La Llave Del Alba Olvidada

EL MUNDO DE LOS HIELOS HELADOS

CAPITULO 8
El hilo de luz más brillante que habían visto nunca se extendía desde la llave en la mano de Elara hasta un punto remoto del cielo, donde las estrellas parecían congelarse. Kael la miró con preocupación —podían sentir la frialdad que emanaba de ese hilo, una fría que llegaba hasta sus huesos.
"¿Qué mundo es ese?" preguntó Luna, que había llegado al prado con Torvin. "Siento una energía tan fría... como si todo estuviera congelado."
Elara cerró los ojos y se concentró en el hilo. Los hilos del destino le mostraron imágenes: un mundo cubierto de hielo y nieve, montañas de cristal que alcanzaban los cielos, ríos congelados y una ciudad abandonada donde los habitantes se refugiaban de una oscuridad que se alimentaba de la frialdad.
"Se llama el Mundo de los Hielos Helados," dijo, abriendo los ojos. "Hay un ser llamado la Reina del Frío que ha congelado todo lo que existe. Los habitantes están atrapados en refugios subterráneos, y su energía se está agotando. Si no vamos pronto, se morirán todos."
Torvin frunció el ceño. "La frialdad es una de las armas más peligrosas del Abismo," dijo. "Se alimenta de la esperanza y la alegría, conviertiéndolas en desesperación y hielo. Tendremos que prepararnos bien."
Los cuatro se dirigieron a la casa de Luna para prepararse. Luna cogió hechizos de calor y protección contra el frío, además de sus usuales hechizos de luz y curación. Torvin cogió armadura reforzada con magia de sombra que protegía contra la frialdad, y amuletos que mantenían la temperatura corporal alta. Kael se puso su armadura con detalles de dorado, y Luna le añadió un encantamiento de calor extra. Elara guardó la llave en su bolsillo interior, junto al trozo de cristal de Lucerna que Aldric le había dado —el cual ya empezaba a brillar con luz cálida para protegerla.
Mientras se preparaban, Mikel llegó con un paquete. "Te traje esto," dijo, dándoselo a Elara. "Es un libro de los archivos del museo —habla de los mundos de hielo y de cómo combatir la magia del frío. Espero que te sea útil."
Elara abrió el libro y leyó rápidamente. Había una frase que le llamó la atención: "La magia del frío solo se puede vencer con el calor del corazón —el amor y la amistad que unen a los seres son más fuertes que cualquier hielo."
"Gracias, Mikel," dijo, cerrando el libro y lo guardó en su mochila. "Esto es perfecto."
Se dirigieron a la escuela de los Cielos, donde el portal de las estrellas estaba listo. El hilo de luz brillante se conectaba directamente a él, y el portal mismo había cambiado de color —ahora era de un azul helado que reflejaba las estrellas.
"El viaje será frío," advirtió Luna, activando un hechizo de calor que envolvió a los cuatro. "Mantengámonos juntos para conservar la energía."
Entraron en el portal. Esta vez, el viaje no fue de luz y flores —sino de viento helado y nieve que caía como cristales. El encantamiento de Luna los protegía, pero aún así sentían la frialdad rozar su piel. Elara agarró la mano de Kael, y el calor de su contacto le dio fuerzas.
Finalmente, aterrizaron en el Mundo de los Hielos Helados. El cielo era de un gris oscuro, y la nieve caía sin parar. Todo lo que veían estaba cubierto de hielo —montañas, árboles, ríos que habían sido convertidos en bloques de cristal. El viento soplaba con fuerza, haciendo sonar un silbido triste que se escuchaba en todo el mundo.
"¿Dónde están los refugios subterráneos?" preguntó Kael, mirando a su alrededor con dificultad.
Elara sacó la llave, y el hilo de luz se dirigió hacia una montaña en el horizonte —una montaña con una entrada oculta cubierta de hielo. "Allí," dijo. "Por ese lado."
Empezaron a caminar hacia la montaña. El camino era difícil —la nieve llegaba hasta sus rodillas, y el viento trataba de empujarlos hacia atrás. Luna mantuvo el hechizo de calor activo, y Torvin usó su magia de sombra para crear un muro que protegiera contra el viento.
Mientras avanzaban, encontraron figuras congeladas en el hielo —habitantes del mundo que no habían llegado a los refugios a tiempo. Sus rostros mostraban expresiones de miedo y desesperación. Elara sintió un nudo en la garganta. "Tenemos que llegar rápido," dijo.
Llegaron a la montaña y encontraron la entrada oculta. Kael usó su espada para romper el hielo que la cubría, y los cuatro entraron en el refugio subterráneo.
Dentro, era cálido —los habitantes habían creado fuegos con madera mágica que no se apagaba. Había decenas de personas —hombres, mujeres y niños— con piel pálida y ojos de color azul helado. Estaban agrupados en esquinas, con expresiones tristes y cansadas.
Un hombre mayor con barba blanca se acercó a ellos. "¿Quiénes son vosotros?" preguntó, con la voz temblorosa. "¿Venís de la Reina del Frío?"
"No," dijo Elara, sonriendo suavemente. "Somos los guardianes del equilibrio, venidos de Aethermoor. Hemos venido para ayudar."
El hombre sonrió por primera vez en mucho tiempo. "Gracias," dijo. "Me llamo Borin, y soy el líder de los refugios. La Reina del Frío llegó hace dos meses y ha congelado todo. Nuestra energía se está agotando —la madera mágica ya casi se ha acabado, y la frialdad empieza a entrar."
"¿Dónde está la Reina del Frío?" preguntó Kael.
"En la ciudad abandonada, al pie de la montaña de hielo," dijo Borin. "Ha tomado el palacio real como su morada. Allí es donde controla toda la magia del frío."
Elara miró a Kael. "Tenemos que ir hasta allí," dijo. "Antes de que la frialdad se apodere de los refugios."
"Yo voy con vosotros," dijo Borin. "Conozco el camino a la ciudad, y sé los secretos de la montaña de hielo."
Los cinco se prepararon para salir del refugio. Luna fortaleció el hechizo de calor, y Borin les dio capas de piel de animales mágicos que protegían contra la frialdad. Empezaron a caminar hacia la ciudad abandonada, con Borin al frente.
El camino hacia la ciudad era aún más difícil. La nieve caía con más fuerza, y el viento era más fuerte. Pero Borin conocía el camino, y los llevó por un sendero oculto entre las montañas que protegía de parte del viento.
Llegaron a la ciudad abandonada al anochecer. Era una ciudad de piedra y cristal, ahora completamente congelada. Los edificios estaban cubiertos de hielo grueso, y las calles estaban llenas de nieve. En el centro de la ciudad, se alzaba el palacio real —un edificio enorme de cristal que brillaba con luz azul helada.
"La Reina del Frío está dentro," dijo Borin, señalando el palacio. "Cuidado —su magia es muy fuerte. Todo lo que toca se convierte en hielo."
Los cuatro se acercaron al palacio, mientras Borin se quedaba en un lugar seguro. La puerta del palacio estaba cerrada con hielo, pero Kael usó su espada —que ahora brillaba con luz verde y dorada— para romperla.
Entraron en el palacio. El interior estaba completamente congelado, y la luz azul helada venía de un trono en el centro de la sala. En el trono, estaba la Reina del Frío —una mujer alta y hermosa, con pelo blanco como la nieve y ojos de color azul helado. Llevaba un vestido de hielo que brillaba en la luz, y su cuerpo estaba envuelto en una nube de frío.
"Los guardianes de Aethermoor," dijo, con una voz que sonaba como hielo que se rompe. "Había oído hablar de vosotros. Pensé que no os atreveríais a venir a mi mundo."
"Deja de esto," dijo Elara, levantando la llave. "Tu magia de frío está destruyendo a los habitantes de este mundo. Deja de congelar todo y devuelve la luz y el calor."
La Reina del Frío rio, una risa que se escuchó como hielo que cae. "El calor es débil," dijo. "La frío es fuerte, permanente. Convierto todo en hielo para que no haya dolor, no haya sufrimiento. Es un regalo."
"No es un regalo," dijo Kael. "Es la muerte. Los seres necesitan calor, amor, alegría. Eso es lo que les da vida."
Alzó sus manos y envió una ola de hielo hacia los cuatro. Torvin se adelantó y creó un escudo de sombra que detuvo la ola, pero el hielo se quedó adherido al escudo, congelándolo. "¡Cuidado!" gritó. "Su magia congeló mi escudo."
Luna envió un hechizo de luz caliente hacia la Reina del Frío, que la hizo retroceder. "¡Elara, usa la llave y el calor del cristal de Lucerna!" gritó.
Elara sacó el trozo de cristal de Lucerna, que brillaba con luz cálida intensa. La colocó junto a la llave, y la luz dorada de la llave se mezcló con la luz cálida del cristal, creando una energía de calor que se extendió por toda la sala. El hielo que cubría los muros empezó a derretirse, y el aire se volvió más cálido.
La Reina del Frío gritó de rabia y atacó a Elara con un rayo de hielo. Kael se interpuso y usó su espada para detener el rayo, pero el hielo rozó su brazo, congelándolo parcialmente. "¡Kael!" gritó Elara, corriendo hacia él.
Usó la energía de la llave y el cristal para calentar su brazo, y el hielo se derritió. Kael sonrió suavemente. "Estoy bien," dijo. "Sigue luchando."
Elara volvió a enfrentarse a la Reina del Frío. Los hilos del destino se extendieron hacia ella, y Elara vio su pasado —era una mujer de un mundo caluroso, que había perdido a su familia en un incendio. Había desarrollado la magia del frío para evitar que más incendios se produjeran, pero el dolor le había hecho olvidar el verdadero sentido de su poder.
"Recuerda tu pasado," dijo Elara, con la voz suave. "Recuerda por qué desarrollaste tu magia. No para congelar todo, sino para proteger a los demás."
La Reina del Frío se quedó inmóvil, sus ojos azul helado mirando a Elara. "Mi familia... murió en un incendio," dijo, con la voz temblorosa. "Quería evitar que más gente sufriera lo mismo. Pero... terminé causando más dolor."
"Tu poder no es malo," dijo Elara. "La frío puede proteger, pero también necesita el calor para mantener el equilibrio. Sin calor, la frío es muerte. Sin frío, el calor es destrucción."
La luz de la llave y el cristal se extendió hacia la Reina del Frío, envolviéndola en una energía de calor y frío equilibrada. Su vestido de hielo se convirtió en un vestido de seda blanca con detalles de hielo, y sus ojos azul helado brillaron con luz dorada. "Gracias," dijo, con lágrimas en los ojos. "Por mostrarme el camino. He estado equivocada durante demasiado tiempo."
Levantó sus manos y envió una energía de equilibrio hacia todo el mundo. El hielo empezó a derretirse, los ríos volvieron a fluir, y el sol apareció por primera vez en meses, brillando con luz cálida. La nieve dejó de caer, y las plantas empezaron a brotar de la tierra.
Los habitantes del refugio salieron al exterior, celebrando su libertad y el retorno del calor. Borin se acercó al palacio y agradeció a los guardianes y a la Reina del Frío.
"¿Qué pasará ahora?" preguntó Borin.
"Voy a ayudar a reconstruir el mundo," dijo la Reina del Frío, que ahora se llamaba Lyra. "Usaré mi magia para mantener el equilibrio entre el calor y la frío, para proteger a los habitantes y evitar que más dolor se produzca."
Elara sonrió. "Eso es lo correcto," dijo.
La voz del ser de luz se escuchó en el aire:
"Habéis cumplido vuestra misión. El Mundo de los Hielos Helados ha recuperado su equilibrio. El equilibrio entre el calor y la frío es la clave de la vida, y vosotros lo habéis restaurado."
Los cuatro se miraron, sonriendo. Era hora de volver a Aethermoor. Lyra les dio un regalo —un cristal de hielo que mantenía el equilibrio de temperatura, para ayudarlos en futuros viajes. Elara se lo guardó en su mochila, agradecida.
Los cuatro entraron en el portal de las estrellas, que ahora era de un color azul cálido. El viaje de regreso fue de luz y calor, y llegaron a Aethermoor al amanecer.
La gente de Aethermoor les esperaba con aplausos y abrazos. Mikel se acercó a Elara y le preguntó sobre el viaje. Elara le contó todo, y le mostró el cristal de hielo que Lyra le había dado.
"Un nuevo tesoro para el museo," dijo Mikel, sonriendo. "Y una nueva historia para contar."
Más tarde, Elara y Kael volvieron al prado de flores azules. El sol brillaba con luz cálida, y las flores azules brillaban con luz dorada. Elara agarró la mano de Kael, y el trozo de cristal de Lucerna y el cristal de hielo brillaban en su bolsillo.
"¿Crees que hemos aprendido algo importante en este mundo?" preguntó Elara.
Kael asintió. "Sí," dijo. "Que el equilibrio es todo. Sin equilibrio, hay destrucción. Y el amor y la amistad son lo que nos ayudan a mantener ese equilibrio."
Elara le besó en los labios, un beso cálido y lleno de amor. "Siempre juntos," dijo.
"Juntos," repitió Kael.
En ese momento, la llave empezó a vibrar, y varios hilos de luz se extendieron hacia el cielo —cada uno más brillante que el anterior. Elara miró los hilos, sabiendo que había muchos mundos más que necesitaban su ayuda. Pero no tenía miedo —tenía a Kael, a Luna y a Torvin con ella, y el poder del equilibrio en sus manos.




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