sirvientes del Noveno Nivel, y todo el castillo en general.

      Tomé el vaso de leche caliente al lado de las tostadas <Ignorando el hecho de que todos son jóvenes adultos y dormimos juntos,> continué con mi línea de pensamiento anterior <pero no hacemos nada raro o más aparte de dormir abrazados y cómodos, no debería sentirme rara al respecto>.

     Dejando eso de lado alguien tocó la puerta y una de las jóvenes fue a abrirla, lo suficiente para poder sacar su cabeza y ver de quien se trataba, aunque no tanto como para dejar ver todo el interior de la habitación–. Es el Rey Soberano de la Ruina, el señor Theithir.

     Corrí a un costado las sábanas que cubrían la parte inferior de mi cuerpo, al hacerlo me llevé una gran sorpresa cuando noté que la falda blanca que uso de pijama estaba manchada de sangre, al igual que las sábanas alrededor de donde estaba mi cintura cuando dormía <¿Esto es una maldita broma?> dejé salir un suspiro <Bueno, soy humana en este mundo también al fin y al cabo>.

     –¿Sucede algo señorita Júpiter?

     <¿Ellos lo habrán notado? Dormían a mi lado y se despertaron antes> si estuviera en mi anterior mundo y por algún motivo hubiera dormido junto a alguien, esta situación me hubiera avergonzado bastante. Pero con estos seis NPCs sentí que avergonzarse o algo similar sería muy tonto. –Si, necesito que limpien estas sabanas y mi ropa. –Me giré para ver a la chica que todavía seguía en la puerta–. Dile a Theithir que me espere un poco.

     Después de solucionar ese imprevisto me coloqué mi armadura y salí para encontrarme con ese espectro de piel morena, ojos heterocromáticos y cabello color miel. –Hola, no me había enterado que regresaron.

     Los dos nos dimos un fuerte abrazo. –Fue ayer a la noche, apenas lo hicimos y DreamMurr se fue a dormir. Yo espere hasta ahora para avisarte.

     –Qué suerte.

     –Gracias por cuidar el castillo en nuestra ausencia, pero ahora es tu turno.

     Levanté mi brazo como si quisiera mostrarle los músculos, algo difícil por la armadura. –Asi es, encargarme de ese Beholder.

     –Aunque los Hell Hound son idénticos al videojuego, no deberíamos confiarnos con lo demás y menos ya que en todo el reino no hay información de ellos. Te recomendaría enviar un pequeño equipo para que analicen a la criatura y esas cosas. –Ay mi amigo siempre se preocupa por todo, aunque no le incumba.

     –Pero…–No pude objetar nada ya que él me interrumpió.

     –No te preocupes, hice un pequeño experimento. Utilice el Arpa de los Siete Colores, en efecto puede revivir seres y si son de nivel 60 para abajo evita la penalización de perdida de experiencia.

     Esa información era demasiado valiosa e importante, me alegré muchísimo al oírla, pero fue un sentimiento momentáneo porque surgía una interrogante clara. –Eso es súper, pero o sea ¿debería preocuparme por la forma en la que confirmaste eso?

     –Por suerte no.

     –Bueno, muchas gracias por ese dato. Entonces no tendré miedo de mandar a algunos Planitis para verificar que tal es el Beholder. –Y creo que ya tenía a los indicados en mente.

     Los dos nos despedimos y regresé al interior de la habitación, esta vez los seis homúnculos ya estaban todos vestidos con sus uniformes y listos para salir a trabajar <Son más lindos cuando tienen menos ropa> intenté contener la risa pervertida que provocaba mis pensamientos para centrarme en lo importante. –¿Alguien sabe dónde está Saturno?




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