Tiempo:
7 horas, dia 21, del quinte mes, del año 4032
Lugar:
Casa de Aupa, Dominio de los pozos, Continente Vanlión, Universo Haleran
En poco menos de veinte minutos habían llegado a donde había dicho aquel lagartropodo. Zoey Viquery se había estado fijando en que el reloj de Deymon no se desincronizara en las últimas tres horas. Si lo hacía perdería la noción del tiempo de Maleran y por ende el momento en que debía de hablar con Aboran y Lanss. Allí en Haleran pasaba el tiempo más lento que en su universo, si bien el momento era el mismo. El sol no giraba a la misma velocidad. Zoey ni siquiera había tenido la sensatez de aprenderse los meses, días, minutos y semanas que duraban allí en Haleran. Mucho había aprendido ya con la lengua de los lagartropodos. Y aun así cuando se ponía nerviosa la hablaba fatal.
El gran lagartropodo tocó la puerta de la casa. Era rectangular, gris y aburrida. ¿Por qué todo era tan descolorido? Se encontraba detrás de una reja negra. Tal vez fuera para no levantar sospechas de ningún tipo, si así era. Estaba claro que el lagartropodo sabía lo que estaba haciendo.
Después de los retos de su maestra Saininar no había vuelto a hablar con más nadie. Excepto para presentarse con el joven cruzado que al parecer se llamaba Markus. ¿Por qué tenían que estarle diciendo que hacer? Si ella quería arriesgar su vida lo hacía. Saininar no era su madre para andar retándola.
Un cruzado los atendió, era bastante similar a Markus, con las contexturas físicas de un humano común, pero con el color de piel más similar al de un lagartropodo y algunas escamas. ¿Por qué Markus no tenía escamas? ¿Será por alguna tradición? Se preguntaba Zoey Viquery mientras miraba a Markus.
Luego de hablar por un momento entre susurros por medio del cruzado y el lagartropodo los dejaron pasar.
El interior era un salón grande, con cocina comedor. No tenía casi ningún mueble más que un perchero. ¿Aquella raza no ocupaba muebles? Tres puertas se podían ver al fondo del gran salón. Estaba adornado con varias telas negras que tapaban las paredes grises. El cruzado dueño de la casa le entregó a Markus una especie de disco del diámetro de una pelota. Markus le entregó a cada uno y luego el chico se dejó uno. Markus tocó el disco negro de ambos lados y este se expandió como por arte de magia hasta formar un cilindro pequeño. Lo dejó en el suelo y se sentó.
Ah, con que son asientos. Por Narelam, que complicado. ¿Por qué no simplemente construyen una silla de madera? Se preguntó Zoey en su mente, mientras hacia los mismos movimientos que Markus y dejaba el cilindro asiento sobre el suelo para sentarse al igual que sus tres maestros, Deymon y el lagartropodo. Ardoz se movió en el interior de la túnica de Zoey.
—Ardoz —intentó gritar entre susurros Zoey—, ¡Todavía no puedes salir! ¡Espera un poco más! —dijo la adolescente con sus dientes pegados para no levantar mucho su voz. El pequeño cachorro blanco se quedó quieto en el interior de Zoey, pobrecito, debe tener algo de calor. Menos mal que la noche ya está cayendo.
El lagartropodo se volvió a parar indicando a Markus que buscara algo de beber, el otro cruzado le dio permiso y Markus hizo girar cuadrados de madera que se encontraban suspendidos por varios hilos. Como si fuera un adorno que hace sonar la puerta cuando se abre. Desde el suelo emergió un cajón de madera, Zoey casi dio un salto. Markus abrió la caja y del interior salió un humo, en aquel instante la adolescente se dio cuenta de que se trataba de una heladera. Sacó vasos y sirvió una bebida amarillenta. Le entregó un vaso a cada uno de ellos y se volvió a sentar, Zoey volvió a prestarle atención al único lagartropodo del salón. Caminaba de un lado a otro de la sala, Zoey miró a Saininar en búsqueda de aprobación para probar aquella bebida, no fuera a ser que los durmieran. Sí, podía cometer fallos como salirse del plan o separarse en medio de una persecución, pero no podía ir por ahí probando cosas que le ofrecían los extraños.
Al ver que su maestro Etry la tomaba dos veces, Zoey bebió un sorbo. Era bastante dulce, se esperaba otra cosa. Algo más neutro ¿Tal vez? El lagartropodo por fin habló:
—Buenas tardes humanos —dijo soltando un aplauso nervioso—, mi nombre es Norberto, solo Norberto. Me siento muy honrado en poder hablar con humanos, ¿Quería saber qué es lo que hacen aquí? ¿Y si podemos ayudarlos de alguna forma? ¿Están perdidos? Por qué el continente Gotogarami no se encuentra por estos lugares.
Saininar se paró y aclaró su garganta, pero Fizante la detuvo poniendo una calmada y arrugada mano al frente de la mujer.
—Lo haré yo —susurró Fizante en Maleriano. Saininar asintió y se volvió a sentar dejando la atención al viejo Fizante.
—Primero que nada —dijo Fizante en Haleriano, parecía cambiar tan fácil de idioma, realmente el viejo lo hacía parecer muy sencillo—, muchas gracias a ti Norberto, al muchacho…
—Markus —añadió el joven cruzado.
—Markus y a usted por brindarnos alojamiento señor Aupa —expresó Fizante dedicando una mirada al hombre cruzado del fondo de la habitación—. No somos humanos comunes y llegamos a este Dominio hace una semana. No podemos decirles a donde vamos tanto por nuestra seguridad como por la suya.
—Tampoco podemos salir, así como así —dijo el lagartropodo Norberto—, acabamos de burlar un grupo grande de soldados Cha. Ahora nos buscarán al menos una semana.