Parte 1
Tiempo:
11:18 am, 17 de enero de 2002.
Lugar:
Escuela Dilien, pueblo de Rasheljaw, Condado de Alzeka, Continente Ranmer
INICIO SAGA: LA ISLA DE LOS KABARYS
—Niños —aplaudió la profesora Mudci—. Niños por favor, ¿Alguno podría decirme cuánto da este resultado? —Mudci hizo señas con su tiza blanca hacia el pizarrón.
Zoey se encontraba en las filas del medio, estaba golpeando su lapiz suavemente con dos de sus dedos sobre las hojas de su carpeta como si quisiera mantenerlo en equilibrio. Miró hacia las numerosas ventanas del costado de su aula y vio aquel cielo celeste con poco más de tres pequeñas nubes, esa, probablemente sería la última vez que admiraría aquel cielo celeste en muchos meses.
—Zoey Viquery —dijo la profesora Mudci—, ¿Podría darme el resultado?
Zoey desvió su mirada del cielo y con sus ojos verde oscuros miró a la profesora Mudci. Por Narelam, pensó la chica de cabello marrón claro. ¿Por qué nos da problemas tan complejos? O a lo mejor soy yo que no presto mucha atención, eso le causó gracia y soltó una risa.
—¿Qué da tanta gracia señorita Viquery? —preguntó Mudci acomodando sus lentes.
—Nada, nada de nada profesora —confesó Zoey. Su corazón se comenzó a acelerar y el sudor de los nervios no tardaron en llegar, ¿por qué el maldito sudor se hizo presente ya? Pensó la joven haciendo rechinar sus dientes. Eso es una ¿Suma? Ni siquiera puedo ver los números desde aquí, vamos Zoey contesta algo que no sea estúpido, se ordenó en sus pensamientos. La campana del final de la clase sonó para suerte de Zoey y desgracia de Mudci. En ese momento una mano se levantó de entre la de todos sus compañeros. Zoey sonrió al ver de quién era esa mano.
—¿Si señorita Quiteri Aslap? —preguntó Mudci. La joven de cabello rubio casi blanco miró detenidamente el problema escrito en el pizarrón.
—La respuesta es trece mil quinientos ochenta y ocho —contestó Quiteri. La joven se volteó y miró a Zoey con una sonrisa, Zoey le contestó sacando su lengua.
—Perfecto, está bien —aduló Mudci—, recuerden que la próxima semana tienen que investigar sobre el sistema de trueques de los Seis Sectores de la antigüedad y la importancia de las piedras como monedas —pero todos sus alumnos ya se estaban marchando.
Zoey caminó y abrazó Quiteri.
—Pero serás —dijo Zoey—, tenía todo bajo control Quiteri —expresó riendo.
—No es verdad —dijo Quiteri revolviendo sus pupilas de sus ojos negros—, gracias a Narelam tú amiga Quiteri estaba ahí para salvarte. Oye Zoey, ¿Recuerdas a Agches verdad?
—¿La chica de cuarto año, que es amiga de hermana? —preguntó Zoey.
—Sí esa misma, después de la cafetería tendríamos que ir a visitarla —expresó Quiteri—. Mi hermana dice que puede incluirnos en su grupo por una pequeña prueba.
—¿Qué clase de prueba? —preguntó Zoey levantando una ceja. Quiteri se encogió de hombros.
—Eso no importa —contestó su amiga—. Tan solo imagínate, dos chicas de once años, en el mismo grupo que chicas de dieciséis. ¿Suena interesante no es así? —preguntó Quiteri con una sonrisa.
—Supongo que sí —expresó Zoey encogiéndose de hombros—, le quiero avisar a Galiam.
—No, no y no —dijo Quiteri negando su dedo índice—, no creo que se quería meter en esa clase de problemas. Además, he oído que Agches solamente puede incluir a dos chicas más.
Zoey se había alejado de Quiteri y estaba saludado a Galiam, Quiteri se había quedado hablando sola. Cuando se dio cuenta corrió hacia donde se encontraba Zoey.
Galiam saludó a Zoey con un beso en la mejilla, la joven Galiam tenía rizos negros y su cuerpo era más delgado que el de Zoey, a veces la joven tenía celos de aquel cuerpo perfecto que tenía su amiga Galiam, incluso notaba que tenía más pecho que la propia Zoey e inclusive que Quiteri.
—Por Narelam dime que iremos el fin de semana a comprar las entradas —dijo Galiam saltando un par de veces en su lugar.
—Sí tranquila Galiam —contestó Zoey—, todavía tenemos tiempo.
—¡No nada de eso! —vociferó Galiam—. Esas entradas se venderán en pocos minutos. Tenemos que estar en el Condado cinco horas antes de que abran la tienda principal de la ciudad.
—Ya lo sé Galiam —contestó Zoey riendo.
—¿Le preguntaste a tu madre? —preguntó Galiam.
—Em... —Zoey hizo una pausa—. Todavía no le pregunte. Pero seguro que mi padre me dejará.
—Excelente —contestó Galiam tomando las manos de su amiga y abrazándola fuertemente, Zoey la abrazó también con fuerza—. Por podremos conocer a Begte.
—¿A Begte? No nada de eso —contestó Zoey—. Yo al único que quiero conocer es a mi amor platónico Daqovo —el corazón de Zoey comenzó a latir con más rapidez, al decir aquel nombre con el simple hecho de pensar en él, una amplia sonrisa se formaba en su rostro y sus mejillas se ponian rosadas—. ¿Sabes lo que sería? Qué Daqovo me mire con esos bellos ojos y me haga subir al escenario para cantar el nuevo tema que estrenarán en el concierto junto conmigo —un calor abrazador recorría todo el cuerpo de Zoey y el sudor no se hizo esperar, pero este era diferente al de los nervios de hacía algunos minutos en la clase. Este era de una forma extrañamente relajante y encantador.