La Leyenda de un Castillo en las Nubes

Parte Cinco.

Un joven hombre dormía plácidamente en su cama, la cual estaba hecha de mejores materiales que las demás en el castillo, y aunque su reloj interno sabía que se acercaba la hora de levantarse realmente no quería hacerlo. Ayer tuvo trabajo extra inesperado y eso agotó sus reservas de energía.

     Lamentablemente y en contra de sus deseos la puerta de la habitación se abrió, unas cuatro sirvientas entraron al cuarto listas para ayudarlo. Pero ellas se llevaron la sorpresa de que el noble al cual debían servir todavía estaba en cama, durmiendo plácidamente con una sonrisa a la par que abrazaba su almohada.

     Si él no se despertaba nada de lo demás funcionaria, bueno, quizás si funcionaria un poco, aunque no por mucho tiempo, para cuando acabara el día un desastre se provocaría. Con eso en mente las cuatro sirvientas decidieron actuar.

     Una se acercó a la ventana y corrió las persianas para dejar entrar la luz, eso molestó lo suficiente al noble como para que su cuerpo se moviera y sacara sonidos de irritación del interior de su boca.

     Del otro lado de la ventana podía verse una gran parte de la ciudad, el castillo de la capital de Rec´Sent tiene cinco pisos, todos los nobles que sobrevivieron a la guerra tienen sus habitaciones en el tercer piso, lugares de ocio y comida en el segundo, la sala del trono, la oficina y la biblioteca en el quinto, y en el subsuelo estaba el almacén.

     Otras dos sirvientas corrieron las sábanas de la cama para sacudir ligeramente el cuerpo del hombre, Amas Imak no tuvo más opción que abrir sus ojos y despertarse al final. Una vez sentado al borde de la cama la cuarta sirvienta le trajo su ropa mientras las demás lo ayudaban con su higiene como peinarlo, traerle el material para cepillarse los dientes, etc.

     –Muchas gracias –habló el hombre bien arreglado y recién despertado con un bostezo al final, todavía tenía sueño, pero ya nada podía hacerse. Llegó la hora de trabajar.

     Acompañado de las cuatro sirvientas, los cinco caminaron por el pasillo del castillo hacia el comedor, en el camino se encontró con una noble que también era seguida por dos criados. Ambos se saludaron antes de seguir cada uno su camino.

     Un poco más de la mitad de la población del Reino de Kereszt murió en el tiempo que estuvo la guerra contra el Reino Carmesí, Amas ya se había acostumbrado un poco a que el lugar estuviera mucho más vacío que de costumbre. En el pasado, cuando era el consejero de su hermano, el rey, tenía ocho sirvientas asistiéndolo y ahora solo cuatro; aun así, era el noble con más sirvientes.

     Dos de las sirvientas le abrieron las puertas para ingresar al comedor, el lugar consistía de una habitación grande hecha de piedra y con pilares de madera, había unas pocas telas costosas con pinturas y cuatro mesas rectangulares que formaban un cuadrado con las puntas cortadas.

     Como era de esperarse otros cuantos nobles también se encontraban allí listos para desayunar, aunque ninguno tenía comida todavía <En las horas de la comida ningún noble podía comer hasta que el rey diera el primer bocado, no entiendo como mi hermano lo hacía, yo no puedo acostumbrarme a eso> Amas no tenía el título de rey ya que en su acuerdo con el representante de sus Salvadores se acordó que se formaría un Triunvirato, eso podría garantizar la supervivencia del reino.

     Todos los demás miembros de la nobleza lo saludaron mientras él se dirigía a su lugar, una vez sentado todas las sirvientas y criados se marcharon para por fin traer la comida. Antes de que los platillos llegaran fue sorprendido por alguien más. –Buenos días tío –le habló una voz infantil que lo abrazaba desde el cuello.

     El hombre de barba negra se volteó y levantó una mano para agarrar el brazo de su sobrina, como si no quisiera soltarla para asegurarse de que no volvería a ser secuestrada. Una vez que ese pequeño trauma se desvaneció Amas reaccionó. –¿Qué tal Ingrid?

     La pequeña niña no se encontraba sola, sino que Débora estaba detrás, ambos se saludaron también. –Muy bien –contestó la niña de cabello rubio con una tiara y vestido blanco–. Hoy tengo clases de magia, ella me enseñara a dibujar pergaminos de bajo nivel.

     –Empezaremos por lo esencial –agregó la mujer con lentes negros.

     –Qué lindo, después cuéntame que aprendiste ¿sí? –Esa niña había heredado muchos rasgos de su madre, la antigua reina, por ese motivo le era casi imposible a Amas evitar recordarla, aunque casi obligatoriamente ese recuerdo venía acompañado de cuando fue asesinada junto al rey por unos Yuantis. Un doloroso recuerdo que él guardaba en lo profundo de su destruido corazón.

     Encerrando su tristeza interna se concentró en las siguientes palabras que le dijo su sobrina. –Oye tío, ayer no vi a Ludwig por ningún lado ¿sabes si le pasó algo? Quería agradecerle por el anillo que me dio, es muy lindo.

     Era entendible que ese niño no humano estuviera ausente hace tres días, cuando fue a enfrentar el segundo ataque del Reino Carmesí, pero conociendo lo exageradamente puntual que es a Amas le pareció extraño que faltara ayer, aunque tenía la esperanza de que si vendría hoy. –No estoy seguro, pero apenas lo vea le preguntare querida.

     –Muchas gracias. –El abrazo entre ambos terminó cuando los sirvientes y criadas trajeron consigo los platillos del desayuno.

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 Una vez que acabó el desayuno cada uno de los miembros de la nobleza se retiró para realizar sus labores, Amas no era excepción a esto, mientras las sirvientas se quedaban a limpiar la cocina y el comedor él se dirigió a la sala del trono. Abrió la puerta al final para entrar a la oficina de trabajo y se llevó de nuevo una sorpresa al percatarse que tampoco hoy había venido Ludwig.

     –Es imposible pensar que llegaría tarde, ese niño siempre llega con bastante antelación. –Con una mano en su barba el hombre pensaba en la situación–. ¿Habrá muerto en el segundo enfrentamiento con el Reino Carmesí? –Él solo se respondió esa pregunta al instante–. ¡No! –Acompañado de una risa nerviosa–. Eso es imposible, lo vi luchar en la primera batalla, ni aunque quisiera lo veo capaz de morir en esas circunstancias ¿Pero entonces que está sucediendo?




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