Capítulo 26.1 - La separación de átomos
Tiempo:
2 horas, día 26, décimo cuarto mes, año 4017
Lugar:
Casa de los Priczem, Dominio Montañoso, Continente Vanlión, Universo Haleran
Alex Priczem volvió a poner las palmas de las manos alrededor de la pequeña llama azul que buscaba extinguirse debido a una ráfaga de viento que entró cuando su esposa Priciana ingresó. Cerró la puerta y Alex la miró con una amplia sonrisa, Priciana traía una bandeja con comida y bebida, Priciana dejó la bandeja al lado de una pila de hojas y leyó el título que decía: “Anatomía de los lagartropodos”. Alex tomó de la cintura a Priciana y la sentó en su falda, dándole unos besos desde su mejilla hasta su cuello que apretó con fuerza por las coquillas.
—Ya Alex —dijo Priciana con una sonrisa y soltando una risa aguda, casi inaudible—, tienes que terminar eso.
—Ya lo sé —afirmó Alex—, es que hace cinco horas que estoy escribiendo los últimos detalles de la presentación y quería descansar un poco teniendo algo de practica para ver como los átomos pueden volver a unirse —Priciana volvió a reír, esta vez con mayor énfasis.
—Es una forma muy educada de decir que quieres un poco de sexo —dijo Priciana—, una forma muy profesional futuro profesor de la escuela Penny.
—Por Narelah Pri, todavía no se si Norberto aprobará mi presentación lo que, si sé, es que el pequeño Markus o la pequeña Caldrina va a impedir que sus padres se diviertan en unos cuantos meses —dijo Alex haciendo que Priciana se levantara nuevamente y besando su panza que empezaba a crecer.
—Bueno te voy a dejar terminar con el trabajo —dijo Priciana dándole un beso en la boca a Alex, que duró menos de lo que el hombre habría querido—, esta tarde cuando vuelvas. Veremos que hacemos.
Alex sabía lo que significaba eso, se volvió a concentrar en su trabajo. Había terminado la idea principal de la última parte de su presentación, encontrar estudios sobre la anatomía de su raza, los humanos, había sido una odisea. Las bibliotecas tenían muy poca información además de que se necesitaban diez permisos para acceder a dicha información de solamente diez páginas, en lugar de una investigación que podría llenar estanterías con libros enteros sobre los humanos. ¿Por qué los lagartropodos se perdían de tanta información acerca de su raza? Bueno su pregunta se contestaba con la simple discriminación que sentían. Alex había tenido suerte. Gracias a Norberto había logrado salir del continente Gotogarami. Con aquella presentación ya tendría un espacio entre los lagartropodos y los cruzados, incluso podría tener un trabajo digno, algo impensable para un humano. Podría tener una casa para Priciana y su niño, Markus o Caldrina. ¿Sería mujer o hombre?
Para eso claramente tendría que esperar, pero estoy casi seguro de que va a ser mujer, una bonita niña con el pelo parecido al de Priciana, pensaba Alex. Los minutos continuaron pasando y Alex cada vez podía escribir un poco más rápido aquellos últimos párrafos que lo hacían entrar en la conclusión de su trabajo. Norberto le había enseñado mucho sobre la escritura de los lagartropodos y cruzados, si bien al principio había sido complicado. Con el tiempo y unos diez años, pudo dominar tanto el habla como la escritura a la perfección, Norberto había visto algo en él. Algo que estaba seguro de que podría hacer grandes cosas. Bueno, no sabía si aquello era una gran cosa. Pero estaba seguro de que si aplicaba bien su fórmula lograría comenzar con la división de seres vivos. Aunque a menor escala. Terminó de colocar la última frase de la conclusión de su trabajo de mil quinientas páginas y se fijó en el reloj de piedras, dándose cuenta de que ya no tendría tiempo para bañarse, pues la presentación seria en una hora. Y estaba bastante lejos de la escuela Penny.
Se levantó de su silla apenas colocó el último punto y sin siquiera hacer un repaso, tomó las páginas y las agregó al inmenso manual que había escrito durante aquellos meses. Soltó un suspiro de satisfacción al ver su trabajo terminado y se dirigió a su cama para poder cambiarse de ropa. Miró su traje de color negro, Norberto se lo había prestado, claramente era de cuando el lagartropodo era mucho más chico ahora apenas podría ponerse el saco y seguramente seria en uno de sus grandes brazos.
Se abotonó la segunda manga y se miró al espejo, es raro estar de traje, pensó Alex. En ese momento salió de su cuarto y pudo ver como Priciana se ruborizaba volviendo sus mejillas verde agua aún más claras hasta dejarlas blancas por completo. Alex sonrió por eso, abrazándola, antes de despedirse de ella.
—En diez minutos vendrá mi madre a ayudarme querido —expresó Priciana, besando a Alex durante un par de minutos—. Cuando regreses te vamos a esperar con una gran comida y celebración.
Alex estaba seguro de que sería mejor si Priciana se quedaba en su casa. Después de todo en los últimos meses había ciertos rumores de que un grupo de lagartropodos robaba niños cruzados o en su defecto a madres, Alex no había tenido idea de si eso era cierto o no, lo había escuchado de un cruzado que vendía comida a un par de calles. Pero era mejor no arriesgarse. El humano salió de su casa y no pasó ni siquiera cincuenta metros que ya podía sentir “aquello”, esas miradas y juzgando en voz muy baja, para que no lo oyera, pero al mismo tiempo sí, por parte de algunos cruzados, pero sobre todo por parte de los lagartropodos. No soportaban la idea de ver a un humano caminar por aquellos lares. ¡Mucho menos un humano con traje!