Después de la gran batalla en las Tierras Negras y la pérdida del guerrero que le había dado un propósito, Yeiby regresó a la ciudad de Luntharel, su tierra natal, en busca de un refugio para sanar su alma. Luntharel, conocida como la Joya del Bosque Eterno, era un lugar donde los árboles alcanzaban el cielo y los ríos cantaban con una melodía mágica. Aunque habían pasado años desde su última visita, Yeiby sabía que allí encontraría consuelo.
No solo el lugar la reconfortaba, sino también la persona que la esperaba allí: Naty, una elfa oscura que había sido su amiga del alma desde la infancia. Aunque no compartían la misma sangre, se consideraban hermanas. Naty era sabia más allá de su tiempo, experta en leyendas antiguas y conjuros prohibidos, una guardiana del conocimiento oculto.
Cuando Yeiby llegó, exhausta y con el peso de su dolor en los hombros, Naty la recibió con los brazos abiertos.
—Hermana, pensé que nunca volvería a verte —dijo Naty con una sonrisa cálida, aunque sus ojos mostraban preocupación al ver el sufrimiento de Yeiby.
—He perdido algo más valioso que mi magia, Naty —respondió Yeiby , mientras las lágrimas que había contenido durante tanto tiempo comenzaban a caer.
La Historia de Aresu
Esa noche, bajo el cielo estrellado de Luntharel, Yeiby le contó a Naty todo lo ocurrido. Habló de Aresu, de cómo su desconfianza inicial se había transformado en un amor inquebrantable, y de cómo él se había sacrificado para salvar el mundo y protegerla a ella.
Naty escuchó en silencio, absorbiendo cada palabra, y cuando Yeiby terminó, su amiga permaneció pensativa, como si estuviera buscando algo en los rincones de su vasta memoria.
—Yeiby, tu historia es desgarradora… pero también es hermosa. Me recuerda a una vieja leyenda que escuché hace siglos, una que quizás pueda darte esperanza.
Yeiby levantó la mirada, sorprendida.
—¿Esperanza? ¿Qué quieres decir?
Naty la miró con seriedad.
—Existe un artefacto perdido conocido como el Corazón del Vínculo Eterno, un relicario creado por los antiguos dioses para desafiar la muerte misma. Se dice que este artefacto puede traer de vuelta a alguien atrapado en el Abismo Oscuro del Fénix Negro, pero solo bajo ciertas condiciones.
Yeiby sintió que su corazón daba un vuelco.
—¿Qué condiciones?
—Primero, las almas de las dos personas deben estar unidas por el amor más puro, uno que trascienda la vida y la muerte. Segundo, sus corazones deben estar entrelazados por el destino de la Llama Eterna. Y tercero… el ritual requiere un sacrificio.
—¿Qué tipo de sacrificio? —preguntó Yeiby, sin dudar.
—Una parte de tu propia esencia vital deberá unirse con la del artefacto. No es algo que deba tomarse a la ligera, Yeiby. Este ritual no solo es peligroso, sino que también podría destruirte si las condiciones no se cumplen.
El Artefacto Perdido
Según Naty, el Corazón del Vínculo Eterno estaba escondido en la Cámara de los Ecos Eternos, un lugar situado en el corazón del Bosque de las Sombras, una región plagada de criaturas que protegían los secretos de los antiguos dioses.
—No puedo prometerte que funcionará, Yeiby, pero si alguien puede atravesar ese lugar y completar el ritual, eres tú. El amor que sientes por Aresu es inquebrantable. Eso podría ser suficiente para traerlo de vuelta.
Yeiby, aunque sabía que el camino sería peligroso, no podía ignorar la posibilidad de ver a Aresu nuevamente.
—Haré lo que sea necesario, Naty. Él dio su vida por mí. Es mi turno de devolverle el favor.
Naty asintió con una leve sonrisa.
—Sabía que dirías eso. Por eso, voy contigo.
Yeiby trató de protestar, pero Naty levantó una mano.
—No voy a dejarte hacer esto sola. Somos hermanas, ¿recuerdas?
El Viaje a las Sombras
Juntas, Yeiby y Naty se adentraron en el Bosque de las Sombras, enfrentándose a pruebas que desafiaron tanto su fuerza como su espíritu:
• En el Valle de los Lamentos, enfrentaron ilusiones de sus peores miedos. Naty, con su sabiduría, ayudó a Yeiby a superar su culpa por la pérdida de Aresu, recordándole que el amor verdadero nunca se apaga.
• En el Cañón de las Almas Perdidas, combatieron a espectros que intentaron consumir su energía vital. Fue la magia combinada de ambas lo que las mantuvo con vida.
• En el Santuario de los Susurros, Naty usó un conjuro prohibido para abrir la entrada a la Cámara de los Ecos Eternos, debilitándose en el proceso.
—No te preocupes por mí, Yeiby. Si esto te lleva de regreso a él, habrá valido la pena.
El Ritual del Vínculo Eterno
Dentro de la cámara, encontraron el artefacto: un relicario dorado con forma de corazón, rodeado por llamas azules que no quemaban, pero irradiaban un poder abrumador.
Yeiby colocó sus manos sobre el artefacto y comenzó el ritual, recitando las palabras que Naty había encontrado en los textos antiguos. Las llamas azules se intensificaron, envolviéndola, y por un momento sintió como si su propia alma estuviera siendo arrancada.
En medio del dolor, recordó a Aresu: su sonrisa, su voz, la forma en que la había protegido hasta el final.
—Aresu… vuelve a mí.
Un estallido de luz llenó la cámara, y el relicario se abrió. Frente a Yeiby apareció una figura: Aresu, arrodillado, con los ojos cerrados, como si despertara de un largo sueño.
Cuando abrió los ojos, se encontró con los de Yeiby, llenos de lágrimas.
—¿Yeiby? ¿Es esto real?
Ella lo abrazó con todas sus fuerzas, sintiendo que su corazón, roto durante tanto tiempo, finalmente se completaba.
—Sí, Aresu. Es real. Estamos juntos otra vez.
El Amor Más Fuerte que la Muerte
El sacrificio de Yeiby había funcionado, pero el precio fue alto: parte de su energía vital estaba ahora ligada al relicario. Sin embargo, no le importaba. Tener a Aresu de regreso era todo lo que importaba.