La Llave de la Valquiria - Relato -

2. Drakkar

Balmung descargó el pesado saco de grano y resopló antes de erguirse de nuevo. Con el antebrazo se enjugó el sudor de la frente y caminó hasta el siguiente bulto. El trabajo era tedioso y pesado, pero su fuerza física resultaba toda una ventaja sobre los demás y en apenas media hora, el comerciante tendría listo todo su cargamento.

—¡Balmung!

La familiar voz de Astryd lo detuvo momentáneamente, pero enseguida retomó el trabajo.

—Quería hablar contigo... sobre el hacha.

—¿Has recordado algo que tu hermano te explicase al respecto?

—No. Oye, dijiste que el hacha es una llave. ¿Pero dónde estaría la cerradura?

El enano dejó caer el siguiente saco en el mismo montón que los anteriores y se sacudió las palmas de las manos, alzando una polvareda que Astryd trató de espantar haciendo aspavientos.

—En la guerra, ¿dónde si no? A las hachas de filo romo con solarsteinn engarzadas, en mi tierra se las conoce como hachas valkirias. ¿Y no cuentan, acaso, los viejos mitos que ellas son quienes tejen la guerra?

—Eso es muy ambiguo...

—Supongo que ha de utilizarse en la guerra, nada más.

—Pero dijiste que creías que mi hermano la mandó hacer para mí. Y yo nunca estaré en una guerra; no sé luchar, solo tengo dieciséis años y... mi pierna...

—Tal vez Bolthor solo quería que tuvieras un recuerdo suyo, Astryd.

—Tengo mil recuerdos suyos en casa, Balmung. Tiene que ser otra cosa, tiene que ser algo más.

Volteó la cabeza y observó a los marinos reparando algunas fisuras en el drakkar. El mástil se alzaba poco a poco, preparándose para engalanarse con el velamen, y el mascarón de proa aguardaba en el muelle, regio e imponente; tan real que por momentos Astryd pensaba que aquel dragón iba a echar a volar hasta posarse en la proa del barco. Junto a aquel drakkar, había tres más. Las continuas guerras e incursiones, llevaban y traían barcos con asiduidad y aquellos parecían a punto de partir, con toda seguridad para unirse a la flota que había zarpado hacía escasamente tres jornadas hacia los mares del norte.

—Deshecha de inmediato esa idea —escupió el enano, malhumorado.

—¿Por qué?

—Porque no existe forma alguna de que puedas colarte en un drakkar; eres una niña, demasiado delgada y... —se interrumpió.

—¡Y dilo! ¡Coja!

Balmung resopló y puso los ojos en blanco.

—Lo que quiero decir es que no cumples con los férreos requisitos que esos hombres solicitan para tenerte en un drakkar. No eres una mole de piedra ni tienes los brazos como dos troncos ni...

—No soy una mole de piedra ni tengo los brazos como dos troncos, pero sé leer los vientos, las corrientes, la temperatura del agua, el movimiento del sol en el cielo, el comportamiento de las aves migratorias y... Bolthor siempre dijo que sería una gran navegante.

—Y no lo dudo, pero... —Suspiró, horrorizado—. No cambiarás de opinión, ¿no?

 

***

 

Ocupaba una de las bancas de la parte central del drakkar con el fin de pasar lo más inadvertida posible durante la singladura. Se había ataviado con tantas prendas como le había resultado posible para simular una corpulencia de la que, claramente, carecía y se había dado prisa para no tener que pasearse frente a los demás y que pudieran descubrir su cojera. Había recogido su rubia cabellera en un moño alto que quedaba a buen resguardo bajo un casco demasiado grande.

—No puedo creer que estemos haciendo esto —farfulló Balmung, sentado a su lado.

—Y yo no puedo creer que estés aquí. No lo necesito.

—¿Estás segura?

El enano tiró con fuerza del remo, tratando de mantener el ritmo de los demás. No le faltaba fuerza para ello, pero la intervención de Astryd apenas se notaba y el cansancio, tarde o temprano, haría mella en él. Solo podía esperar que fuese más bien tarde.

—Hago lo que puedo... —murmuró ella con los dientes apretados.

—Pues no es suficiente, pero no te preocupes. De todos modos, Bolthor no me perdonaría que te dejase hacer esto sola. Es una completa locura.

—¡VAMOS, REMAD! —gritó el vozarrón del patrón, que paseaba a través del estrecho pasillo que quedaba en la parte central del barco.




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