La llave de la verdad | Crónicaz Multiversales 1

Capítulo 37 - La segunda llave

Parte 1

Tiempo:

10:32 am, 1 de marzo de 2003

Lugar:

Montaña Laikar, condado de Hijilifi, continente Ranmer, Universo Maleran

Lanss Colter levantó con fuerza la masa de Taran, bueno ya no era “La masa de Taran”, era, simplemente, su propia masa.

Se le hacía completamente extraño cargar con aquella arma, Taran estaba levantándose en aquel momento llegó hasta el frente de su casa y puso una reposera al costado sentándose detrás del muchacho.

—No necesitas tanta fuerza Lanss —exclamó Taran destapando una botella de agua anaranjada, la bebió, pudo ver como el chico se esforzaba por mantener el arma en alto, al menos en aquellos días ya podía mantenerla en alza, pero no sería suficiente—. Tienes que concentrarte en mantener el equilibrio con el arma. Una vez el arma sienta que tú eres su nuevo propietario y no yo, podrás invocar la combustión interna. Mientras tanto sigue intentando mantenerla en equilibrio.

Lanss levantó el arma por su gran mango se la llevó a su hombro y cargó contra un muñeco de paja, tomó la masa golpeó con él al objetivo, el arma se resbalo de sus manos y cayó con fuerza sobre la tierra con el mango apuntando al cielo. Lanss suspiró y se sentó en el suelo, su respiración entrecortada.

—Nunca voy a poder empuñar el arma —expresó Lanss—, y tan sólo quedan unos días para el ataque.

—Bueno, es mejor que no empezar nunca —respondió Taran, en ese momento pudo ver varias siluetas que iban llegando a plena siesta por el medio del pueblo.

Lanss levantó la vista y pudo ver que un pequeño gato llegaba corriendo, el pequeño gato negro saltó a sus brazos. ¿Lorko? Se preguntó Lanss viendo como el gato se iba subiendo hacia su cabeza, este se giró y pudo ver a Otidas Uyadul, Cranwuel Reniti, y a Aboran Mardiver. Lanss salió corriendo hacia ellos mientras iba llegando vio a un perro, no eso no era un perro. Era más grande que ninguno que hubiera visto, ¿Es el animal de Otidas? Cuando llegó Aboran y él se fundieron en un solo, eterno y dulce abrazo. Bueno no podía ser eterno, pero a lo mejor la eternidad si se sentía así. Pudo oler su aroma, era algo complicado de explicar pues, no correspondía a un perfume en concreto, aunque en aquel momento si pudo oler un aroma a rosas.

—¿Eso es perfume? —preguntó Lanss con una sonrisa, Aboran no dijo una sola palabra y lo beso.

Otidas y Cranwuel llegaron hasta donde se encontraba tirada la masa, Taran ya se había levantado y estaba al lado de su antigua arma.

—Qué placer me da que hayas vuelto Cranwuel —expresó el anciano dándole la mano al hombre de túnicas negras y capa con la cuál tapaba a sus indefensos animales los cuervos. Taran posó su vista en Otidas. Los dos estrecharon sus manos.

—Un gusto conocerlo Taran Dokitroy —expresó Otidas.

—El placer es todo mío, Otidas —respondió Taran. Afortunadamente en aquel instante llegaron Aboran y Lanss para romper un poco de tensión que se estaba creando en el ambiente—, Aboran, querida. Cuánto tiempo. Por favor, pasen —expresó Taran abriendo las puertas de su hogar. Los tres viajeros se desplomaron en el sillón mientras que Lorko y el animal de Otidas se recostaron en una de las alfombras.

—¿Quieren algo frío? ¿Alguna bebida en especial? —consultó Taran, los tres dijeron agua al mismo tiempo. Lanss y él se encaminaron hacia la cocina y sacaron un par de jarras, pusieron los vasos sobre la mesa al frente del sillón y los dos hombres y la chica se bebieron varios vasos en cuestión de un par de minutos. Lanss y Taran los miraban impresionados.

—Veo que estuvieron cortos de agua durante el viaje —expresó Taran.

—Sí —contestó Otidas—. Luego de que le dimos el último mensaje con el cuervo de Cranwuel nos quedamos sin agua y como los cuervos ya estaban cansados no pudimos avisar de que por lo menos nos alcanzaran un poco.

—¿Qué fue lo que pasó exactamente en condado de Tyrkub con los serotianos? —preguntó Taran.

—Marci Amolie se negó ayudarnos —dijo Otidas, luego le comentó todo lo que había hablado con ella y la conversación que había tenido con Rojo. Una vez el capitán kabary terminó, Taran se agarró la cabeza y con un suspiro dijo:

—Bueno, lo único que tenemos que hacer es convencer a Marci de lo que Rojo te ha dicho —expresó Taran—, ¿En cuánto podemos hablar con ellos? —Otidas levantó la vista para ver el reloj.

—Supongo que en una hora podremos hablar con Rojo —exclamó Otidas.

—¿Puedes hacer que las dos conversaciones pasen al mismo tiempo?

—Sí y no —contestó Otidas dirigiéndose al hombre de cabello blanco—. Por el tema de la magia si puedo, pero les dije que se conectaran en horas diferentes para yo poder hablar en privado.

—Bueno pues dile al primero que se contacte más tarde —dijo Taran.

—Va a ser un desperdicio de polvos negros —expresó Otidas, Taran lo miró con severidad. El capitán suspiró—, voy a ver qué puedo hacer —respondió de mala forma.

—¿Qué clase de animal es? —preguntó Lanss sin dejar de apartar la mirada del perro de color gris, sin ojos. Pero con tres fosas nasales.

—Es un calarian, vienen del continente Delrich. Él me eligió hace unos quince años y hemos sido amigos desde aquel lejano año.




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