La llave de la verdad | Crónicaz Multiversales 1

SEXTO INTERLUDIO

Capítulo 28.1 - Negativo y Postivo

Tiempo:

Dia cero

Lugar:

Cueva afueras del pueblo de Vadigks

El frío hizo picar la nariz de Cilieu, el cruzado se giró e intentó continuar durmiendo.

Se levantó sin encontrar calma alguna, miró para todos los lados de la cueva, sin encontrar lo que buscaba. No puede ser… ¿A dónde se fue? Se preguntó en su interior. Rápidamente se colocó su fina campera gris oscura y salió hacia el frio. Niebla y frío. Excelente combinación para hallar a su hermana. Apenas podía verse las palmas verdes de su mano. Gritó y gritó, pero el dolor de su garganta lo hizo parar, de repente pudo ver una luz al fondo de aquella planicie donde se encontraba. A medida que se iba adentrando más en aquel lugar y pasto se iba secando un poco más, la luz se hacía más intensa y el frío dejaba de hacer temblar los músculos verde agua de Cilieu, llegó hasta unas casas de piedra que estaban quemadas. No más grandes que tan solo una pequeña habitación. Gritos de guerra, armas ensartando gente y llantos de niños se hicieron presente en el oído de Cilieu. No puede ser, no debería haber vuelto. Esto no es real, yo escapé, pensó Cilieu. Entonces, pudo ver como una tropa de soldados lagartropodos corrían hacia él. Con sus pesadas, gruesas y estrambóticas armaduras con múltiples cuernos. Cilieu se tapó el rostro cuando uno de los lagartropodos estaba a punto de clavar su lanza en su rostro y… despertó.

Cilieu se levantó en el mismo lugar de donde había arrancado su horrible pesadilla. Se fijó en todos los rincones de aquella oscura cueva con su corazón latiendo rápidamente, no por la pesadilla en sí. Era lo que menos podía afectarle a Cilieu. Bajó su mirada y su corazón recuperó su tranquilo ritmo habitual. Qué idiota, su hermana estaba durmiendo en su cama, plácidamente. Bueno, cama era un concepto bastante amplio, él y su hermana se había armado un par de camas con unos pesados mantos que cargaban junto con toda la poca ropa que llevaban, dejando sus mochilas para poner como almohadas, no era lo mejor del mundo.

Pero al menos podía dormir sin gritos de guerra y estruendos de estructuras cayendo tras el fuego.

Cilieu se levantó y se acercó a su hermana, todavía estaba durmiendo. Su cabello negro al igual que el de Cilieu con sus mejillas con un par de escamas en rectángulo que le habían salido. Cilieu recordó que su escama circular había terminado de crecer cerca de su rodilla, luego se la sacaría. Movió a su hermana para despertarla.

Por Shailusol, protestó Cilieu en sus pensamientos, tiene el sueño muy pesado.

—Mitsuja —dijo Cilieu volviendo a mover el hombro de su hermana—, Mitsuja, es hora de levantarse.

Por fin su hermana abrió los ojos y se desperezó estirando sus piernas y brazos. Mitsuja era unos cinco años menor que Cilieu. El cruzado recién estaba por entrar en sus once años de edad.

—Tenemos que llegar con los primos —expresó Cilieu, el niño ya no usaba las palabras que se refirieran a madre o padre. Eso la hacía poner triste en cierta forma a Mitsuja. Los dos se terminaron de enlistar, recogieron sus pertenencias, cargándose sus mochilas y salieron de la cueva. Un sendero de tierra recto los esperaba, una larga caminata. Cilieu agarró la mano de su hermana y suspiró. Al menos no había niebla.

Cinco horas más tarde pudieron ver una carreta que era tirada por cuatro fikship que reptaban por la tierra con calma, hacia los costados de la carretera y una figura les dejaba un gran valde, seguramente de comida o agua. El individuo estaba a punto de volver a subir al carruaje. ¿Qué hago? Se preguntó Cilieu. Desde acá no puedo ver si es cruzado o lagartropodo, además, ¿Qué asegura eso? Podría ser un cruzado y lo mismo terminar con nuestra vida. Corremos o no corremos.

Cilieu miró a su hermana, aquellos ojos rosa parecían muy cansados, al igual que él. ¿A quién engañaba? El dolor de su estómago por hambre solamente había calmado sus ruidos. Pero se seguía sintiendo vacío. ¿Cuánta hambre tendría Mitsuja? ¿Por qué tenía que pensar en eso?

—Muy bien —susurró. Cilieu levantó su mano saludando para atraer la atención de aquella persona que estaba por entrar en el carruaje. Se detuvo al subir el primer escalón y miró hacia donde se encontraban ellos. El hombre se sacó la capucha, descubriendo así que era un cruzado como ellos. El hombre empezó a correr. Llegó hasta donde estaban los dos hermanos y se agachó.

—¿Vienen desde el pueblo de Edre? —preguntó el cruzado mirándolos. Cilieu y Mitsuja asintieron—. Calma niños, los llevaré hasta mi casa allí veremos qué hacer. ¡Querida!

Desde el carruaje salió una mujer, cruzado al igual que su marido.

—Por Shailusol y los malditos lagartropodos —maldijo la mujer, mientras volvía al interior del carruaje en el acto. Un par de segundos más tarde la misma mujer bajaba los escalones corriendo con cuatro tapados de piel entre sus brazos. Llegó mucho más rápido que el otro cruzado y cubrió a Cilieu y Mitsuja—. ¿Quieren acompañarnos estamos viajando hacia Tremacua? —Cilieu bajó su mirada hacia su pequeña hermana que ya estaba mirándolo desde segundos antes. La mitad de su rostro estaba cubierto por parte de uno de los tapados. Cilieu asintió, entonces la mujer cruzada levantó a Mitsuja, pero esta comenzó a intentar zafarse hasta que la mujer la soltó. Mitsuja se bajó al suelo y volvió para tomar la mano de hermano.




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