Arco: “El Asedio del Coloso no muerto”
La habitación no solo era de un profundo negro que daba la sensación de tragarse toda la luz, sino que también sus proporciones eran enormes, con estas dos características juntas la vista de alguien normal no llegaría a ver el fondo ni el techo del lugar.
Una larga alfombra de suave terciopelo rojo se extendía desde la entrada hasta el centro de la habitación, allí se encontraba una zona elevada por unos cinco escalones y en su cima yacía un majestuoso trono que pareció hecho de una sola pieza de oro puro gigante que denotaba tener un medio sol saliendo por detrás.
Para evitar su dureza e incomodidad había varios almohadones rojos donde el cuerpo del custodio del lugar descansaba plácidamente hasta que fue su hora de despertar. Un pequeño reloj de arena llegó a su final y activó una campana, no hizo falta más de un tintinar para que Ludwig se despertara.
A comparación del tamaño del trono que servía como su cama, su cuerpo solo llegaba a ocupar una tercera parte de este. Por ese motivo él dormía de una punta y en la otra dejaba su ropa. Las prendas e ítems mágicos entregados por obra y gracia de su divino Rey Soberano de la Ruina y creador.
El niño que tapaba su cuerpo desnudo entre las sábanas blancas se acercó a la otra punta para colocarse sus ropas e ítems antes de ponerse de pie, solo que en esta ocasión también se guardó un anillo que no formaba parte de su equipo original, pero al que le dedicó perdidamente la vista un momento.
Las paredes negras a los distantes costados tenían dibujos hechos de oro y piedras preciosas que recordaban a los de la civilización Maya, lo que nadie sabía es que en uno de esos se encontraba la entrada oculta para la Sala de Cesar; donde la Palma de un Ojo Divino custodia el Legado del Clan.
–Otro día de hacer enorgullecer a los Reyes Soberanos por habernos creado. –A la par que sus zapatos negros pisaban la alfombra Ludwig Ibrahim movía sus hombros en círculos de arriba abajo para hacerse tronar todos los huesos.
La alfombra que pisaba era el final de todas las alfombras que se expandían a lo largo de todo el Noveno Nivel, a sus dos costados se encontraban colocadas de forma simétrica estatuas de dos metros vestidas con armaduras de alto nivel. Se trataba de caballeros golems que se activarían con la llegada de intrusos y que fueron creados por Lola, encima de cada uno colgaba un pequeño candelabro que ayudaba a iluminar el lugar.
Cuando el Maestro de Nivel se detuvo había una gigantesca puerta rectangular de cuatro metros de alto con gravados en ella, a pesar de la impresión pesada que daba, al niño no le tomó más de un ligero movimiento de su mano para abrirla y salir de la Sala del Trono hacia el Palacio Real.
–Los Reyes Soberanos ya se divirtieron acabando con ese Beholder, así que ahora me toca encargarme del resto. –Pensaba Ludwig en voz alta, organizando sus actividades del día del hoy.
Caminando tranquilamente por el lugar se encontró con un par de sirvientas Ninfas las cuales detuvieron sus actividades de limpieza para saludarlo muy respetuosamente, este último se limitó a hacer un gesto con su mano para devolver el saludo con una sonrisa de superioridad. Él disfrutaba mucho del cargo que se le confirió, aunque quizás no sabía que estaba programado para disfrutarlo.
Antes de llegar a la puerta de madera que conectaba con el Reino de Kereszt el niño logró escuchar unos pasos apresurados en su dirección, se giró casualmente para ver de qué se trataba y se encontró con uno de sus subordinados directos. El Vigilante de Área del Teatro y líder de la Orquesta Sinfónica de Metales–. Roxander Alegría Alemania.
–Discúlpeme por molestarlo Maestro –habló este último con la respiración entrecortada. Su superior no le dio importancia a eso y se concentró en la pila de papeles que cargaba con sus brazos–. Este es todo el trabajo terminado relacionado al reino humano, por parte de Auron.
Ludwig levantó una ceja al recordar a aquella molesta persona. –Ya veo, y pensaba que podría darme el gusto de regañar a ese idiota. Bueno, muchas gracias. –Utilizando una sola de sus manos el niño tomó la carga de toda la pila de papeles, que fácilmente era más alta y pesada que él–. Ahora puedes retirarte, yo estaré en el castillo de Rec´Sent.
El Licántropo se despidió y con su otra mano el Maestro de Nivel abrió la puerta para llegar al reino humano, allí también fue saludado por unos guardias humanos que custodiaban el castillo. Estos últimos intentaban permanecer inexpresivos, pero les fue difícil ocultar su sorpresa cuando presenciaron a un niño menor de diez años cargar una pila de documentos mayores en tamaño y peso a él.
<Yo sé que mi señor le pidió a Auron ayudarme para no tener tanto trabajo, pero me cuesta muchísimo confiar en él ¿Debería solo por las dudas revisar todos estos documentos otra vez?> caminando tranquilamente el niño con ropas de la realeza se dirigió a la patética sala del trono de este otro castillo <Si alguien más se enterara de seguro pensarían que desconfió de mis compañeros, ya que ese es solo el caso con Auron. Sería el problema si otros asumen eso también>.
Al llegar al final de la burda imitación de una sala del trono, incomparable con la que sus Reyes Soberanos diseñaron para él, utilizó su otra mano libre para abrir la puerta y pasar a la oficina donde dejó la pila de papeles. La pobre mesa de madera rechinó contra el suelo al asumir todo el peso, parecía que en cualquier momento se rendiría y rompería.
–Bueno, solo revisare la mitad y si están bien dejare la otra mitad sin revisar –se dijo a sí mismo el niño con una sonrisa y los brazos en su cintura.
Aprovechando metió la mano en su bolsillo y volvió a sacar el peculiar anillo dorado con una gema verde oscura en su centro <Todavía falta para que Amas Imak llegue> volviendo a perder su mirada en el anillo. Con eso en mente él se sentó en la mesa para empezar a revisar los documentos.
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Editado: 07.09.2023