La Llave Del Alba Olvidada

EL PORTAL DE LAS ESTRELLAS

CAPITULO 5
La luz del sol de Aethermoor se filtraba por las ventanas del Museo de Memorias Olvidadas, iluminando el nuevo expositor de la llave del Alba. Elara y Kael seguían agarrados de la mano, mirando la estatua que representaba su amor reencarnado. Mikel se retiró con una sonrisa, dejándolos solos en el salón principal.
"¿Crees que alguien creerá esta historia?" preguntó Kael, con una sonrisa pequeña. "Dos amantes que se reencarnaron para salvar el mundo con un objeto mágico."
Elara rió suavemente. "La gente de Aethermoor está acostumbrada a cosas mágicas," dijo. "Y además —la evidencia está aquí." Levantó la mano que llevaba la llave, que brillaba con un brillo dorado tenue.
De repente, el hilo de luz que habían visto días antes —el que se dirigía hacia las estrellas— apareció nuevamente, más claro que nunca. Se extendió desde la llave hasta el techo de cristal del museo, luego hacia el cielo azul.
"Ya empezó," dijo Elara, mirando el hilo con curiosidad y emoción. "El nuevo camino que nos espera."
Kael apretó su mano. "Estoy listo, siempre que estés tú conmigo."
En ese momento, Luna entró en el museo, jadeando y con la cara roja por el esfuerzo. "¡Elara! ¡Kael! Tienen que venir conmigo —hay algo en la escuela de los Cielos que tienen que ver."
Sin preguntar más, los tres salieron del museo y se dirigieron hacia la colina donde estaba la escuela. Los ríos de aether brillaban con un color púrpura intenso —un signo que algo importante estaba pasando. Cuando llegaron a la escuela, encontraron a decenas de hechiceros reunidos en el patio central, mirando hacia el cielo.
"Mirad," dijo Luna, señalando hacia arriba.
Elara y Kael miraron, y su aliento se quedó en la garganta. En el cielo, justo encima de la escuela, se estaba abriendo un portal de luz —un círculo de colores brillantes que recordaba a una galaxia. Estrellas pequeñas brillaban dentro de él, y un viento suave con aroma a flores silvestres y espacio abierto bajaba desde él.
"Es el portal de las estrellas," murmuró una hechicera mayor, con los ojos abiertos de par en par. "La leyenda dice que aparece cuando los guardianes del equilibrio tienen que ir a ayudar a otros mundos."
Elara sacó la llave, y el hilo de luz que se dirigía hacia el cielo se conectó directamente al portal. La llave empezó a vibrar con más fuerza, y un mensaje apareció en su superficie —letras de luz dorada que solo Elara podía leer:
"Los guardianes son llamados. Un mundo está a punto de caer en la oscuridad. Venid, y traed la luz del amor."
Kael miró a Elara. "¿Qué hacemos?"
"Lo que tenemos que hacer," dijo Elara, con una voz firme. "Ir allí y ayudar."
Torvin llegó al patio en ese momento, acompañado de dos Sombres Vigilantes. "He oído lo que pasa," dijo, mirando el portal. "La alianza ha decidido —vamos contigo. No te dejaréis solos en esta misión."
Luna asintió. "Yo también voy. No hay forma de que me quede aquí mientras vosotros vais a un mundo desconocido."
Más hechiceros y Sombres Vigilantes se acercaron, ofreciéndose a ir. Pero el portal empezó a brillar con más intensidad, y una voz suave se escuchó en el aire —la misma voz del ser de luz que había sido el Señor del Abismo:
"Solo los guardianes y sus dos aliados más cercanos pueden entrar. El resto debe quedarse para proteger Aethermoor. El camino es peligroso, y solo los que llevan el amor y la amistad en su corazón podrán sobrevivir."
Elara, Kael, Luna y Torvin se miraron. Era claro quiénes eran los elegidos.
"Preparémonos," dijo Kael. "No sabemos qué nos esperará allí."
Se retiraron a la casa de Luna para prepararse. Luna cogió hechizos de curación, protección y transporte. Torvin cogió sus armas y amuletos de sombra. Kael se cambió a su armadura de Sombra Vigilante —ahora con detalles de luz dorada que mostraban su vínculo con Elara. Elara guardó la llave en su bolsillo interior y cogió una mochila con víveres y un libro de historias mágicas que Mikel le había dado.
Cuando estaban listos, volvieron al patio de la escuela. El portal estaba aún más grande, y la luz que salía de él iluminaba toda la ciudad. La gente de Aethermoor se había reunido alrededor de la escuela, viendo el espectáculo con admiración y miedo.
Mikel se acercó a Elara y le dio un abrazo. "Cuídate, niña," dijo. "El museo te esperará cuando vuelvas."
"Gracias, Mikel," dijo Elara, con lágrimas en los ojos. "Por todo."
Los cuatro se acercaron al portal. El viento que bajaba de él se hizo más fuerte, y la luz los envolvió. Elara agarró la mano de Kael, y Luna agarró la mano de Torvin. Juntos, dieron un paso hacia dentro.
El viaje fue rápido y extraño. Sentían como si estuvieran volando por el espacio, entre estrellas y galaxias. Vieron mundos de colores diferentes —algunos con océanos de fuego, otros con árboles que alcanzaban los cielos, otros con ciudades flotantes. La llave brillaba con luz dorada, guiándolos hacia su destino.
Finalmente, aterrizaron en un mundo que parecía desierto. El cielo era de color morado oscuro, y las estrellas brillaban con un brillo rojo. La tierra era de color gris, y no había plantas ni agua visibles. Solo piedras grandes y montañas que se alzaban hacia el cielo.
"¿Dónde estamos?" preguntó Luna, mirando a su alrededor con preocupación.
Elara sacó la llave, y el hilo de luz se dirigió hacia una montaña en el horizonte —una montaña con una cueva en su base, desde la que salía una luz negra. "Allí," dijo. "Es donde está el peligro."
Empezaron a caminar hacia la montaña. El aire era frío y seco, y era difícil respirar. Kael usó su magia de sombra para crear una barrera que protegiera a los cuatro del frío. Luna usó su magia de luz para iluminar el camino.
Mientras caminaban, empezaron a ver figuras en la distancia —seres de piel gris, con ojos negros y cuerpos delgados. Estaban caminando hacia la cueva, con expresiones vacías en sus rostros.
"¿Qué son esos seres?" preguntó Torvin, sacando su espada.
Elara cerró los ojos y concentróse. Los hilos del destino aparecieron, y vio que los seres estaban conectados a la cueva —su energía estaba siendo absorbida por la oscuridad que salía de ella. "Son los habitantes de este mundo," dijo. "La oscuridad está matando su alma."
"Tenemos que ayudarles," dijo Kael, avanzando más rápido.
Llegaron a la cueva y entraron. Dentro, era oscuro y silencioso. La luz negra salía de un portal en el centro de la cueva —un portal más pequeño que el del Abismo, pero con la misma energía maléfica. Alrededor del portal, había una figura de piel negra, con ojos rojos y alas de murciélago. Era un príncipe de las sombras, un ser que servía al Abismo en otros mundos.
"Los guardianes de Aethermoor," dijo el príncipe, con una voz suave pero maléfica. "Sabía que vendríais. El Abismo me ha enviado para preparar este mundo para su llegada. Y vosotros no podréis detenerlo."
"El Abismo ya no es un peligro," dijo Kael, sacando su espada. "Lo hemos convertido en un ser de luz."
El príncipe rio. "Ese ser de luz no es el verdadero Abismo," dijo. "Era solo una parte de él. El verdadero Abismo está en el centro del universo, y está creciendo. Pronto, todo el mundo será suyo."
Alzó sus manos y envió una ola de sombras hacia los cuatro. Torvin se adelantó y creó un escudo de sombra que detuvo las sombras. Luna envió un hechizo de luz hacia el príncipe, que lo hizo retroceder.
"Elara, usa la llave!" gritó Kael, atacando al príncipe con su espada.
Elara agarró la llave con ambas manos y cerró los ojos. Los hilos del destino se extendieron por toda la cueva, conectando a los seres de piel gris, al portal y al príncipe. Sentía su energía, su dolor, su deseo de libertad. Todo ese sentimiento se convirtió en luz dorada que salió de la llave y se dirigió hacia el portal.
La luz dorada empezó a envolver el portal de oscuridad, empujando la oscuridad hacia adentro. El príncipe gritó de rabia y atacó a Elara, pero Kael se interpuso y lo detuvo con su espada.
"¡No te acerques a ella!" gritó Kael, atacando con más fuerza.
Torvin y Luna se unieron a la pelea, atacando al príncipe con sus armas y hechizos. El príncipe era fuerte, pero los cuatro estaban juntos, y su energía se mezcló en un solo poder que era demasiado para él. Finalmente, Kael dio un golpe que lo hizo caer al suelo.
Mientras tanto, la llave había empujado la oscuridad completamente del portal, que ahora brillaba con luz dorada. Los seres de piel gris entraron en la cueva, y la luz les tocó, devolviéndoles su color y su alma. Sus ojos volvieron a ser de color azul, y empezaron a sonreír.
"Gracias," dijo uno de ellos, con una voz suave. "Habíamos perdido la esperanza. Pero vosotros habéis traído la luz."
El príncipe se levantó, pero su energía había desaparecido. Se arrodilló en el suelo, con la cabeza baja. "Vosotros ganáis," dijo. "Pero el verdadero Abismo vendrá. Y cuando venga, nada podrá detenerlo."
Elara se acercó a él y le colocó la mano en la cabeza. La llave brilló con luz dorada, y los hilos del destino le mostraron su pasado —un ser que había sido traicionado y obligado a servir al Abismo. "Tú también puedes cambiar," dijo. "El amor puede curar tu dolor."
El príncipe miró a sus ojos, y lágrimas de luz rodaron por sus mejillas. "Gracias," dijo. "Por darme una segunda oportunidad."
Su cuerpo empezó a brillar con luz blanca, y se convirtió en un ser de luz, con ojos azules y alas blancas. "Voy a ayudar a mis hermanos a reconstruir este mundo," dijo. "Y voy a protegerlos de la oscuridad."
Con esas palabras, se desvaneció y apareció de nuevo entre los seres de piel gris, que le recibieron con abrazos.
El portal de luz en el centro de la cueva empezó a brillar con más intensidad, y la voz del ser de luz volvió a escucharse:
"Habéis cumplido vuestra misión. Este mundo está a salvo. Ahora, volved a Aethermoor —hay más peligros que esperan, pero también más esperanza."
Los cuatro se acercaron al portal y entraron. El viaje de regreso fue más rápido que el de ida, y pronto aterrizaron en el patio de la escuela de los Cielos. La gente de Aethermoor les recibió con aplausos y abrazos, celebrando su victoria.
Mikel se acercó a Elara y le dio un abrazo. "¡Bienvenidos de vuelta!" dijo. "Sabía que lo haríais."
Elara sonrió, mirando a Kael, Luna y Torvin. "No lo hubiéramos hecho sin ellos," dijo.
Los días siguientes fueron de alegría y celebración. La alianza entre los Sombres Vigilantes y las escuelas de hechicería se fortaleció, y empezaron a prepararse para el regreso del verdadero Abismo. Elara y Kael seguían trabajando en el museo, creando un nuevo expositor sobre el portal de las estrellas y el mundo que habían salvado.
Un día, Elara y Kael volvieron al campo donde se había cerrado el primer portal. La flor azul ahora había crecido en un prado completo de flores azules, que brillaban con luz dorada. Se sentaron junto a ellas, agarrados de la mano.
"¿Crees que podremos detener el verdadero Abismo?" preguntó Kael.
Elara miró a sus ojos verdes y sonrió. "Sí," dijo. "Porque tenemos el amor el uno del otro, y la amistad de nuestros amigos. Y eso es más fuerte que cualquier oscuridad."
Kael le besó en los labios, un beso suave y lleno de amor. "Siempre juntos," dijo.
Elara sonrió. "Siempre juntos."
En ese momento, la llave en su bolsillo empezó a vibrar. Sacó la llave y vio que varios hilos de luz se extendían hacia el cielo, hacia diferentes estrellas. Cada hilo representaba un mundo que necesitaba su ayuda.
"El camino sigue," dijo Elara, mirando los hilos.
"Y nosotros lo seguiremos," dijo Kael, apretando su mano.
Mientras tanto, en el centro del universo, en un lugar de oscuridad absoluta, el verdadero Abismo se movía. Sus ojos rojos brillaban con furia al sentir que sus planes habían sido frustrados. "Los guardianes," gruñó. "Vosotros no me detendréis. Pronto, todo el universo será mío."
Pero en Aethermoor, en el prado de flores azules, Elara y Kael se quedaron mirando el cielo, listos para enfrentar cualquier desafío que viniera. Sabían que el futuro era incierto, pero también sabían que tenían el poder del amor y la amistad de su lado. Y eso era suficiente para enfrentar cualquier oscuridad.
La ciudad de Aethermoor seguía brillando en el sol, llena de vida y esperanza. Los ríos de aether fluían por las calles, alimentando la magia y la felicidad de la gente. Y los guardianes del equilibrio estaban listos para proteger el mundo —y todos los mundos— de la oscuridad que venía.




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