La llave de la verdad | Crónicaz Multiversales 1

Capítulo 27 - El archivo de la tormenta de las (veinte) espadas

Parte 1

Tiempo:

4 horas, día 46, del quinto mes, de 4032

Lugar:

Océano Tretelve, Universo Haleran

Una semana de viaje había pasado desde que se habían subido en el lasmer. Zoey por lo menos había podido ver agua durante kilómetros y kilómetros. Y pasar un poco más desapercibida como humana, ya que la mayoría de los lagartropodos se habían ido bajando en grandes islas a lo largo del mar que eran embarcaciones inmensas de cientos de metros. Los lasmers se tardaban más tiempo en recorrer el mar. Ni Norberto, ni Aupa o Markus le había podido saber explicar que causaba eso. En los últimos años se había descubierto que usaban sus cuatro aletas para volar, antaño se había pensado que volaban con el poder de su mente, pero gracias a las investigaciones de Usbel y Kalesia (la abuela de Norberto) y una de las principales entidades en descubrir y adaptar a los lasmers a la vida de los cruzados y lagartropodos.

Zoey Viquery había podido hablar con Lanss, aunque su prima Aboran no había contestado. Tal vez se hubiera logrado infiltrar en el credo de los inquisidores junto con Otidas Uyadul. Esperaba que fuera eso, y no que le hubiera sucedido otra cosa, fuera como fuere, no tenía forma de contactar con ella a menos que Lanss volviera a la isla de los kabarys para hablar con Amanda Eso nunca iba a pasar, Lanss ya casi estaba a punto de llegar a donde se encontraba el anciano, el abuelo de Efraín. Por Narelam, pensó soltando un prolongado suspiro. ¿Alguna vez dejaré de pensar en Efraín? Las cosas estaban mejor antes. Tal vez debería tomar algo similar a lo que le dieron a Deymon.

En ese momento Markus llegó y se sentó al lado. La cabina estaba ocupada prácticamente por todo su grupo y por un par de cruzados más que solamente iban de turista. Markus le tendió un poco de comida.

—¿Quieres un poco Zoey? —preguntó el cruzado, Zoey miró la cazuela que tenía pequeños bichos. Los miró con desagrado, jamás le habían gustado aquellas comidas y dudaba de verdad que cambiado de universo fuera diferente.

—Gracias, pero no —contestó Zoey empujando con su mano la cazuela, la adolescente lo miró a los ojos, aquellos ojos parecían un par de espirales que revelaban poco y nada. Aún más misteriosos era lo leves destellos que se producían, ¿Todos los cruzados tenían aquellos destellos? La actitud de Markus había sido muy madura para su edad. Por lo menos no se la pasaba diciendo bromas como Efraín, pero eso también le traía algo de risa. ¿De verdad quería pasar sus días con alguien que no la hiciera reír? Sería muy aburrido.

—¿Y de verdad ustedes tienen poderes? —preguntó Markus.

—Creo que no son los mismos que los de sus carelis —contestó Zoey—, se supone que cada universo tiene que tener sus propios poderes, aunque el sistema para ejercerlos es igual.

—¿Cómo es el otro mundo? —preguntó Markus.

—Es bastante diferente —expresó Zoey—. En principio no tenemos a los lagartropodos, ni a los cruzados. Los humanos somos la raza más inteligente del planeta. Bueno, hay unos seres que viven en un continente llamado Delrich. Pero no sé si son más inteligentes que nosotros. ¿Cómo fue que nacieron los lagartropodos?

—Creo que han estado desde siempre —contestó Markus mirando con sus ojos rosa hacia una de las ventanas de la cabina—, no hay una fecha estimada que demuestre que raza se alzó primero en el mundo. Pero si se sabe que los lagartropodos son evoluciones de los propios dinosaurios y lagartos. Cómo los lasmers.

—En Maleran, digo, en mi mundo. Los dinosaurios se extinguieron por un meteorito.

—Bueno —contestó Markus—, supongo que en mi mundo nunca cayó algo así.

—Menos mal que en mi universo llegó el meteorito —dijo Zoey levantándose un momento de aquellos duros asientos—. No podría soportar que los humanos fueran esclavizados.

—Bueno, en mi caso, el de Norberto y Aupa. Apoyamos a los humanos.

—¿Y que han hecho para ayudarlos? —preguntó con algo de énfasis en la palabra ayuda. Markus se encogió de hombros.

—Bueno, está claro que somos tres contra cincuenta millones de lagartropodos que piensan diferente.

—Podrían hacer un grupo para resistir contra la opresión de los lagartropodos —gritó Zoey.

—Zoey, no sería lo más apropiado. Seguramente terminaríamos en el continente Gotogarami, junto con los otros humanos.

—Tal vez eso les haga falta para comprender un poco lo que hacen —contestó Zoey dándole la espalda a Markus.

—Pero por todas las Apariciones —susurró Markus—, ¿Qué fue lo que dije?

Zoey caminó hasta un costado de uno de los pasillos, donde se encontraban las ventanas de la cabina del lasmer, era muy raro que estuvieran dentro de una estructura que había sido construida con el propio cuerpo del lasmer, era como si estuvieran dentro de sus órganos. Zoey sintió un escalofrío al imaginarse en el interior del estómago de un animal.

Allí se encontraba Saininar mirando un grupo de dameicos muertos que esperaban a ser devorados por la mujer kabary. La mujer tomó uno y lo comió, Zoey pudo ver como hacia su rostro de asco. La adolescente se sentó al frente de su maestra. Terminó de tragarlo a duras penas.

—¿Es muy feo? —preguntó Zoey. Saininar esperó por un par de segundos buscando en su mente si el sabor era bueno o no.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.