Capítulo 21.2
Amor por la líder de los Kabarys (dos de tres)
Tiempo:
6:12 pm, 24 de enero de 1959
Lugar:
Isla de los kabarys
Los diez botes que habían bajado al agua desde el concordia tres se encontraban amarrados a la orilla de la isla de los Kabarys. Un total de treinta tripulantes se habían bajado junto con ellos, a cargo del concordia se había quedado uno de los segundos capitanes. Mientras que el capitán Nadla había bajado a tierra firme y caminaba junto a la pequeña multitud de Kabarys, era un grupo más pequeño, pero con sus armas no importaba el número.
El capitán Nadla había dejado todas las armas en el interior del barco, la líder de los Kabarys había repartido un par de Kabarys para que custodiara el barco. Entre la multitud se encontraban, Iziu, Fegi y Jageyis.
Iziu se había presentado en aquel contexto gracias a su maestro cocinero el cuál a su vez se bajó por orden del capitán. Ya que sería importante mostrarles a los Kabarys algo de comida típica del exterior. Fegi bajó gracias a Abe la cartógrafa del concordia. A la mujer le había interesado como en cuatrocientos o quinientos años nunca habían encontrado la isla, para eso iba a necesitar de su secretaria, la joven Fegi. En el caso de Jageyis no tenía mucha razón de estar allí más que tomar apuntes a lo que dijera el capitán Nadla, pero eso podía hacerlo casi cualquier persona del barco. El propio Jageyis le había rogado al capitán para que lo dejara bajar luego del encuentro con la chica de nombre Amanda Uyadul.
Luego de una caminata de varios minutos llegaron hasta el pueblo principal y único de la isla. Parecía que allí se concentraba toda la población, no era mucha, pero estaban muy bien equipados. Diez personas solamente pasaron a un salón donde una audiencia entre la líder de los Kabarys y el capitán Nadla tendría lugar, según lo acordado por la tribu, los tripulantes extranjeros se presentarían y por decisión de la líder Amanda y de su mano derecha el señor Satafok llegarían a un acuerdo fuese bueno o malo para alguno de los bandos.
Las gradas del edificio estaban repletas de Kabarys, apartados se encontraban en un costado de las gradas las otras nueve personas que formaban parte de la tripulación. Amanda y Satafok se reunieron, el hombre llevaba en brazos a un niño Kabary no parecía tener más de cinco años. Se encontraba dormido. Los dos terminaron en medio del edificio rodeados por todas las gradas, Amanda se sentó delante de un escritorio que se encontraba sobre una plataforma más alta, unos pisos más abajo estaba sentado el señor Satafok a su derecha, del lado izquierdo de la Kabary estaba un lugar vacío. Enfrentado a la líder y su mano derecha se hallaba una mesa con una silla medio metro debajo de la altura con respecto a Amanda. Allí se sentó el capitán Nadla. Jageyis caminó con una mochila hacia un costado del centro donde las luces de las velas no apuntaban. De la mochila sacó y preparó una máquina de escribir para tomar nota de todo lo dicho en la sesión.
La puerta del edificio se abrió nuevamente dejando entrar la luz del sol del mediodía. Una figura se abrió paso hasta llegar al estrado. Era un chico de unos veinte y siete años, unos pocos menos que Amanda y el propio Jageyis. El chico miró con una amplia sonrisa a Amanda y subió hasta la silla vacía al lado de la líder de los Kabarys, saludó a la líder con un beso en mejilla y Jageyis revolvió sus pupilas desviando la vista de aquel beso. Por Narelam, ya tiene novio, pensó. Mejor me olvido de ella. Soltó un suspiro.
—Se inicia el primer trato con los extranjeros —vociferó Amanda a todos los allí presentes, Jageyis comenzó a escribir rápidamente—. Cuéntenos, señor Nadla, ¿Viene por nuestra riqueza? ¿No es así? —Nadla se quedó mirando a los ojos de la mujer—. Por Narelam, creemos en el mismo Dios. Podemos sernos sinceros los unos a los otros. No los mataré solamente por que quiera nuestras riquezas, es más aquí tiene un poco como muestra de mi gratitud.
—Señorita Uyadul —expresó Satafok—, no está permitido darles eso a los extranjeros —la chica se encogió de hombro y reveló el contenido que estaba tapado con una espesa manta. Era una piedra de color violeta del tamaño de la palma de una mano. Jageyis pudo ver como todos los Kabarys presentes que se encontraban en las gradas tapaban su vista con su brazo o desviaban su mirada del objeto. El hombre miró a los dos Kabarys que estaban a los costados de Amanda y parecía que estaba ¿Agitados? Sí eso parecía. El supuesto novio de Amanda se encontraba con el rostro pegado a la mesa y bostezando mientras que Satafok estaba con sus manos sobre la mesa intentando mantenerse erguido sin poder siquiera conseguirlo, afortunadamente su hijo continuaba durmiendo plácidamente gracias a una manta que estaba cruzada alrededor del cuerpo del Kabary. Jageyis miró a Amanda se encontraba todavía con la piedra en alto, la mujer estaba sudando como si estuviera aguantando el peso del más grande oso de todo el continente. Sus mejillas estaban rojas por el esfuerzo inhumano que se encontraba haciendo. Parecía que esa piedra pesaba, ¿De verdad pretendía tirarla? Pero antes de que Jageyis si quiera se plateara la pregunta, la piedra ya estaba volando por medio de la sala, media cubierta por el manto. Oh por Narelam, seguramente el peso va a terminar golpeando al capitán, se levantó quedándose anonadado al notar que el capitán había agarrado la pieza y ni siquiera parecía costarle levantar aquel peso.