La llave de la verdad | Crónicaz Multiversales 1

Epílogo

Tiempo:

12h, 4 días, 2 meses, de 12.346

Lugar:

Desierto

Zoey Viquery cayó al suelo, lo primero que sintió fueron nauseas. Vomitó al primer contacto con la arena, un calor extremo la abrazó cuando una nube de arena y viento la azotó, Ardoz lamió su rostro. Le costaba respirar, parecía que en el viaje la había desorientado por completo.

Su madre llegó a su lado y le colocó un pequeño tubo en su nariz con los dos extremos contra sus fosas nasales. Regina presionó un botón de una cajita diminuta que sobresalía del tubo transparente. Inmediatamente Zoey pudo respirar con completa normalidad.

—Ven —dijo Regina ofreciendo su espalda para cargarla—, estás débil y necesitas tiempo para acostumbrarte al poco oxigeno del planeta —Zoey se dejó caer y Regina la cargó comenzando a caminar por el basto desierto—, estamos a pocos metros de uno de los espejos, pero ese maldito de los espíritus de Taqi no ha logrado calibrar el salto correctamente.

Zoey se encontraba un poco desmayada, pensando en todo lo que había pasado en la última hora. Recordó con cariño la vez que habían salvado un pequeño pájaro y por fin pudo saber que le había dicho su padre, aquello por lo que había estado intentando tan desesperadamente en cada uno de los lugares que había ido. Tarde o temprano tendría que aprender que no podía salvar a todo el mundo, ¿Por qué tuve que pasar por tanto para comprenderlo? Se preguntó en aquel momento su madre habló.

—Zoey —llamó Regina, mientras la bajaba—. Toma a Ardoz en tus brazos y toca el espejo, tranquila. Voy a ir detrás de ti.

Miró hacia el suelo y pudo ver su propio reflejo, un espejo de dos metros aproximadamente se hallaba acostado sobre la arena y un marco de oro rodeaba el mueble. Zoey se agachó y Ardoz saltó a sus brazos, la joven kabary tocó el espejo y de inmediato fue transportada a su interior. Pudo sentir como se revolvía todo en su interior, el espejo propio estaba girando en su lugar Zoey pudo ver hacia el interior de la tierra. Parpadeó y se encontró en otro espejo más abajo estaba en el interior del espejo, volvió a hacer el mismo movimiento que el primero, la kabary se mareó otra vez y pudo ver más debajo de la arena otro pequeño espejo se hallaba más debajo. Zoey parpadeó nuevamente y se encontró en el espejo que estaba mirando, este giró tal como habían hecho los otro y atisbó un cuarto vidrio. Oh por Narelam, pensó. Me voy a morir.

Giró y Zoey parpadeó por última vez para trasladarse hacía el último espejo junto con Ardoz. El cuarto espejo dio un último giro y Zoey pudo ver suelo. Ella salió del espejo y cayó al suelo.

—Oh por Narelam —expresó la joven kabary besando el suelo hecho de metal.

—Te aconsejaría que no lo besaras —expresó la voz de una niña, extendió su mano para ayudar a Zoey y la kabary se levantó. Dio un salto cuando pudo ver a la niña. Su piel era de color celeste al igual que la de Calíope, pero la niña no tenía ojos en su lugar tenía una gema de color rosa—. Mi nombre es Suzi, un placer —expresó la niña extendiendo su mano, solamente tenía tres dedos—, ¿Cimotris venía detrás de ti Zoey Viquery?

—¿Quién? —preguntó la adolescente kabary, en ese momento su madre cayó al suelo parada con tal elegancia y gracia que continuó caminando como si acabase de bajar de unas escaleras mecánicas.

—Yo —expresó Regina—, por estos lados soy conocida como Cimotris querida —expresó su madre—. Ven, tengo que mostrarte algo.

Las dos caminaron hasta un barandal que se encontraba a pocos pasos. Zoey quedo con la boca abierta cuando descubrió que literalmente estaban en el centro del planeta. Miró hacia arriba y los separaba una gran distancia de la corteza de la tierra, sin embargo, lo que más le impresionó fue ver un total de unos treinta círculos blancos mantenidos en el cielo desde ahí parecían pequeños, pero seguramente cabría un edificio. Bajó su mirada una base de rocas cubría la energía del centro de la tierra, había algunas secciones que se podía ver aquel color celeste, pero estaba cubierto por un vidrio transparente.

—Bajemos —expresó Regina, mientras caminaba hacía una base circular de metal, Zoey se acercó y la plataforma bajó. Había un inmenso galpón de varios kilómetros. Las puertas estaban abiertas, desde el interior salieron dos ¿Personas? Esas no eran personas. Dos seres de al menos tres metros de altura con un par de túnicas negras con el mismo símbolo que ocupaba su madre. Los dos hombres estaban encapuchados, y sus mangas eran más largas que sus brazos. Toda parte de su cuerpo estaba tapada, ni su rostro se podía ver—, Magnelus, Zandelus. Ya están por llegar.

Los dos seres asintieron, y los tres miraron hacía el cielo. Zoey miró también a uno de los discos de color blanco. ¿Qué espíritus estamos mirando? Se preguntó la kabary.

En ese momento desde el interior del disco salió un avión. Esos no eran discos, eran portales. El gran avión caía en picada, parecía que nadie lo estaba pilotando.

—¡Magnelus, Zandelus! —gritó Regina, Zoey se tuvo que tapar los oídos por lo fuerte de su voz—, vayan a por el regimiento 358.

Los dos hombres altos salieron volando en escasos segundos estaban al lado del avión agarraron sus alas y lo bajaron lentamente a varios metros de ellos.

—Ven hija —expresó Regina—, ¡Magnelus, Zandelus. ¡Háganse cargo de ellos!

—A orden Cimotris —respondieron los dos al unísono.




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