Camino a Paraguay, en una posada junto a la carretera por Mendoza conocimos a dos chicos más jóvenes que nosotros pero con más cancha. Exactamente como si fuera una ciencia, me enseñaron a fumar… con tabaco, nada ilegal. La puta madre, qué vergüenza. Nunca lo hice hasta ese momento, fue difícil y divertido. Sí, para mí lo fue. No quería que me vieran. Ellos eran los hijos de los dueños. Les pedí a todos que se volteen en esa pequeña habitación de motel, y al intentar aspirar por la boca, me entró humo en el ojo y empecé a llorar. Soy una boba. Pero, el segundo intento me fue mejor, y aunque tosí, lo logré. No sé qué le ve la gente, me quedó olor y gusto desagradable.
Uno de los chicos tocaba la guitarra. Mientras hacíamos de la velada más íntima contando cosas de nuestra vida, el chico cantaba, y con sus dedos rozando las cuerdas tocó Para siempre de Los Ratones Paranoicos. Cantaban los que la sabían y se animaban. Sus acentos deleitaron mis oídos y la escena prodigiosa como varios momentos de este viaje me hacían desear que sea eterno. El sonido y su generosidad están en mí, y me dolió un poco cuando partimos. Grandes personas aunque tan pequeñas y tanto camino por recorrer. Les deseé lo mejor.
Un nuevo día sumaba oportunidades. Un camión nos subió y nos acercó a un pueblo de La Rioja donde pasamos la noche en un cuarto con dos camas. Nuestra idea en cambio no era dormir. Solo queríamos dejar nuestros bolsos y saber que tenemos un lugar al cual volver.
Me cambié de ropa e intenté ponerme sensual, para… como dicen en mi país, romper la noche… ah, aunque no sé, eso suena horrible, digamos que para sentirme linda una vez. Me puse un vestido de vinilo negro que ajustaba y realzaba mi silueta, me sentí apenada. Mar se cambiaba en el baño pero pude ver lo que se iba a poner, una pollera plato azulada y una remera blanca con tacones bajos, yo por el contrario prefiero las sandalias. Me pareció vivir en un deseo, todo estaba encaminado a la perfección, disfrutábamos ser jóvenes.
La vi cepillarse el pelo como seda, va a llevar suelto su hermoso pelo liso. En cambio yo me lo tengo que atar todo con un rodete, siempre, porque es tan rebelde, pero para compensarlo un poco me maquillé bien bonito y me puse arracadas grandes. Aunque me hizo recordar, que una vez me lo solté igual sin importarme nada y mi papá me dijo que parecía una india, creo que podría ser más rebelde que mi pelo uno de estos días. No podía dejar de pensar en cómo llegué acá. Sí, voy de nuevo con el pasado.
Tras años de ahorros y planes, llegó el momento de llevar a cabo la lista. Les contaré cómo empezó esa idea.
Una tarde de Abril estaba sentada en el puente de hierro. Mientras escuchaba sonar Tarde gris de Bahiano a través de los auriculares estaba mirando a los trenes pasar frente a mí y el viento cálido resoplando sigiloso, cómo voy a extrañarlo, refresca mis ideas entumecidas. Eli y Mar me ayudaron, dejando a los chicos que eran sus novios y en el caso de Mar, también a su bebé, se sumergieron en este viaje conmigo, lo tomé como un sacrificio, dejaron tanto…
¿Y el grupo de amigos? Dije que los amaba con mi vida, es completamente verdad. Juro que los amé demasiado, eran mis mejores amigos y cuando tuve que dejarlos ir me dolió en el alma. Lloré días enteros y hasta volví a cortarme. Ese estrés se me juntó con el que producía la carrera que estaba estudiando y el trabajo, dejó secuelas. Ellos nunca supieron lo que sufrí, ahí empezó lo que los médicos llamaron traumatismo involuntario, extremidades de mi cuerpo se movían solas. Quise matarme de nuevo. Mi hermano me suplicó que vuelva a buscar ayuda psicológica, pero todavía lo estoy pensando. Muchas veces me pregunté si alguno de esos amigos sufrió como yo. Si alguno me amó como yo a ellos, ¿me extrañaron? O les divirtió, ¿los hizo felices? No sé, llevábamos casi diez años de amistad, ¿y qué hicieron? Yo lo sentí como una traición. Supuestamente son feministas, y me dejaron de lado… por mi ex. Sí, el que vivió conmigo, le robó a mi mamá, me fue infiel, me maltrataba frente a ellos y me pegó. Supe después que uno de ellos no me invitó a su cumpleaños por festejarlo en la casa de él, ¿pueden creerlo? Ellos me ayudaron con el escrache, definitivamente fue la traición más grande de mi vida. Ahora lo preferían a él. Creo que lo que más me dolió es la hipocresía. Los recuerdo compartiendo cosas contra la violencia de género, ¿y tienen un amigo así? ¿Soy yo la que estoy mal? Les importó más un libro que le dieron a él y dijo que yo lo tenía, les importó más ese libro que yo. Todavía me acuerdo el día que a uno de ellos le dije que me pegó, lo recuerdo diciéndome “Está bien que te haya pegado pero yo lo conocí y me cayó bien así que no le voy a dejar de hablar”, o a una de ellas, diciendo “¿Cómo va a hacer eso? Ya no le voy a hablar más”... y esa misma noche salió con él...
En fin. Me quedaba sola. No fue lo único malo que pasó. Perdí, o más bien, mataron a otra mascota que tuve, en frente mío. Me acuerdo de su cuerpo destrozado y el olor a hierro de la sangre. Ya nada me ata a esta vida. Lo pienso todos los días. Si te sentís atada, es contra tu voluntad. Todo lo que conocía y adoraba me lo quitan. Tenía tantas cosas que hacer.
Me di cuenta, no, descubrí, que la vida no nos da el suficiente tiempo para vivir las cosas buenas porque está preparando un golpe duro para que sufras, y ya no soporto.
Mi estómago también se deterioró. Fui a urgencias por un problema. Todo lo que comía lo vomitaba sin razón aparente. Bajé todos los kilos que subí y un poco más, estaba divina por fuera, pero por dentro, estaba demasiado enferma.