CAPITULO 2
El sol de Aethermoor se alzó sobre los ríos de aether, que ahora brillaban con un color dorado intenso. Elara se despertó con la cabeza llena de sueños —había visto nuevamente los hilos, pero esta vez estaban conectados a un hombre con pelo negro y ojos verdes, que caminaba a su lado por un prado de flores azules. Cuando se despertó, el recuerdo se desvaneció como humo, pero dejó en ella un sentimiento de calidez que no podía explicar.
Se levantó, se vistió con una blusa de algodón y un pantalón gris, y cogió la llave del cajón del sofá. La miró por un momento, luego la guardó en el bolsillo interior de su abrigo —ya no quería dejarla sola. Luna llegaría en media hora para ir a la biblioteca de la escuela de los Cielos, y Elara no podía esperar para saber más sobre el objeto que había cambiado su vida en un solo día.
Mientras preparaba café, escuchó un ruido en la ventana. Se acercó y vio a un pájaro pequeño de plumas azules, que tenía un papel atado a su pata. Era un mensajero mágico —común en Aethermoor para enviar notas rápidas. Elara lo cogió con cuidado, desató el papel y lo leyó:
"Cuidado con el hombre de la túnica negra. No es lo que parece. —M"
Elara se quedó inmóvil. ¿Quién era "M"? Solo conocía a dos personas con esa inicial: Mikel, el director del museo, y su tío Marcos, que vivía en el campo. Pero su tío nunca le enviaba mensajes por pájaro. ¿Sería Mikel? Si era así, ¿por qué no le había hablado directamente?
De repente, escuchó el timbre de la puerta. Corrió a abrirla y encontró a Luna, que llevaba una mochila llena de libros y una sonrisa en la cara.
"¡Lista para la aventura de la investigación?" preguntó Luna, entrando en el apartamento.
Elara guardó el papel en su bolsillo y asintió, aunque su mente estaba ocupada con el mensaje. "Sí, claro. Solo... recibí un mensaje extraño."
Se lo mostró a Luna, que lo leyó con ceño fruncido. "¿'M'? No sé quién podría ser. Pero tienes razón en cuidarte —ese hombre no era común. Los Sombres Vigilantes no vienen a Aethermoor a menos que haya un peligro grave."
"¿Los Sombres Vigilantes?" Elara frunció el ceño. "He oído hablar de ellos —son guerreros que cazan magia peligrosa, ¿no?"
"Así es," dijo Luna, tomando un vaso de café. "Son muy estrictos. Creen que cualquier magia que no se controle completamente es un riesgo para el mundo. Si creen que tu llave es peligrosa, no se detendrán hasta destruirla. Y si tú estás conectada a ella..."
No terminó la frase, pero Elara entendió. El miedo que había sentido la noche anterior volvió, más fuerte que nunca.
"Vamos," dijo Luna, cogiendo su mano. "La biblioteca de los Cielos es el lugar más seguro de la ciudad. Allí podemos investigar sin miedo a que nos sigan."
Salieron del apartamento y se dirigieron hacia la escuela de los Cielos, que estaba en la colina más alta de Aethermoor. El edificio era una estructura de cristal y metal que se alzaba hasta los nubes, con torres que giraban lentamente y reflectores que captaban la energía del sol. Los ríos de aether se desviaban hacia la escuela, alimentando sus hechizos de protección.
Cuando llegaron, entraron por la puerta principal y se dirigieron a la biblioteca. Era un salón enorme, con estanterías que llegaban al techo y una bóveda de cristal que permitía ver el cielo. Había hechiceros y estudiantes por todas partes, buscando libros o trabajando en mesas. Luna saludó a algunos amigos, luego se llevó a Elara a una zona tranquila en el fondo de la biblioteca.
" Aquí está la sección de historia antigua," dijo Luna, señalando una serie de estanterías llenas de tomos de cuero. "Buscamos algo sobre llaves mágicas o los hilos del destino."
Empezaron a buscar. Elara deslizaba sus manos sobre los lomos de los libros, leyendo los títulos: Las Armas de los Antiguos Dioses, El Equilibrio entre Mundos, Los Poderes Ocultos de la Humanidad. Pasaron una hora sin encontrar nada relevante, hasta que Elara vio un tomo pequeño, de color marrón oscuro, que estaba oculto entre dos libros más grandes.
Lo sacó y leyó el título: Los Segredos de la Llave del Alba.
"¡Luna, mira!" exclamó. "Este título tiene 'llave' en él."
Luna se acercó y miró el libro. "No lo he visto nunca. Debe ser muy antiguo."
Elara abrió el tomo. Las páginas estaban amarillas y desgastadas, y la escritura era antigua —un idioma que casi no entendía. Pero Luna, que había estudiado lenguas antiguas en la escuela, empezó a leer en voz baja.
"En los tiempos en que los dioses caminaban por la Tierra, existía una llave que conectaba el mundo mortal con el reino del Alba —un lugar de luz y amor. La llave fue forjada por el dios Sol y la diosa Luna, para unir a dos seres que eran su creación más preciada: un guerrero de las sombras y una mujer con el poder de ver los hilos del destino."
Elara se quedó inmóvil. Eso sonaba demasiado a ella y al hombre de la túnica negra.
"Los dos se amaron, pero su amor fue puesto a prueba cuando el Señor del Abismo intentó abrir el portal entre mundos para dominar todo lo que existe. Para cerrar el portal, los amantes tuvieron que sacrificar su vida, y la llave fue ocultada para siempre, para que nadie más pudiera usarla. Pero la leyenda dice que se reencarnarían cuando el Abismo volviera a amenazar el mundo, y que la llave volvería a encontrarles para que pudieran terminar lo que empezaron."
Luna cerró el libro con un suspiro. "Elara... esto es... esto es sobre ti y ese hombre."
Elara negó con la cabeza, aunque el corazón le latía con fuerza. "No puede ser. Es solo una leyenda."
"Pero la llave está en tus manos," dijo Luna. "Y tú puedes ver los hilos del destino. Eso no es una casualidad."
De repente, sintieron una oscuridad que se apoderaba de la biblioteca. El sol se cubrió con nubes negras, y la luz de los reflectores mágicos se volvió pálida. Los estudiantes empezaron a murmurar, preocupados.
"¿Qué está pasando?" preguntó Elara.
Luna cerró los ojos y concentróse. "Siento magia oscura. Muy fuerte. Está cerca."
De repente, una figura negra apareció en la puerta de la biblioteca. Era el hombre de la túnica negra —Kael. Sus ojos verdes buscaban en la multitud, hasta que se encontraron con los de Elara.
"La llave," dijo, avanzando hacia ella. "Tienes que dármela. Ahora."
Los hechiceros se pusieron en pie, listos para defenderse. Luna se colocó al lado de Elara, levantando la mano y preparando un hechizo de luz.
"No te acerques, Sombra," dijo Luna, con la voz firme. "No harás daño a mi amiga."
Kael se detuvo, mirando a Luna. "No quiero pelear. Solo necesito la llave. El Señor del Abismo ya está aquí —ha abierto un portal pequeño en el norte de la ciudad. Si no destruyo la llave ahora, todo se perderá."
Elara salió de detrás de Luna, con la llave en la mano. "El Señor del Abismo está aquí? Pero... cómo?"
"Él ha estado buscando la llave durante siglos," dijo Kael. "Y ahora que sabe que está en Aethermoor, no se detendrá hasta tomarla. Tienes que confiar en mí."
Elara miró a sus ojos —ojos que le parecían familiares, a pesar de haberlo visto solo una vez. Sentía el deseo de confiar en él, pero también el miedo a lo que podría hacer con la llave.
"¿Por qué debería confiar en ti?" preguntó.
"Porque soy el guerrero de la leyenda," dijo Kael, con una voz baja y emocionada. "Y tú eres la mujer que amé. En otra vida."
Mientras hablaba, la llave en la mano de Elara empezó a brillar con luz dorada. Los hilos del destino aparecieron nuevamente, pero esta vez eran más claros —y uno de ellos conectaba directamente a Elara con Kael, brillando con un color rojo intenso.
Todos los presentes miraron con sorpresa. Los hechiceros bajaron sus manos, no sabiendo qué hacer. Luna se quedó inmóvil, mirando a Elara y a Kael.
"Es cierto," murmuró Elara, mirando el hilo que los conectaba. "Lo siento... lo recuerdo. Un poco. El prado de flores azules. Tu mano en la mía."
Kael se acercó más, sin quitar los ojos de ella. "Recuerdo también. El día que sacrificamos nuestra vida para cerrar el portal. Juro que no te dejaré morir de nuevo."
De repente, un estruendo retumbó por toda la escuela. La bóveda de cristal se rompió, y nubes negras entraron en la biblioteca. Un sonido terrible —un grito de rabia y poder— se escuchó desde el norte de la ciudad.
"El portal se está abriendo más," dijo Kael, mirando hacia la ventana. "Tenemos que irnos. Juntos."
Elara miró a Luna, que asintió con la cabeza. "Vamos," dijo Luna. "Yo te ayudo. Todos nosotros lo haremos."
Los hechiceros de la biblioteca se reunieron alrededor de Elara y Kael, listos para luchar. Luna preparó un hechizo de transporte, y una luz azul brilló en su mano.
"Esto te llevará al lugar del portal," dijo Luna a Elara y Kael. "Nosotros llegaremos después. Cuídense."
Elara tomó la mano de Kael. En el momento en que sus dedos se entrelazaron, la llave brilló con más fuerza, y los hilos del destino se multiplicaron, conectando a todos los hechiceros en un solo nudo de luz.
"Estamos juntos," dijo Elara, con una voz más fuerte que antes. "No lo olvides."
Kael sonrió por primera vez —una sonrisa pequeña pero sincera. "Nunca lo olvidaré."
Luna activó el hechizo. Una luz azul envolvió a Elara y Kael, y desaparecieron en un instante. Los hechiceros se prepararon para seguirlos, mientras el estruendo del portal se hacía más fuerte y la oscuridad se apoderaba de Aethermoor.
Mientras tanto, en el norte de la ciudad, en un campo vacío donde los ríos de aether se habían secado, un portal negro y oscuro se abría lentamente. Dentro de él, se veían ojos rojos brillantes y escucharse susurros de poder. El Señor del Abismo estaba a punto de salir, y solo Elara y Kael, con la llave del Alba y el poder de su amor reencarnado, podían detenerlo.
Elara y Kael aparecieron en el campo, justo al lado del portal. El viento era fuerte, y la tierra temblaba bajo sus pies. Kael soltó la mano de Elara y sacó su espada, mientras Elara agarraba la llave con ambas manos, sintiendo su poder fluir por su cuerpo.
"Esto es donde empezó," dijo Kael, mirando el portal. "Y esto es donde terminará."
Elara asintió, mirando sus ojos verdes. "Juntos," repitió.
El Señor del Abismo emitió otro grito de rabia, y el portal se abrió más. Criaturas de sombra empezaron a salir de él —seres con cuernos y garras, que caminaban con lentitud pero con determinación.
Kael se colocó al frente de Elara, listo para luchar. "Cuidado con las sombras. No te dejen tocarte."
Elara cerró los ojos y concentróse. Los hilos del destino aparecieron nuevamente, pero esta vez no solo conectaban a ella y a Kael —conectaban a todas las criaturas de sombra, a las hechiceros que se acercaban y al propio portal. Se dio cuenta de que podía usar los hilos para controlar la situación, para dirigir la energía de la llave hacia el portal y cerrarlo.
Abrió los ojos y levantó la llave. "Kael, ayúdame a dirigir la energía. Juntos podemos cerrarlo."
Kael asintió y colocó su mano sobre la de Elara, sobre la llave. La luz dorada de la llave se mezcló con la luz verde de su espada, y una corriente de energía poderosa salió hacia el portal. Las criaturas de sombra gritaron y se desvanecieron cuando la luz las tocó.
El Señor del Abismo emitió un grito de dolor y furia. "No lo harás! La llave es mía!"
Pero la energía de Elara y Kael era demasiado fuerte. El portal empezó a cerrarse, poco a poco, mientras la luz dorada y verde lo envolvía. Los hechiceros llegaron al campo y se unieron a ellos, enviando su propia energía para ayudar.
Finalmente, el portal se cerró con un estruendo, y la oscuridad desapareció. El sol volvió a brillar, y los ríos de aether empezaron a fluir nuevamente por el campo, llenándolo de luz y vida.
Elara y Kael soltaron la llave, exhaustos. Se miraron, y esta vez no hubo miedo ni duda —solo amor, fuerte y verdadero, como en la vida anterior.
"Lo hicimos," dijo Elara, con la voz temblorosa.
"Juntos," repitió Kael, tomando su mano.
Mientras tanto, Luna se acercó a ellos, con una sonrisa en la cara. "¡Qué ha sido eso! Eran increíbles los dos."
Los hechiceros empezaron a aplaudir, felicitándolos. Pero Elara y Kael no veían a nadie más —solo el uno al otro. Sabían que la pelea no había terminado —el Señor del Abismo no moriría tan fácilmente. Pero también sabían que estaban juntos, y que con la llave del Alba y el poder de su amor, podían enfrentar cualquier cosa.
De repente, la llave en la mano de Elara empezó a brillar nuevamente. Un hilo dorado salió de ella y se dirigió hacia el centro del campo, donde el portal había estado. Elara miró hacia allá y vio una flor azul pequeña, que había crecido en medio de la tierra quemada.
"Es la flor del prado," dijo Kael, mirando la flor. "El prado donde nos conocimos."
Elara sonrió, con lágrimas en los ojos. "Sí. Es un signo. Que nuestro amor es real, y que estaremos juntos siempre."
Mientras tanto, en un lugar oscuro y lejano, el Señor del Abismo gruñó de rabia. "No te rendiré, amantes. Volveré, y la llave será mía. Y entonces, todo el mundo conocerá la oscuridad."
Pero en Aethermoor, en el campo donde el portal se había cerrado, Elara y Kael se abrazaron, sabiendo que tenían el poder de luchar contra la oscuridad. Y que su amor, escrito en los hilos del destino, sería el arma más fuerte de todas.
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Editado: 14.12.2025