Parte 1
Tiempo:
3 horas, día 7, del sexto mes, de 4032
Lugar:
Castillo de Bermist, Dominio de los pozos, continente Vanlión, Universo Haleran
El justiciero Muga empujó a Zoey Viquery haciéndola bajar del lasmer. Detrás de ella la siguieron sus tres maestros kabarys, seguidos de Deymon, Markus y Norberto. Caminaron por un largo puente que se encontraba suspendido entre una torre y el castillo principal del nunqui Bermist, o al menos eso le había explicado Norberto días antes de que llegasen nuevamente al continente Vanlión. ¿De qué había servido toda esa búsqueda? Básicamente habían terminado donde habían comenzado, pero bueno al menos podían tener una audiencia con el líder del Dominio de los pozos.
Zoey no tenía ni idea donde estaba la llave, ni siquiera habían encontrado algún indicio de donde podía estar. Todavía estaba renga por el golpe que ella misma se había dado, al menos la hinchazón ya se había esfumado pero el dolor seguía allí, aunque más leve y seguramente estaba morado.
El castillo se imponía con un total de diez torres que iban rodeando el mismo castillo con forma cuadrada. Las torres iban en forma ascendente por encima del techo del castillo y se iban cruzando como si desde el cielo formasen una cruz. La puerta de la torre más cercana y la única de las otras que se encontraba contra la pared abrió una puerta inmensa (otras tres torres se encontraban en los otros extremos del castillo) pasaron por interior de la torre y Zoey pudo levantar su cabeza y ver como parecía no tener final con una escalera en caracol que se perdía en la altura. Continuaron caminando pasando por varias habitaciones hasta llegar una de las puertas más grandes. Se abrieron y al final de la gran habitación se hallaba un trono donde estaba sentado el nunqui Bermist, llevaba un abrigo de color rojo con una capa y de sus escamas salía una baba pegajosa. A los dos costados del trono había dos repisas con un par de piedras enormes casi del tamaño de la mitad de lo que medía Zoey. Estas brillaban en un azul claro. A los lados de las piedras había dos personas un lagartropodo y una humana. Parados aguardando la ordenes de Bermist.
Los siete se pararon uno al lado del otro, detrás de Bermist había un inmenso ventanal de varios colores que formaban la figura de una mujer humana con partes poligonales.
La humana bajó un par escalinatas que los separaban al nunqui y a los plebeyos.
—Señor nunqui Bermist —pidió el humano haciendo una reverencia—, déjeme preguntar a mí —Bermist asintió seriamente con sus ojos rojos.
La humana comenzó a pasar por cada uno de los esposados caminando más despacio cuando pasaba por el frente de algún kabary.
—Ustedes humanos, no son de este planeta —afirmó la humana—, mi nombre es Galdren Futuba y soy la otra justiciera avivadora de este Dominio de los pozos.
Zoey pudo percatarse de que en su espalda también tenía el mismo instrumento que Muga, parecía que no cabía ninguna duda, ella era otra avivadora más.
—Díganme ¿De dónde vienen? —preguntó la avivadora Galdren acercándose a Zoey, los ojos de la mujer eran de un azul oscuro igual que el mar. ¿Cómo iba a encontrar a algún carelis? Si es que había alguno vivo. La justiciera tomó la boca de Zoey apretándola.
—Sácame estas malditas cadenas y veras como te agarró a ti —expresó Saininar—, más te vale que no la vuelvas a tocar.
—Oh parece que tenemos a alguien que no quiere que los otros colaboren —contestó Galdren, sacó su fuelle inmediatamente apuntando con el pico al cuello de Saininar.
—Galdren —dijo Muga desde el costado al lado de Deymon—, tranquila, ¡No hagas nada estúpido!
—¿Estúpido? —preguntó Galdren—, querido hermano. El vidrio que le voy a clavar en el cuello a la humana va a ser estúpido.
—Sácame las cadenas, y vemos quien termina muerta —contestó Saininar, el pico del fuelle se clavó un poco más en el cuello de la mujer kabary.
—¡Galdren! —gritó la cruzada que estaba todavía al lado de la inmensa piedra azul y brillante. Galdren retiró el fuelle, guardándolo en el acto.
—Lo lamento general —contestó la justiciera Galdren sin siquiera poder mirar a la cruzada o al líder lagartropodo.
La cruzada llevaba un uniforme de color rojo y amarillo, era como si en medio del uniforme hubiera dibujada una llama de color amarillento. Su pantalón solamente llegaba hasta sus rodillas y sus pies y la otra mitad de sus piernas estaban desnudas. ¿Por qué alguien de tan alto rango no tenía para comprarse unos zapatos? Pensó Zoey. Era el primer cruzado que veía que no tuviera zapatos o zapatillas. Tal vez era una costumbre suya.
Las escamas de la general eran diferentes a las de Markus, Zoey giró su cabeza para mirar al joven que tenía sus escamas en forma de triangulo, se puso un poco roja y dejó de mirar. ¿Por qué tenía que sentir esto? No quería sentirlo. Se fijó nuevamente en la general, sus escamas eran en forma de cuadrado.
Sus ojos eran rojos oscuros, casi negros. Tal vez eran negros y Zoey no se había percatado, aunque esos no eran lo colores que no diferenciaba. El lagartropodo en el trono aclaró su garganta. Los dos humanos y la cruzada se pararon firmes volviendo a sus puestos.
—Eh escuchado historias —comenzó a decir el nunqui Bermist desde su lugar—, de gente con ojos de colores diferentes a los humanescos de Gotogarami. También que suelen ser personas de otros mundos. ¿Saben algo de esto? Nunca pensé que fuera a encontrarlos gracias a mi ayudante Aupa. Les vamos a hacer pruebas a ellos ¿Está bien? Tengo curiosidad por ver que es lo que dice la máquina.