La llave de la verdad | Crónicaz Multiversales 1

TERCER INTERLUDIO

Capítulo 21.1 

El amor por la aventura (uno de tres) 

 

Tiempo: 

11:15 am, 10 de agosto de 1958 

Lugar: 

Ciudad de O’njet, condado de Zixtán, continente Ranmer 

 

—Por Narelam comandante Iziu —expresó Jageyis Sonte, mientras se encontraba parado en medio del diminuto bote para dos personas. Tenía una pequeña vela que estaba izada y a su lado estaba su compañero Iziu. Jageyis tenía treinta y un años y era pescador de la costa de O'njet un pueblo bastante grande que quedaba al oeste del condado de Zixtán. Era una de las ciudades costeras más grandes de todo el continente Ranmer. Tenían parte del mar Taff, que contaba con una gran abundancia de pescados felzi, que eran de color azul con una panza de color amarilla. Gracias la gran inversión de maquinarias y después de dos fábricas de pescados felzi abiertas por la propia obra del emperador Vediron Látira. La ciudad de O'njet pudo expandirse económicamente como ninguna de las setenta ciudades lo había podido lograr en más de trescientos años de historia.  

El emperador pudo comprar barcos inmensos para la exploración y una mayor transacción de pescados felzi.  

—Ya siéntate Jage —dijo Iziu, tirando de la remera del hombre. Jageyis llevaba una remera marrón clara con una barba que solamente hacía un sombreado en su barbilla. Sus ojos eran de color marrón claro y su piel morena, Jageyis se sentó molesto y Iziu le tendió una caña de pescar.  

—Ya me cansé de ser pescador Iziu —dijo Jageyis—, quiero salir de por con un gran barco. Vamos a necesitar una tripulación. Una no muy grande, de unos veinte o treinta tripulantes. Todavía estoy ahorrando para mi nave, pero ya tengo a tres tripulantes. Cuando logre comprar mi navío, no vengas a acudir a mí.  

—No me interesa lo más mínimo —dijo Iziu—. Por Narelam Jage, ¿Por qué no puedes tener un sueño común y ponerte un restaurante como el que me dejó tu hermana? 

—Porque no quiero quedarme en un solo lugar Iziu. No seas aburrido por Narelam —dijo Jageyis, en ese momento la vara de la caña de pescar se arqueó. El hombre empezó a tirar de la caña hasta que el felzi logró salir chapoteando desde el mar de Taff. Jageyis agarró el pescado y logró meterlo en una pequeña jaula en la que tenían al resto de aquel cardumen.  

—Excelente Jage —dijo Iziu—, ¿Ves? Cuando te lo propones, sí que puedes.  

Jageyis revolvió sus pupilas. Sí, yo solamente me propongo salir de esta ciudad y adentrarme en el océano de Taff, pensó el hombre. Tomó dos remos comenzó a remar hacia la costa. Con la promesa de que tal vez recibiera suficiente dinero para siquiera poder pensar en comprar un buen mástil para su barco.  

Cuando llegaron hasta la costa amarraron su bote en uno de los tantos puertos que estaban disponibles en la ciudad de O'njet. Habían logrado llenar dos costales llenos de pescados felzi, los cuales, Jageyis y Iziu se colgaron en sus espaldas. Comenzaron a caminar por los puertos, y mientras Jageyis iba nombrando cada uno de los modelos de las diferentes embarcaciones que se encontraban. Iziu estaba repasando en su mente el precio de los platillos felzi que lograrían salir en su restaurante "Estrella marítima". Iziu salió de sus pensamientos cuando Jageyis salió corriendo.  

—Por Narelam Jage —dijo su amigo desesperado—, ¿A dónde espíritus estás yendo? —pero aquella pregunta despareció de la cabeza de Iziu cuando pudo ver que una de las fábricas de barcos estaba soltando en mar al último modelo de los barcos massplari. Iziu en su adolescencia también se había obsesionado con los barcos como lo estaba Jageyis, pero Iziu había pasado aquella "etapa" de su vida, a diferencia de su amigo. Pero todavía persistía aquella chispa de curiosidad por un nuevo barco. Soltó un suspiro un tanto nostálgico y siguió a su amigo Jageyis. 

Se acercaron hasta una distancia un tanto prudente, otros pueblerinos se encontraban allí admirando como el gran navío llegaba al mar. Era tan largo que parecía nunca terminar de descender por la rampa, eran esos nuevos barcos que funcionaban sin una vela. ¿Cómo podía funcionar sin velas? Se preguntaba Jageyis impresionado por inmensidad de aquel armatoste, ¿Qué sentido tenía sacarle las velas a un navío? Era algo característico, era lo que lo hacía ser un barco, era como si a una persona les quitasen los brazos. O tal vez eso fuera más exagerado, como fuere, el barco tan alto que casi parecía que estaban colocando una muralla entre su ciudad y el océano de Taff. El armatoste cubrió a todos los curiosos ciudadanos con una inmensa sombra que dejó a más de uno con la boca abierta, incluyendo a Jageyis y Iziu. 

Una vez el barco se quedó quieto en el mar, el aglomerado grupo de personas se comenzó a dispersar. Iziu tuvo que tomar del brazo de Jageyis que todavía estaba con sus ojos brillantes frente al navío.  

—Vamos Jage —dijo Iziu—, tenemos que llegar al restaurante.  

—¿Me vas a dejar salir antes para venir a ver como el Concordia tres sale del puerto? —preguntó Jageyis sin dejar de mirar el barco. Iziu revolvió sus pupilas.  

—Está bien. De acuerdo —accedió su amigo.  

Cuando llegaron al restaurante de la "Estrella Marítima" había varias personas fuera de edificio esperando su mesa. Afortunadamente el restaurante ya se había abierto por manos de su equipo de chef. Bondil y Afe se encargaban de las carnes y salsas. Era dos hermanos que provenían del corazón del condado de Zixtán. Había llegado a la ciudad de O'njet en búsqueda de una vida más calmada. La adolescente Fegi se encargaba de las ensaladas y condimentos. Por último, el novato Keart se lo había dejado a cargo de las mesas y lavado de platos y de la limpieza de todo el local.  




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