"No puedo ni quiero evitarlo, simplemente me gustas"
Liz Covath
Hay momentos en la vida que uno se siente morir, hoy fue uno de esos días para mí. Y no porque haya pasado algún accidente o sufrido la típica ruptura de pareja, porque tú sabes bien que ni pareja tengo, (triste realidad).
Pero no quiero desviarme del tema. Lo diré ¡Demian me tomó de la muñeca! Sí, como lo lees, irrumpió en la biblioteca, me haló de la muñeca y me arrastró con él hacia afuera. Por un momento sentí temor, creí que me golpearía en el pasillo, ahí enfrente de todos, pero no fue así. Sus manos no se apartaron de mí, no miró atrás ni dijo ninguna palabra. Yo por el contrario me dejé llevar, tragándome todas las preguntas que quería hacerle, entre ellas, "¿a dónde vamos?"
Dentro de poco sería el partido, ayer le entregué mi carta anónima, poniendo en ella mis sentimientos hacia él, esperando que dijera algo, cualquier cosa, pero me demostró con acciones que no le interesaba saber nada acerca de ese chico que estaba enamorado de él. Simplemente se levantó y se fue, no volví a tratar el tema, Demian tampoco me habló, parecía en su mundo.
Cuando llegamos a la azotea de la escuela me soltó. Demian caminó por toda el área sin decir una sola palabra. Finalmente me miró y me extendió un papel. Yo sabía qué era, era mi carta, ¿cómo no iba a reconocerla?
—Es la carta de ayer —me dijo. Maldito, y hasta ahora lo comentaba—. No sabía si mostrártela, fue demasiado... solo no te burles.
Vaya, en ese momento fue como volver a la tranquilidad. Demian no sospechaba de mí, en realidad estaba casi seguro de que no lo hacía, porque de lo contrario me hubiera encerrado en mi habitación de por vida.
La desdoblé y volví a leerla. ¿Cuántas veces lo hice antes de entregársela? Decenas, sabía exactamente qué decía, podía recitársela en ese momento, pero no era buena idea.
—Me imagino que te tomó por sorpresa, ¿tienes alguna idea de quién pueda ser?
—No. Es la primera vez que un... —le costó decirlo—, que un chico me escribe.
—¿Te da curiosidad?, ¿te gustaría conocerlo? —me atreví a decirle.
—No. No quiero tener que tratar con alguien así. —Me contuve, me contuve, ¡te lo juro! Fue difícil no golpearlo.
—¿Por qué?
—No me gustan los hombres, Levi. No soy igual que mi padre. —El silencio fue incómodo, Demian no me miró el resto del tiempo. Finalmente se acomodó la mochila en su hombro y avanzó hacia la salida, solo que al pasar a mi lado me arrebató la carta de mis manos.
Se la llevó... ¿Por qué llevarse algo que le desagrada?
¿Podría ser que Demian estuviera luchando por no ser igual a su padre?, ¿había una mínima posibilidad de que sintiera atracción por los hombres, o en específico, hacia mí?
Me he quedado el resto del tiempo aquí en la azotea. Falta poco para el partido, mis lentes descansan dentro de mi mochila, creo que es hora de dejar mis lentillas y atreverme a actuar. El segundo paso para conquistar será efectuado ahora. Demian, aquí te va una indirecta.