La llave de la verdad | Crónicaz Multiversales 1

Capítulo 11 - Los tres comandantes

Parte 1 

Tiempo: 

11:32 am, 10 de abril de 2002. 

Lugar: 

Interior de la muralla del Condado de Alzeka, Continente Ranmer. 

 

Ulumer descargó una patada contra uno de los serotianos que estaban en frente, el pasillo del interior de la muralla era largo (de hecho, giraba toda la vuelta de la muralla) así que no tenía ni principio ni final.  

El serotiano devolvió el golpe y Ulumer a duras penas lo logró evadir. 

—Por Narelam... —musitó Ulumer—, si esa patada me daba, seguramente me dejaba fuera de combate —el serotiano tenía el mismo corte de pelo que sus tres comandantes y misma barba, pero esta era pelirroja. Los otros serotianos estaban peleando contra los prisioneros. Cada uno parecía tener un nivel muy superior al de Ulumer y sus amigos, parecía que no había perdido el tiempo en la prisión. Cada uno iba acabando con un par a la vez, fuera con armas de cuerpo a cuerpo o sus propios puños o patadas. Parecía que los serotianos no eran gran problema para ellos, pero el gran ejército de personas de uniforme verde no dejaba de aparecer, nadie quería sacar una sola arma de fuego en aquel estrecho ambiente (por la gran cantidad de gente que había) podia significar herir a sus propios compañeros y tanto el lado de Rojo como del Emperador no podían perder ni un solo soldado. Todos los serotianos que iban cayendo terminaban desmayados, la ordenes de Rojo habían sido claras, sin muertes. 

Ulumer y Lodrus comenzaron a pelear contra el serotiano, él a diferencia de sus tres comandantes, contaba con sus dos brazos, pero tenía mucho menos poder que los tres altos mandos de los serotianos. Otro serotiano saltó a la pequeña batalla que se estaba formando allí en varios puntos de aquel pasillo diferentes peleas se producían al mismo tiempo. Ulumer sacó su espada y largó una estocada feroz contra uno de los serotianos que lo evadió, los golpes de Ulumer con su espada no se hicieron esperar y el serotianos los iba evadiendo, sí, se movían poco, pero tenía que hacer lo que podían con el espacio que tenían. Logró cortar un total de cinco veces el aire sin lograr darle al serotiano. De repente el serotiano alzó su pierna y como si se tratase de un objeto totalmente inanimado y carente de sentir dolor comenzó a golpear la espada y repeler los propios ataques de Ulumer, aunque el chico si podía sentir que cortaba la pierna del serotiano, este ni siquiera se inmutaba de dolor.  

La pierna del serotiano y la espada de Ulumer chocaron enésima vez, el pantalón verde del serotiano estaba todo destrozado por los cortes. El otro serotiano evadió los golpes de Imawer y Lodrus y cargó contra Ulumer golpeando su rostro con un rodillazo que mando a volar al chico, golpeándose contra unos barriles, el serotiano contra el que había estado peleando se acercó lentamente, mientras el otro detenía a los dos amigos.  

—Dejen que el serotiano se divierta un poco con su amigo —dijo la persona que les impedía el paso a Lodrus e Imawer. Un bastón golpeó el rostro del serotiano que estaba a punto de ponerle las manos encima de Ulumer. El golpe lo había dado Attlat, el joven que había sido rescatado de la escuela, a él se unieron Sathia y la mujer Tenida, las chicas que había sido rescatadas del manicomio y amigas de Nancy Dasma. Sathia tenía unas dagas, mientras que Tenida estaba con una lanza. Attlat ayudó a Ulumer a levantarse.  

—Muchas gracias Attlat —dijo Ulumer estirando su espalda para sanar un poco el dolor—, ¿Dónde aprendiste a moverte así? Tal vez pueda enseñarte algo... 

—Durante años estuve en el equipo de lucha de la escuela y pude aprender varias técnicas —contestó Attlat con una sonrisa, los dos solamente había compartido un par palabras antes del ataque al Condado. Ulumer le dio la mano.  

—Creo que nos vamos a llevar bastante bien en las filas de Rojo —dijo Ulumer—. Bienvenido soldado Attlat.  

Attlat sonrió y se puso a la defensiva mirando a su enemigo el serotiano, Ulumer, Sathia y Tenida se colocaron defensivamente al igual que Attlat. El serotiano se movió con suma rápides, Ulumer apenas se percató que estaba al frente suyo, había recorrido casi cinco pasos en un par de segundos estaba al frente de Attlat, el serotiano se acercó a su oído y musitó: 

—Me has lastimado mi bello rostro chico —el serotiano se tocó su pómulo derecho que se encontraba sangrando—. Las conseuencias deben ser pagadas —el serotiano propició un rodillazo a Atlatt en el estómago y el chico se hizo un par de pasos para atrás, antes de que alguno de los tres que estaban al lado tan siquiera pudieran apuntar con sus armas el serotiano este ya se había movido con una velocidad sobre humana, tomó un par de pasos de distancia, levantó su pierna y golpeó con todas sus fuerzas el rostro de Atlatt, el chico salió volando sin control, con la grave casualidad de que su cuerpo pasó a través de una de las pocas ventanas por la cual podían sacar las armas los serotianos. Attlat no chocó contra ninguna de las cuatro paredes de la ventana, su cuerpo volaba de forma horizontal. Salió volando hacia la parte afuera. Ulumer se quedó quieto, ¿De verdad Attlat había tenido tan mala suerte? Sathia y Tenida corrieron hacia la ventana y las dos se sacaron su cabeza para corroborar que el chico estaba en suelo sin vida, la caída había sido de unos quince metros.  

—Pero que has hecho —dijo Ulumer cargando contra el serotiano quien comenzó a evadir los golpes de la espada de su adversario—, se supone que ustedes mantienen la paz en los Condados, no pueden andar matando gente así como así.  




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