La lista de Malena Jal

Capítulo 15

Al despertar muy tarde ese día, tomamos agua de la canilla y llenamos unas botellas con la misma para el camino. Nuestras mochilas casi vacías mostraban lo poco que nos quedaba y lo mucho que pasamos.

 

Un auto nos subió rumbo a dónde pudiera, para el sur, creía Joshua, pero yo hablé con el conductor, y nos acercó a la estación de ómnibus.

Ni bien llegamos él se sorprendió, claramente, confiando en mí, bajamos. Los grandes abrigos de invierno no hacían falta, ocupaban lugar y hacía que estemos más cargados, así que le di cosas como esa, que ya no necesitaba, él todavía no entendía. Las cosas cambian, se terminan y vuelven a empezar. El día estaba totalmente despejado como mi cabeza, más bien, la tarde.

 

Yo estaba parada sobre el césped un tanto largo mirando el sol esconderse en el horizonte. Lastimaba un poco mis ojos. Alejada a unos metros de la estación pensando en lo im-perfecto que es todo, como ser un rompecabezas desgastado y viejo cuyas piezas aún encajan. Tal vez un día, por ahí, el sol se cansaría de que las personas ciegas mentales no lo vean por su luz y su calor, se esconden de él en verano pero lo extrañan en invierno, quizás un día el sol decidiría esconderse para siempre.

 

Pienso más de lo que digo, seguía mirando el atardecer sin saber qué decir, Joshua me miraba. 

 

—Tenés que volver.

 

—¿Eh? ¿Estás loca? ¿Cómo te voy a dejar sola?

 

—Escuchame.

 

Miré una casilla al lado de las vías donde había personas en su interior con música a todo volumen. Sonreí porque esa canción me encanta, No es mi despedida. Arranqué de un estirón mi collar de infinito y canté un par de estrofas en mi mente sintiendo un hielo en mi alma y lava en mi corazón. Me quedé con lo justo y necesario, mi ropa y mi nombre. Las cosas simples meramente se complican. Estoy preparada para seguir sola, me pregunté por qué la vida no tiene un botón de pausa.

 

Sentí sus grandes manos cálidas como los rayos solares tirar todo lo que le di y rodear mi cintura lentamente. Apoyó su mentón muy suave sobre mi hombro. Acaricié sus rulos escuchando su voz, derritiendo cada pedazo de mi ser hasta donde es inalcanzable.

 

—Malena, no te podes quedar acá sola, sin nada, sin comida, sin plata… vamos a volver juntos.

 

—No —estaba firme en mi decisión—, tenés las mejores intenciones, y hasta cualquier cosa que me digas puede tener todos los fundamentos del mundo, pero… no vas a hacer que cambie de opinión —no creo que me haya entendido al instante, pero me escuchó, y era suficiente—. No necesitamos a nadie para seguir, quiero continuar sola hasta Buenos Aires, con lo que tengo.

 

—Me tenés a mí.

 

—Ya sé, y te agradezco —¿intentaba buscar las palabras correctas para que siga con él?—. Es tan cómodo estar en un lugar donde nadie te conoce, quiero saber cómo es sin ayuda, y no es que no aprecié lo que hicieron o hacen por mí, pero tengo que hacerlo yo, para no seguir dependiendo ni que me lo restrieguen en la cara, porque yo también puedo.

 

Intentaba ser yo misma pero es difícil serlo cuando no sabes quién sos. Entre sus manos coloqué el collar de infinito y le dije que lo conserve, que recuerde el significado del mismo y lo que le dije en las cataratas. Lo que me contestó con el atardecer sobre su cuerpo dibujando una silueta fue "Quiero vivir un deja vu para que estas vacaciones vuelvan... pero me conformo con verte en los próximos días cuando vuelvas". Después de una sonrisa, teniéndolo piel a piel, le dije que me espere y aunque él estaba llorando nos besamos. La mezcla de emociones tenía una opinión unánime en no irme en este momento. Nos miramos a los ojos demasiados minutos después del beso. Su nariz contra la mía, yo acariciaba su pelo y nuestros labios rozándose, la intensidad llegaba a un punto tan alto a como yo me sentía en ese instante, que flotaba. 

 

Creo que quería que como en los cuentos de hadas, él fuera la persona que hace cambiar de opinión. ¿Qué idiota no? Si cambias de opinión que sea por tu mérito. Es una estupidez creer que esta vida es sencilla, como no creer que es tan difícil.

 

Sujeté la mochila que él tenía puesta y lo arrojé hacia atrás, le puse la traba y lo hice caer. Me reí a carcajadas burlándome de su ropa que ahora estaba sucia por la tierra. Se levantó y empezó a correr atrás de mí por toda la estación tratando de agarrarme. Entre la adrenalina del momento, la diversión y la felicidad pensaba si estaría bien decirle a la persona que te gusta tus sentimientos hacia ella. ¿Qué tanto hay que conocer a alguien para empezar a salir? No creo que haya una respuesta correcta o una luz roja, solo puntos de vista. Antes había salido con una persona que conocía mucho como con una que no, y me fue igual de mal. Mi punto de vista es, deja de preocuparte, deja de pensar tanto.

 

Un guardia quiso detenernos y amenazó con no dejarnos abordar, recién ahí paramos. Joshua agarró las cosas así no más, las hizo un bollo y las guardó sin cuidado. Ahora sí, nos despedimos con un abrazo fuerte, tenía que esperar varias horas para que salga el ómnibus. Lo último que le dije antes de despedirme, fue, "Aunque me llames, y yo no te atienda, voy a estar ahí".




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