La Llave Del Alba Olvidada

EL VINCULO QUE NO SE PUEDE ROMPER

CAPITULO 3
El calor del sol de Aethermoor calentaba la cara de Elara mientras se abrazaba a Kael en el campo vacío. La flor azul seguía brillando en el suelo, un pequeño signo de esperanza en medio de la tierra quemada por el portal. Los hechiceros de la escuela de los Cielos se habían dispersado —algunos iban a informar a las autoridades, otros a ayudar a reparar los daños en la ciudad. Solo Luna se quedó cerca, mirándolos con una expresión mezcla de alegría y preocupación.
"Creo que es mejor que nos vayamos de aquí," dijo Luna finalmente, acercándose a ellos. "Los Sombres Vigilantes ya deben haber escuchado sobre el ataque. Y Torvin Roca no es a quien quieras encontrar en este momento."
Kael se separó de Elara, su rostro volviendo a ser sereno y taciturno. "Tienes razón. Torvin sabrá que estuve aquí, y buscará la llave. Tendremos que esconderla."
"O protegerla," dijo Elara, agarrando la llave con firmeza. "Ya no la voy a dejar en ninguna parte. Es parte de mí —como lo eres tú."
Kael miró a sus ojos, y Elara vio la luz verde de sus ojos brillar con emoción. "Yo también soy parte de ti," dijo. "Y jamás te dejaré sola."
Luna sonrió, aunque su ceño seguía fruncido. "Vamos a mi casa. Está en la parte trasera de la escuela, y tiene hechizos de protección fuertes. Nadie podrá encontrarnos allí."
Empezaron a caminar hacia la escuela de los Cielos. El camino estaba lleno de gente —ciudadanos de Aethermoor que salían a ver los daños, hechiceros que trabajaban en hechizos de curación para las plantas y los edificios. Los ríos de aether brillaban con un color azul intenso, como si estuvieran reconfortando a la ciudad después del miedo.
Mientras caminaban, Elara no podía dejar de mirar a Kael. Ahora que recordaba fragmentos de su vida anterior, veía en él el hombre que había amado —valiente, generoso y con un corazón que no era tan oscuro como su túnica lo sugería. Pero también veía el peso de su misión, el miedo a decepcionar a Torvin y a la orden de los Sombres.
"¿Qué pasará con los Sombres Vigilantes?" preguntó Elara. "Ahora que saben que no destruiste la llave."
Kael suspiró. "Torvin me considerará un traidor. Los Sombres Vigilantes no toleran la rebeldía. Tendré que huir de ellos, al igual que de el Señor del Abismo."
"Entonces te quedarás con nosotros?" preguntó Luna, mirándolo con curiosidad.
Kael miró a Elara. "Solo si ella lo quiere."
Elara asintió sin dudar. "Claro que sí. Estamos juntos, recuérdalo."
Llegaron a la casa de Luna —una pequeña estructura de madera y cristal, con un jardín lleno de flores mágicas que brillaban con colores diferentes. Luna abrió la puerta y los hizo entrar, cerrando la puerta detrás de ellos y activando un hechizo de protección que envolvió la casa en una luz púrpura.
"Ahí va," dijo Luna, sentándose en un sofá de tela azul. "Ahora nadie puede entrar ni salir sin mi permiso. Podemos descansar un rato y pensar en lo que hacemos a continuación."
Elara se sentó junto a Kael, y él le cogió la mano. "Tengo que contarte más sobre mi vida en la orden," dijo Kael. "Para que entiendas por qué Torvin es tan estricto."
Empezó a hablar. Le contó que había sido abandonado cuando era niño, y que Torvin lo había encontrado y lo había llevado a la fortaleza de los Sombres Vigilantes, en las montañas al norte de Aethermoor. Le había entrenado durante años —enseñándole a luchar, a controlar su magia de sombra y a creer que cualquier magia que no fuera de la orden era peligrosa.
"Torvin me dijo que la llave era el instrumento del Abismo," dijo Kael. "Que destruirla era la única forma de salvar el mundo. Nunca me dijo nada sobre la leyenda, sobre ti... sobre nosotros."
"Por qué crees que lo ocultó?" preguntó Elara.
"Porque le teme al amor," dijo Luna, antes de que Kael pudiera responder. "Los Sombres Vigilantes creen que los vínculos emocionales hacen a los guerreros débiles. Creer que tu misión es más importante que todo lo demás."
Kael asintió. "Es así. Torvin nunca ha amado a nadie. Su única razón de ser es la orden."
Elara apretó su mano. "Pues tú no eres como él. Tú puedes amar —y eso no te hace débil. Te hace más fuerte."
Mientras hablaban, Elara sintió la llave en su bolsillo empezar a vibrar. Sacó la llave y vio que brillaba con luz dorada, y que los hilos del destino aparecían nuevamente —esta vez, uno de ellos se dirigía hacia la montaña donde estaba la fortaleza de los Sombres Vigilantes.
"Qué pasa?" preguntó Kael, mirando la llave.
"Hay un vínculo entre la llave y la fortaleza," dijo Elara, mirando el hilo dorado. "Como si hubiera algo allí que necesitáramos ver."
"Torvin está allí," dijo Kael, con una voz grave. "Y probablemente ha reunido a los Sombres Vigilantes para buscarme. Ir allí sería suicidio."
"Pero tal vez es necesario," dijo Luna, levantándose. "La leyenda dice que la llave tiene otros secretos. Tal vez en la fortaleza encontramos información sobre cómo controlar su poder, o sobre cómo detener al Señor del Abismo definitivamente."
Elara miró a Kael. "Tú decides. Pero si vamos, iré contigo."
Kael suspiró, sabiendo que no podía negarse. El vínculo entre él y Elara era demasiado fuerte, y la llave le estaba diciendo que tenían que ir. "De acuerdo," dijo. "Pero iremos de noche. Y seremos muy cuidadosos."
Pasaron el resto del día descansando y preparándose. Luna preparó hechizos de invisibilidad y protección, y le dio a Elara y a Kael amuletos que les ayudaría a ocultar su magia. Kael se cambió de ropa —llevaba ahora pantalones negros y una camisa gris, lo que le hacía parecer un ciudadano normal. Elara guardó la llave en su bolsillo interior, nunca soltándola.
Cuando la noche llegó, los tres salieron de la casa de Luna. Luna activó el hechizo de invisibilidad, y se volvieron transparentes —nadie podía verlos ni oírlos. Empezaron a caminar hacia las montañas, siguiendo el hilo dorado que la llave les mostraba.
El camino era largo y difícil. Las montañas estaban oscuras y frías, y solo la luz de la luna iluminaba el camino. Kael caminaba al frente, usando su magia de sombra para sentir si había peligro cerca. Elara caminaba junto a él, mirando el hilo dorado que se extendía hacia arriba, hacia la fortaleza.
Después de varias horas de caminar, llegaron a la base de la fortaleza. Era una estructura enorme de piedra negra, con murallas altas y torres que se alzaban hasta el cielo. Había guardias en las murallas, con armas mágicas listas para disparar.
"Tenemos que entrar por la parte trasera," dijo Kael, señalando un camino estrecho que llevaba a una puerta pequeña. "Es la única parte sin guardias —nadie creería que alguien se atreviera a entrar por allí."
Luna activó el hechizo de invisibilidad con más fuerza, y los tres se acercaron a la puerta. Kael usó su magia de sombra para abrir la cerradura, y entraron en la fortaleza.
Dentro, era oscuro y silencioso. Las paredes estaban cubiertas de símbolos de sombra, y el aire olía a metal y sangre. Kael conocía el camino —había caminado por esas salas durante años. Llevó a Elara y a Luna a un pasillo estrecho que llevaba a la biblioteca de la orden.
"Allí encontramos los archivos antiguos," dijo Kael. "Si hay algo sobre la llave, estará allí."
Entraron en la biblioteca. Era un salón grande, con estanterías llenas de tomos de cuero negro. La luz de las farolas mágicas era pálida, y el aire estaba lleno de polvo. Elara sacó la llave, y el hilo dorado se dirigió hacia una estantería en el fondo de la sala.
"Allí está," dijo Elara, caminando hacia la estantería.
Sacó un tomo grande, de color negro, con el título Historias de la Orden de los Sombres escritas en letras de plata. Abrió el tomo y empezó a leer, con la ayuda de Kael y Luna.
Las páginas hablaban de la creación de la orden, de sus misiones y de sus enemigos. Pero cuando llegaron a la última sección, encontraron algo que no esperaban: un relato sobre la llave del Alba, escrito por un antiguo líder de los Sombres Vigilantes.
"La llave del Alba no es un instrumento del Abismo —es su único contra. Fue forjada para cerrar el portal, pero para hacerlo de forma definitiva, necesita el poder de dos seres conectados por el destino: un guerrero de sombra y una mujer con el poder de ver los hilos. Si estos dos se aman verdaderamente, su energía se mezcla con la de la llave y crea un campo de fuerza que impide que el Abismo vuelva a abrirse."
Elara miró a Kael. "Entonces, tu misión no era destruir la llave. Era protegerme —y protegernos a los dos."
"Torvin lo sabía?" preguntó Luna.
El relato continuaba:
"He ocultado esta información de la orden, porque sé que muchos creerán que el amor es una debilidad. Pero yo he visto el poder de la llave cuando está en manos de los amantes del destino. Es la única esperanza del mundo."
Kael cerró el libro con furia. "Torvin lo sabía. Debe haber leído este relato. Y lo ocultó a todos —incluso a mí."
"Por qué?" preguntó Elara.
"Porque le teme al cambio," dijo Luna. "La orden ha seguido las mismas reglas durante siglos. Si saben que el amor es la clave para salvar el mundo, todo lo que creen se derrumba."
De repente, escucharon un ruido en el pasillo. Kael sacó su espada, listo para luchar. "Es Torvin," dijo. "Ha sentido nuestra presencia."
La puerta de la biblioteca se abrió, y Torvin Roca entró. Era un hombre alto y corpulento, con pelo gris y ojos negros que no mostraban ninguna emoción. Llevaba una armadura de metal negro, y en su cinto llevaba una espada más grande que la de Kael.
"Kael," dijo Torvin, con una voz grave y fría. "Sabía que te encontraría aquí. Y con la chica y la hechicera. Has traicionado a la orden."
"No he traicionado nada," dijo Kael, colocándose al frente de Elara. "Tu me mentiste. La llave no es peligrosa —es la única forma de detener al Señor del Abismo."
Torvin rio, una risa fría y vacía. "Mentira. La magia es peligrosa, Kael. Siempre lo ha sido. Y tu vínculo con esta chica te ha cegado."
Se acercó más, sacando su espada. "Tienes dos opciones: dámela la llave y vuelves a la orden, o muertes todos los tres."
Elara salió de detrás de Kael, con la llave en la mano. "No te daré la llave," dijo, con la voz firme. "Y Kael no volverá a tu orden —no mientras sigas mintiendo a todos."
La llave empezó a brillar con luz dorada, y los hilos del destino aparecieron nuevamente. Esta vez, uno de los hilos se dirigió hacia Torvin, y Elara vio algo que no esperaba: en el pasado de Torvin, había un hilo rojo que se conectaba a una mujer con pelo rubio —una mujer que había muerto en un ataque del Abismo siglos atrás.
"Tu también has amado," dijo Elara, mirando a Torvin. "Y tu dolor te ha hecho odiar la magia. Pero el amor no es una debilidad —es la fuerza que te hace luchar."
Torvin se quedó inmóvil, su rostro mostrando una expresión de sorpresa y dolor. "Cómo... cómo sabes eso?"
"Veo los hilos del destino," dijo Elara. "Veo tu pasado, tu dolor y tu miedo. Pero también veo que todavía hay esperanza para ti."
Mientras hablaba, la luz de la llave se extendió hacia Torvin, envolviéndolo en una luz dorada. El hombre cerró los ojos, y Elara vio lágrimas rodar por sus mejillas.
"Era mi esposa," dijo Torvin, con la voz temblorosa. "La amaba más que nada en el mundo. Pero el Abismo se llevó a ella. Y yo jure destruir toda la magia que lo haya causado."
"La magia no lo causó," dijo Kael, bajando su espada. "El Abismo es un ser maléfico que busca el poder. La magia es solo una herramienta —puede ser buena o mala, dependiendo de quién la use."
Torvin abrió los ojos, mirando a Kael y a Elara. La furia en sus ojos había desaparecido, reemplazada por tristeza y arrepentimiento. "Tal vez tengas razón," dijo. "Tal vez he estado equivocado durante todos estos años."
De repente, un estruendo retumbó por toda la fortaleza. La tierra tembló, y las farolas mágicas se apagaron. Torvin miró hacia la ventana. "El Abismo," dijo. "Ha encontrado la fortaleza. Ha sentido la llave."
Los cuatro salieron de la biblioteca y se dirigieron a la torre principal de la fortaleza. Desde allí, podían ver el campo al pie de las montañas —y un portal negro y oscuro que se estaba abriendo, más grande que el de la ciudad. Criaturas de sombra estaban saliendo de él, en números que no habían visto nunca.
"Tenemos que actuar rápido," dijo Kael. "Si el portal se abre completamente, el Abismo podrá tomar el mundo."
Torvin asintió. "Voy a reunir a los Sombres Vigilantes," dijo. "Ellos tienen que ayudar. Ahora sé que es la única forma."
Mientras Torvin se iba, Luna preparó hechizos de luz y protección. Elara agarraba la llave con ambas manos, sintiendo su poder fluir por su cuerpo. Kael le cogió la mano, y su magia de sombra se mezcló con la luz dorada de la llave.
"Juntos," dijo Kael.
"Juntos," repitió Elara.
Los Sombres Vigilantes llegaron poco después, liderados por Torvin. Eran decenas de guerreros, con armas y armaduras mágicas. Torvin habló con ellos, explicándoles la verdad sobre la llave y el Abismo. Al principio, hubo duda y resistencia, pero cuando vieron la luz de la llave y el vínculo entre Kael y Elara, comprendieron que Torvin tenía razón.
"Estamos contigo," dijo uno de los guerreros, sacando su espada. "Todos nosotros."
Los cuatro —Elara, Kael, Luna y Torvin— se colocaron al frente del ejército de Sombres Vigilantes y hechiceros que se estaba formando. El portal se estaba abriendo más, y el Señor del Abismo emitió un grito de poder que se escuchó en toda la montaña.
"Es hora," dijo Elara, levantando la llave. "Que el poder de nuestro amor cierre el Abismo para siempre."
La llave brilló con luz dorada intensa, y los hilos del destino se extendieron por todo el campo, conectando a todos los guerreros y hechiceros en un solo nudo de luz. Kael activó su magia de sombra, y la luz verde se mezcló con la dorada, creando una energía poderosa que se dirigió hacia el portal. Luna envió hechizos de luz, y los Sombres Vigilantes atacaron a las criaturas de sombra con sus armas.




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