La lista de Malena Jal

Capítulo 3

El tren frenó de golpe y tan fuerte que el rechinido de las ruedas fue brutal para mis oídos, sin mencionar que me caí del asiento, ahre, ya lo mencioné. Al menos hubo risas.

 

Nos dejó en un lugar desértico en personas pero abundante de árboles y vegetación algo muerta, era mitad del día. El sol pegaba con intensidad, nos olvidamos del invierno, parecía otoño. Mar se sacó su gorro dejando lucir su majestuosa cabellera negra y flequillo recto bien peinado, Eli hizo lo mismo pero dejó lucir su pelo corto rosa, esa cresta color eléctrico que le queda genial solo como a alguien tan extraordinaria como ella podría. Pero yo no, me dejé el gorro porque tapaba parte de mi pelo. Esas canas que me avergüenzan, y rizos sin forma.

 

Estuvimos un día entero viajando en tren y ahora nos esperaba otro transporte. Estiramos las piernas y caminamos con las mochilas a cuestas. Cuando las personas que viajaron con nosotras se dispersaron, quedamos solas, hasta claro, llegar a la estación de ómnibus donde iríamos hasta Santa Cruz. Creo que debimos recorrer Bahía Blanca o algo parecido, que de verdad sea una odisea, se supone que es un viaje para relajarnos y dispersarnos, pero Mar y Eli no se llevan del todo bien entre ellas, se puede decir que soy el hilo que las conecta. Así que fuimos directo a la terminal y esperamos horas ahí sentadas. Qué aburridas.

 

El viaje se volvía incómodo de a ratos. Eli no paraba de usar su celular, nos ignoraba bastante. Mar tiene uno que apenas anda, por lo que yo no usé mucho el mio para hablar con ella. Mientras esperábamos el bus, me arrepentí de quedarme dormida en el tren, seguro me perdí de muchas cosas como paisajes hermosos y que no iba a ver otra vez porque la ruta planeada para volver a Buenos Aires es otra. Literalmente, vamos a hacer una “o” alrededor de Argentina.

 

La temperatura bajaba al cabo que el sol caía, y sí, también tiene que ver que estamos más al sur, y todavía queda recorrido. Después de cinco horas de estar inmóviles en unas sillas de plástico, vino nuestro ómnibus.

 

La ruta es tenebrosa de noche, y con más razón porque íbamos arriba en el segundo. Veía el transporte moverse de lado a lado, me dio vértigo al punto de sentir calor. Imaginé muchas veces que íbamos a chocar.

Al cabo de tres horas de haber subido, creí que debía dormir, las chicas ya estaban descansando y no se veía nada afuera. Pero los nervios me tenían mal.

 

Saqué un libro de páginas blancas donde anoto cosas random que me ayudan a crear historias. Escribí sobre lo que sentí y los colores fríos del invierno, sobre los paisajes pobres que alcancé a ver y lo vacía que me siento. Esta aventura me sabe mal. No sé ni en qué momento acepté que ellas vinieran. Por ahí tenía que esperar… o por ahí era mejor no hacer nada.

 

—Podes escuchar música.

 

—No, aunque justo pensaba en un par de canciones. Mira la tele —miré la pantalla en el extremo del pasillo, estaban pasando una película turca—, podrían poner algo mejor como Esperando la carroza. Igual, tengo que dormir así mañana puedo estar diez puntos para boludear —cerré y guardé la libreta con la lapicera—, sino yo voy a estar dormida y ellas no.

 

—Ai, sabes tan bien como yo que este viaje va a terminar de dos maneras.

 

—No, son solo suposiciones.

 

—No se soportan entre ellas, boluda. Y a penas se fijan en vos. Solamente están acá por miedo a que hagas algo, pero la verdad es que no les interesa, quieren tener una excusa para no sentirse responsables. Me molesta que sean doble cara, creo que te mereces mejores amigas. A la gente no le importa que tengas un arma, hasta te pueden dar las balas, pero después se horrorizan cuando te la pones en la boca y jalas el gatillo.

 

—Bueno, creo que ya voy a dormir —me acurruqué para dormir.

 

—No quiero que te lastimen como ya hicieron antes.

 

—Fue una boludez…

 

—¿Malena? —preguntó Mar entredormida desde el asiento de enfrente, todas estabamos en diferentes lugares, Eli seguía durmiendo—. ¿Con quién hablas?

 

—Con nadie —respondí segura—, por ahí estabas soñando, yo no dije nada. Seguí, que vamos a llegar recién mañana.

 

Sin notar nada, se acurrucó y volvió a dormir. Yo intenté hacer lo mismo, no sin antes mirar al asiento vacío a mi lado, aunque solo yo lo veía lleno.

 

Se refería a que Mar dejó de hablarme mucho tiempo cuando consiguió novio, y Eli me había cambiado por una amiga más normal. Pero cuando ambas vieron que los intentos de suicidio no eran broma, volvieron a mí. ¿Eso quiere decir que les importo? Dicen que si los amigos están ocupados y no tienen tiempo para vos, ya lo van a tener, y que piensan en vos, pero, ¿cómo lo voy a saber si solo me ignoran y aparecen cuando mi hermano mencionó que por poco me abro por completo una muñeca? Creo que si de verdad te importa un amigo, a pesar que no tengas tiempo, das una señal. Supongo que ahora lo tienen en cuenta para no tener que verme en mi funeral. ¿Debería cambiar por ellos? Hablo de la gente que dice quererme. Aunque así terminará esto.




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