Parte 1
Tiempo:
6:53 pm, 1 de marzo de 2002.
Lugar:
Afueras del refugio, pueblo de Engiter, Condado de Alzeka, Continente Ranmer.
—Yo... yo no quiero ser la líder de nada —contestó Zoey lo más rápido que pudo, muerta de vergüenza—. Bueno si usted señor Rojo quiere seguir mis órdenes. Le ordeno que tome el mando de los Engitrianos.
Rojo sonrió. Y suspiró al pensar en Carwuel.
—Muchas gracias, viejo amigo —susurró el hombre—. Primero vamos a liberar a mis amigos de la prisión —gritó imponente Rojo.
—¡No te vamos a seguir a ti! —gritó Ulumer bajando del auto de su hermano, sus lágrimas todavía estaban húmedas y podían verse a través del plástico transparente, continuaban saliendo humedeciendo las mejillas de Ulumer—, mi abuelo era el anterior líder y no voy a dejar que estos Engitrianos se queden en manos de un prisionero.
—¿Y qué vas a hacer para evitarlo niño? —preguntó Rojo. Ulumer desenfundó su espada, Imawer y Lodrus agarraron a su amigo—, déjenlo. Lo necesita —Imawer y Lodrus soltaron a Ulumer y este cargó contra Rojo a toda velocidad blandiendo su espada. Rojo evadió un corte haciéndose a un costado y cerró su puño para golpear en el estómago de Ulumer el chico sintió el golpe y cayó al suelo revolcándose de dolor.
—Por Narelam ¿Qué tienes en tus dedos? —preguntó Ulumer, Rojo se agachó tomando uno de los brazos y una de las piernas de muchacho haciéndole una llave para dejarlo inmovilizado, con su peso era más que suficiente para retener a Ulumer.
—¿Y ahora? ¿Qué vas a hacer supuesto sucesor? —preguntó Rojo—, no todo es cuestión de linaje de sangre y seguir una interminable labor familiar solamente porque comparte alguna que otra cosa además del apellido —Rojo apretó un poco más a Ulumer y este chilló de dolor—. Ahora te pregunto niño: ¿Qué vas a hacer si te capturan? Todavía eres demasiado débil e ingenuo para llevar a cabo un grupo como líder. Así que déjame a mí, sé que estás enojado y quieres hacerte cargo, pero piensa en frío y deja de mentirte a ti mismo. ¿Cuál es la mejor opción?
—¡Soy yo! Viejo pervertido —contestó Ulumer, Rojo torció un poco más su brazo.
—Señor Rojo ¿No cree que tendría que dejarlo? —preguntó Metalino—, un poco más y le va a quebrar el brazo.
—Prueba otra vez —dijo Rojo sin hacer caso de lo que decía su amigo—. ¿Cuál es la mejor opción? —Ulumer soltó un suspiro.
—Es usted, señor Rojo —dijo por fin el joven. Rojo lo soltó.
—Perfecto —expresó, Rojo se acercó susurrando—, y jamás vuelvas a decirme pervertido, si no conoces toda la historia no andes comentando cosas sin sentido por ahí —Ulumer asintió. sentándose en el suelo. Imawer y Lodrus fueron a ayudarlo—, muy bien creo que está decidido. Por ahora voy a ser su líder, primero necesitamos rescatar a los prisioneros y después irnos de este pueblo, lo más lejos que podamos de la niebla. ¿Alguno sabe si en otras partes del Condado llegó la niebla?
—Señor Rojo —dijo Lanss—. En el poblado de Rasheljaw también ocurrió lo mismo, mi novia Aboran, su prima Zoey y yo venimos de allí.
—Excelente, gracias por la información chico —dijo Rojo—, vamos a ponernos en marcha. Yo voy a conducir el auto. Chico —dijo Rojo dirigiéndose a Lanss—, ¿Crees que vas a poder encargarte del colectivo? —Lanss asintió—. Muy bien... Metalino ve con él. Efraín, ¿Crees que puedas darme el volante? Creo que por ahora necesitas descansar un poco —el chico asintió sin decir una sola palabra solamente hizo contacto visual con Rojo por escasos segundos—. Ustedes dos... los amigos de Ulumer, ¿Pueden encargarse de los dos caballos?
Los chicos lo miraron un poco asustados y asintieron subiendo en el acto sobre los dos equinos. Rojo se subió en el auto en lado del acompañante estaba Efraín mientras que en el asiento de atrás estaba su hermano mayor, Ulumer. Comenzaron a recorrer las calles de Engiter con precaución, sin poder ver mucho por aquella densa neblina que no se había acabado todavía en poco menos de diez minutos estuvieron en la prisión, el viaje fue un poco callado en el auto, Rojo no le importaba, le bastaba con estar libre de aquella celda, después de tantos años por fin era libre. Metalino, Imawer y Lodrus bajaron con las más de cincuenta máscaras que Efraín se había encargado de confeccionar (al menos un gran porcentaje) las otras estaban acumuladas de negocios alrededor del pueblo. Los habían probado y afortunadamente habían dado en el blanco como con casi todos los inventos que tenía el muchacho. Uno a uno fueron saliendo los demás reclusos, estiraban sus piernas y corrían pocos metros para sentir el viento y al mismo tiempo la horrible neblina azul. Ninguno de ellos se escapó, ni siquiera lo intentó, fuera lo que fuese que Rojo había hecho en el interior de la prisión donde habían estado, parecía arte de magia por la clara lealtad hacia Rojo que tenían todos los allí presentes.
Rojo aclaró su garganta y exclamó lo más fuerte que pudo:
—Somos muchos y no hay tantos recursos para todos, tal vez duren. Veinte días cuanto mucho, tenemos que hacer las cosas con calma para no gastar energía, las mujeres y niños podrán ir constantemente en el colectivo —Rojo miró a unos cinco niños Engitrianos y unas cuantas mujeres—. Los ancianos también pueden viajar ahí —Rojo desvió su mirada hacia cuatro ancianos que habían estado en otras celdas—. Pero los demás nos vamos a turnar para caminar y andar en los autos. Rogaremos a Narelam o a la deidad que prefieran para que lleguemos sanos y salvos al siguiente pueblo, es el pueblo de "El medio caracol". Nos vamos a reabastecer allí y después veremos. Por ahora nuestro objetivo es llegar hasta el Condado donde nos puedan hacer pasar para atendernos bajo los brazos del Emperador Futtso y además debemos sobrevivir.