La Llamada de Marcel

Capítulo 4: Juguemos en el bosque

Alex estaba agotado, había pasado toda la mañana y parte de la tarde dando vueltas en círculos y sabia en su interior que lo que sea que se ocultara en el medio del bosque era responsable por ello.

<<Eres un idiota>> se recriminó mentalmente, y no por primera vez ese día. La primera vez fue en el instante en que pisó el bosque esa mañana.

A esa hora el calor del verano le pesaba especialmente. Tenia su cantimplora llena gracias a la pequeña quebrada que había cruzado ya tres veces y que, de nuevo, escuchaba adelante.

De su bolsillo extrajo por enésima vez la brújula que hace años le regalase su madrina. La tía Sissy sabía en serio hacer regalos. Palpó el bolsillo de su chamarra y sopesó el peso de lo que allí guardaba; esperaba en su interior que ese regalo fuese útil, mas que la brújula cuya aguja giraba sin control.

Una brisa refrescante le golpeó el rostro, pero no le aliviaba demasiado. La noche caería sobre él y sospechaba, por supuesto, que la criatura también lo haría.

Tendría que preparar el campamento y esperar lo mejor. Solo llevaba algo de comida para esa noche... no había planeado pasar tanto tiempo en el bosque... o sobrevivir la noche.

El saco de dormir y la linterna. Tambien un mechero y sus recuerdos de sus quedadas nocturnas con su tía y su abuela. Ambas eran muy buenas sobrevivientes y parecían querer transmitir ese impulso con particular entusiasmo.

Al terminar de preparar el campamento, la fogata crepitaba alegremente calentando una pequeña olla con agua. La sopa instantánea sería una cena pobre, pero al menos tendría algo en el estómago.

La luz del sol comenzaba a declinar... y no tenia mucho tiempo para preparar la única defensa con la que contaba, ¿Sería suficiente?. De una cosa estaba seguro, la mañana siguiente lo sabría.

De todas maneras ya había logrado su objetivo.

Esa mañana antes de salir de casa había dejado una nota en su habitación. No había dicho exactamente donde buscaría y eso obligaría a las autoridades a buscar por todo el bosque. Al menos quizá ellos encontrarían a Stella.

Atkinson acababa de dejar la casa de su vieja amiga. Había sido un reencuentro muy duro, pero decidieron hacer una tregua. Ambas sabían que la prioridad era encontrar al chico.

Alex... pequeño niño idiota... lo que pretendía era un suicidio.

Frances Atkinson sonrió un poco... el niño era un Extraño, Casey lo sabía hacia años y no se lo había dicho la vieja mañosa. <<Ojalá Alex no pague por ese error>> pensó.

La nota de Alex era concisa y revelaba mucho de quien era Alex, pero no daba pistas de su localización.

<< Abuela, lamento lo que estoy por hacer, pero sé que Stella Maris está perdida o muerta en el bosque. La policía debe hallarla. Si no siguen buscando, yo lo haré. Te Amo

PD: Grunt quizá necesite ayuda>>

Grunt... no le costó saber quien era el niño y por qué necesitaba ayuda.

Según sus padres hacia días que el chico sufría de pesadillas.

<<El Miedo Blanco>>

La familia del niño había decidido llevarlo a ver a un especialista y a Frances no le fue difícil convencerles que, como profesora de Troyes, ella podría ayudarle. No era cierto, pero sabia que Sylvia podría. A eso se dedicaba después de todo.

No confiaban en esa "vieja charlatana" pero Frances les convenció que la pequeña instalación de la terapista le ayudaría a sanar al chico.

Luego solo tuvo que distraer a la pareja mientras Sylvia, literalmente, obrababa su magia.

El niño salio del consultorio mas tranquilo.

<< Miedo Blanco>> le confirmó la curandera. <<Pude sacarle el miedo del cuerpo y una historia... hace un par de noches sintió que alguien lo llamaba desde el bosque.>>

- Un pedofago... - reflexionó Frances en voz alta

- Si, parece que Alex lo sacó de allí. Si Alex sabia del pedofago es seguro que fuese a buscar a la niña. - Sylvia meneó la cabeza con tristeza, tenía la voz quebrada

- ¿ Sin decirle a nadie? - preguntó Frances

- No si sabía que nadie le creería.

Frances procuró que su voz no sonara muy dura, pero no era fácil.

- ¿Jamás le has dicho... nada?

- ¡No!- Sylvia enterró la cabeza en sus manos - El sospechaba, pero nosotros... nosotros nunca...

Frances respiró hondo.

- Y el... ¿es un Extraño, verdad?

Sylvia le miró con pánico...

- Él... escucha, ¡tu no vas a...!

- Voy a tratar de salvarlo, Sylvia... ¡y quizá lo haga, si dejas de tratar de hacerlo tú! - Frances tuvo que ser dura, no había tiempo para ser amable.

Sylvia lo sabía, claro que lo sabía... Alex era un Extraño... es decir que, si seguía con vida, ahora era una presa.

El auto amarillo, un viejo Oldsmobile estaba frente a la casa de Sylvia. Allí lo dejaría. Fue al maletero y buscó una enorme mochila negra, con la O y la X rojas en el centro. De su interior tomó una cantimplora, una linterna y un revólver. Tomó el teléfono satelital y del asiento de atrás tomó un paquete largo y delgado, envuelto en lienzo.

- En una hora - le dijo a Sylvia - un amigo vendrá aquí, es de la Oficina, se llama Morris. Explicale la situación, pero bajo ningún contexto le digas que Alex es un Extraño. No es prudente. Dile que eres una colaboradora Civil, y nada más.

- No... yo debo ir cont...

- No Sylvia, debes alejarte del bosque... no te acerques

Sylvia se sentó obedientemente en el porche.

Frances sonrió...

- Alex estará bien, puedo sentirlo aquí - dijo señalando su pecho - pero debes entender que no puedes empollarlo siempre.

Con ésta ultima frase Frances se dirigió al bosque mientras el sol empezaba a ponerse por segunda vez desde que Alex había huido.

El sonido rasposo, silbante, asqueroso de una respiración inhumana llegaba a los oídos de Alex .

El chico se llevó la mano al pecho agradecido, si aun no le había atrapado era precisamente por ello.



#901 en Paranormal
#7478 en Fantasía

En el texto hay: misterio, lucha, primigenios

Editado: 05.08.2022

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.