CAPITULO 12
La lluvia de Aethermoor cayó suavemente sobre el prado de flores azules, haciendo que las pétalas brillaran como joyas. Habían pasado dos semanas desde que Elara, Kael y su bebé en sueños habían salvado el Reino de los Árboles Eternos. Ahora, Elara estaba en casa, esperando el nacimiento —casi todo el día se sentaba en el porche, mirando el portal de las estrellas crecidas, que brillaba con luz dorada a pesar de la lluvia.
Kael estaba a su lado, preparando una taza de té caliente con hierbas mágicas que Luna le había dado para calmar sus dolores. "¿Te sientes bien?" preguntó, con preocupación en sus ojos verdes.
Elara sonrió y tocó su vientre, donde el bebé se movía con frecuencia. "Sí," dijo. "Solo estoy impaciente. Sé que vendrá pronto —siento su energía creciendo cada día."
En ese momento, Luna llegó con Lyra, que ahora tenía siete meses y ya podía gatear. Torvin venía detrás de ellas, con una cesta llena de frutas de Lucerna que Aldric y Valerius habían enviado como regalo. "Buenos días!" dijo Luna, abrazando a Elara con cuidado. "Lyra quería ver a la tía Elara y al bebé."
Lyra gateó hasta el sillón de Elara y extendió sus manos hacia su vientre, riendo. El bebé se movió justo en ese momento, y Lyra rió aún más, como si lo hubiera sentido. "Ellos ya se conocen," dijo Torvin, sonriendo. "Serán grandes amigos —o tal vez más."
Todos se sentaron en el porche, hablando y riendo. Mikel llegó poco después, con un paquete. "Te traje esto," dijo, dándoselo a Elara. "Es un amuleto que encontré en los archivos del museo. Era del primer guardián del equilibrio —te ayudará durante el nacimiento y protegerá al bebé siempre."
Elara abrió el paquete y encontró un amuleto de plata con una llave pequeña en el centro, que brillaba con luz dorada. Se lo colgó del cuello, junto a la llave del Alba. "Gracias, Mikel," dijo, con lágrimas en los ojos. "Es perfecto."
Mientras hablaban, el cielo se despejó. La lluvia paró, y el sol salió, creando un arcoíris que se extendió desde el prado hasta el portal de las estrellas crecidas. En ese momento, Elara sintió un dolor fuerte en su vientre —el nacimiento había empezado.
"Kael," dijo, agarrando su mano con fuerza. "Es hora."
Kael se puso de pie de golpe, preocupado. "Vamos a la escuela de los Cielos —los hechiceros mayores pueden ayudarte."
"No," dijo Elara, sacando la llave del Alba. "Quiero hacerlo aquí, en el prado de flores azules. Es donde todo empezó —debe ser donde nuestro hijo nazca."
Todos se dirigieron al prado, con Elara apoyada en Kael. Los hechiceros mayores llegaron rápidamente, alertados por la energía de la llave, y prepararon un espacio seguro con hechizos de curación y calidez. La gente de Aethermoor se reunió a lo lejos, esperando con alegría y respeto.
Elara se acostó en una cama de flores azules que los hechiceros habían creado. Kael se quedó a su lado, agarrando su mano. Luna se acercó a su cabeza, acariciando su pelo. Torvin se quedó en la entrada del espacio seguro, protegiéndolos de cualquier peligro.
El dolor era fuerte, pero Elara sentía la energía de la llave, del amuleto y del portal de las estrellas crecidas. Sentía la energía de todos sus amigos, de los habitantes de los demás mundos y de su bebé, que luchaba para nacer.
"Tu bebé es fuerte," dijo la hechicera mayor, colocando su mano sobre el vientre de Elara. "Tiene la energía del equilibrio en su corazón."
Mientras pasaban las horas, la luz del portal de las estrellas crecidas se hizo más intensa. Los hilos del destino se extendieron por todo el prado, conectando a Elara, Kael, el bebé y todos los presentes. El sol se ponía, pintando el cielo de colores rojos, naranjas y púrpuras.
En ese momento, el ser de luz del Corazón del Universo apareció en el prado, envolviéndolos en luz blanca. "Estoy aquí para darle mi bendición al nuevo guardián," dijo, con una voz suave. "Que su vida sea llena de amor, valentía y equilibrio."
La luz blanca se extendió hacia Elara y el bebé, y el dolor disminuyó. Con un último esfuerzo, Elara dio a luz a su hijo —un bebé con pelo dorado como el sol de Lucerna y ojos de color azul helado como el mundo de los hielos, con un brillo dorado en su mirada que recordaba a la llave.
Kael cogió al bebé con cuidado y se lo acercó a Elara. "Es perfecto," dijo, con lágrimas de alegría en los ojos. "Mira su mirada —tiene tu luz, Elara."
Elara miró al bebé y sonrió. "Le pondremos Sol," dijo. "Por la luz del sol, por la luz de Lucerna, por la luz que él trae al universo."
Mientras tanto, el portal de las estrellas crecidas se hizo tan brillante que iluminó toda Aethermoor. Flores de todos los mundos bajaron del portal, cubriendo el prado de colores. Los habitantes de los demás mundos —Aldric, Valerius, Lyra la Reina del Frío, Faron— aparecieron en el prado a través del portal, para celebrar el nacimiento del nuevo guardián.
"¡Felicidades!" gritó Aldric, acercándose a Elara y Kael. "Sol es el nombre perfecto —él será la nueva luz del universo."
Valerius le dio a Sol un amuleto de cristal de Lucerna. "Para que siempre tenga la luz de nuestro reino," dijo.
Lyra la Reina del Frío le dio un amuleto de cristal de hielo. "Para que siempre mantenga el equilibrio," dijo.
Faron le dio una semilla de árbol eterno. "Para que siempre crezca con la vida," dijo.
Todos celebraron hasta la medianoche. Los hechiceros hicieron magia de luz, los Sombres Vigilantes crearon figuras de sombra que bailaban, y los niños corrieron por el prado, cogiendo flores y riendo. Lyra, la hija de Luna y Torvin, se quedó junto a Sol, mirándolo con curiosidad y sonriendo.
Cuando la celebración terminó, todos se despidieron y volvieron a sus mundos a través del portal. Elara, Kael y Sol se quedaron solos en el prado de flores azules, bajo la luz de la luna y el portal de las estrellas crecidas.
Kael se sentó junto a Elara, con Sol en sus brazos. "¿Creías que llegaríamos a esto?" preguntó. "A estar aquí, con nuestro hijo, en un universo en paz."
Elara miró al cielo, donde las estrellas brillaban con más intensidad que nunca. "No," dijo. "Cuando nos conocimos en el museo, nunca imaginé que sería así. Pero estoy agradecida —agradecida por ti, por nuestro hijo, por nuestros amigos, por todo lo que hemos logrado."
Sol se despertó y miró a sus padres, riendo. La llave del Alba en el cuello de Elara brilló con luz dorada, y el amuleto de plata se iluminó a su vez. Sol extendió sus pequeñas manos hacia la llave, y un hilo de luz se conectó entre su mano y la llave.
"Él ya es un guardián," dijo Kael, con admiración. "Aún siendo tan pequeño, ya está conectado a la llave y al equilibrio."
Elara sonrió y acercó su cara a la de Sol. "Tu camino será largo y hermoso," dijo. "Habrá peligros, pero también amor y amistad. Y siempre tendrás a tu padre y a mí a tu lado."
En ese momento, el portal de las estrellas crecidas emitió una luz arcoíris que se extendió hasta el prado. Una voz clara y fuerte se escuchó en el aire —la voz de Sol, pero en forma de energía:
"Yo soy Sol, el nuevo guardián del equilibrio. Juro proteger a todos los mundos, a todos los seres, con amor y amistad. Que la luz nunca se apague."
La voz se escuchó en todo el universo, y los habitantes de todos los mundos sintieron una sensación de alegría y esperanza. El portal de las estrellas crecidas se convirtió en un lugar de energía aún más fuerte, conectando todos los mundos en un tejido de luz y amor.
Elara y Kael se miraron, con lágrimas de alegría en los ojos. Habían cumplido su misión —habían salvado el universo, habían creado una alianza de paz, y habían dado a luz a la nueva luz del equilibrio.
"Juntos," dijo Elara.
"Juntos," repitió Kael.
Mientras se quedaban allí, en el prado de flores azules, con Sol en sus brazos y la luz del portal brillando sobre ellos, Elara pensó en todo el camino que habían recorrido. Habían empezado como dos extraños con recuerdos fragmentados, habían luchado contra la oscuridad más grande del universo, y habían llegado a ser padres de un nuevo guardián que llevaría su legado al futuro.
Los árboles del Reino de los Árboles Eternos crecían con más fuerza, los ríos de los hielos helados fluían con equilibrio, la luz de Lucerna brillaba en todos los mundos. El universo estaba en paz, conectado, lleno de vida.
Y en el prado de flores azules, donde todo había empezado, la nueva luz había nacido —un bebé llamado Sol, que llevaría la luz del amor y el equilibrio a todos los siglos que venían.
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Editado: 14.12.2025