La Llave Del Alba Olvidada

EL FIN QUE ES UN NUEVO COMIENZO

CAPITULO 18
Dos años habían pasado desde que el amor del universo se había hecho eterno. Elara y Kael habían cumplido setenta años, pero su luz seguía brillando con la misma intensidad que cuando se reencontraron en el prado de flores azules. El bosque de vida había crecido aún más, y ahora tenía un centro de enseñanza donde las nuevas generaciones aprendían sobre el equilibrio, el amor y la conexión —dirigido por Luz, Sombra y Nube, que ahora tenían ocho años y ya eran guardianes aprendices.
Elara se sentaba en su sillón favorito del porche, mirando el cielo donde todas las estrellas brillaban juntas. Kael estaba a su lado, leyendo un libro de historias de los guardianes que Mikel había escrito. En el suelo, jugaban Luz, Sombra y Nube, creando figuras de luz y sombra que bailaban con el viento.
"Abuela Elara, cuentanos la historia de cómo te reencontraste con abuelo Kael," pidió Nube, con sus ojos de color cielo brillando.
Elara sonrió y acercó a los niños. "Era un día de primavera," empezó. "El prado de flores azules estaba lleno de luz, y yo iba al museo de Aethermoor para ver las antiguas reliquias de los guardianes. Allí, vi a tu abuelo Kael —y aunque no lo recordaba, sentí que lo conocía de toda la vida."
"Y entonces?" preguntó Sombra, con sus ojos de color océano.
"Entonces, la llave del Alba empezó a brillar," continuó Kael, cerrando el libro. "Y recordamos todo —nuestro amor pasado, nuestra misión como guardianes. Ese día, empezó todo."
Los niños escuchaban con atención, sus rostros llenos de admiración. "Queremos ser como vosotros," dijo Luz, con sus ojos de color fuego. "Queremos salvar el universo y hacer que el amor sea eterno."
Elara besó la cabeza de Luz. "Ya lo estáis haciendo, mi amor," dijo. "Cada día que amáis, cada día que ayudáis a los demás, estáis haciendo el universo más brillante."
En ese momento, Luna y Torvin llegaron, acompañados de Aero, Aldric y Valerius. Todos habían cumplido años, pero su amistad seguía siendo tan fuerte como siempre. "Buenos días," dijo Luna, sentándose junto a Elara. "Tenemos algo que decirles."
Todos se quedaron silenciosos, esperando. "El ser de luz del Corazón del Universo nos ha llamado," dijo Torvin. "Dice que es hora de que nosotros los antiguos guardianes nos unamos al equilibrio del universo —de que nos convirtamos en parte de la luz que protegemos."
Elara miró a Kael, y ambos sonrieron. Habían esperado este momento. "Es hora de decir adiós a este mundo," dijo Elara. "Pero no es un adiós permanente —es un nuevo comienzo."
Kael asintió. "Nosotros siempre estaremos con vosotros," dijo a los niños. "Estaremos en la luz del sol, en la sombra de los árboles, en el viento que lleva vuestras voces, en el amor que nos une."
Los niños se abrazaron a sus abuelos, con lágrimas en los ojos. "No queremos que os vayáis," dijo Sombra.
"Nosotros no nos vamos," dijo Elara, acariciando su pelo. "Solo nos vamos a convertir en algo más grande —en parte del universo que amamos."
Se dirigieron al centro del bosque de vida, donde toda la gente de Aethermoor y los habitantes de todos los mundos se habían reunido. El portal de las estrellas crecidas brillaba con luz arcoíris, y el cielo donde todas las estrellas brillaban juntas se hizo más intensa.
Sol, Lyra y Estrella aparecieron en forma de luz arcoíris, junto al ser de luz del Corazón del Universo. "Los antiguos guardianes," dijo el ser de luz. "Habéis cumplido vuestra misión con honor, amor y valentía. Ahora, es hora de que os unáis al equilibrio del universo, de que vuestra luz sea eterna."
Elara, Kael, Luna, Torvin, Aero, Aldric y Valerius se unieron en el centro, sus manos se encontraron. Su magia se mezcló —la luz de Elara, la sombra y luz de Kael, la luz de Luna, la sombra de Torvin, el viento de Aero, la luz de Lucerna de Aldric y Valerius— creando una luz arcoíris que se extendió por todo el bosque.
"Gracias a todos," dijo Elara, con la voz suave pero fuerte. "Gracias por el amor, la amistad, la valentía. Gracias por hacer del universo un lugar de paz y unidad. La nueva generación está lista —ellos llevarán nuestro legado al futuro."
Kael miró a los niños. "Tenemos fe en vosotros," dijo. "Vosotros tenéis todo lo que necesitáis —luz, sombra, viento, amor y la conexión con todos los mundos."
Los antiguos guardianes cerraron los ojos, y su cuerpo se empezó a desvanecer en luz arcoíris. La luz se extendió por todo el universo, llegando a cada mundo, a cada ser. Los habitantes miraron con admiración y gratitud, sabiendo que los antiguos guardianes ahora eran parte del equilibrio que protegían.
Finalmente, la luz se reunió en el cielo donde todas las estrellas brillaban juntas, creando siete nuevas estrellas —una de color dorado para Elara, una de color verde y dorado para Kael, una de color púrpura para Luna, una de color negro para Torvin, una de color azul claro para Aero, una de color oro para Aldric y una de color plata para Valerius. Las siete estrellas formaron una constelación que brillaba en el centro del cielo, iluminando todo el universo.
Los nuevos guardianes —Sol, Lyra y Estrella— se acercaron a los niños. "Estas estrellas son vuestros abuelos," dijo Sol. "Ellos estarán siempre con vosotros, protegiéndoos, guiándoos."
Lyra asintió. "Y vosotros ahora tenéis la responsabilidad de mantener el equilibrio," dijo. "De hacer que el amor siga siendo eterno, de que el universo siga siendo unido."
Estrella miró a los niños con luz en sus ojos. "Vosotros eréis el nuevo comienzo," dijo. "El fin de una era y el inicio de otra."
Los niños miraron al cielo, a la constelación de las siete estrellas. Luz cogió la mano de Sombra y Nube, y su magia se mezcló. "Juntos," dijo Luz.
"Juntos," repitieron Sombra y Nube.
La gente de todos los mundos empezó a celebrar —cantando, bailando, abrazándose. La luz de la constelación se extendió por todo el universo, creando una energía de amor y esperanza que se sentía en cada rincón. El portal de las estrellas crecidas se hizo más brillante, conectando todos los mundos en un solo tejido de vida y amor.
Mikel se acercó a los niños, con un nuevo libro en sus manos. "Este libro contiene toda la historia de los antiguos guardianes," dijo. "Para que la recordéis, para que se la contéis a las próximas generaciones."
Luz cogió el libro con cuidado. "Lo leeremos todos los días," dijo. "Para nunca olvidar."
Mientras la celebración continuaba, los niños se quedaron mirando al cielo, a la constelación de sus abuelos. Sentían su presencia, su amor, su guía. Sabían que el fin de la era de los antiguos guardianes era el comienzo de la suya —y que estaban listos para cumplir su misión.
El sol se ponía, pintando el cielo de colores rojos, naranjas y púrpuras. La constelación de las siete estrellas brillaba con más intensidad, y el cielo donde todas las estrellas brillaban juntas se hizo tan claro que se podía ver cada mundo, cada ser, cada conexión.
El universo estaba en paz, unido, lleno de amor eterno. La era de los antiguos guardianes había terminado, pero su legado vivía en las nuevas generaciones —en Luz, Sombra, Nube y todos los niños que vendrían. El fin era un nuevo comienzo, un comienzo lleno de luz, amor y esperanza.
Y en el centro del bosque de vida, donde todo había empezado en un prado de flores azules, las flores brillaban con luz de la constelación de las siete estrellas. Recordaban a todos que el amor es eterno, que la conexión es fuerte, que el equilibrio es necesario —y que cada fin es siempre un nuevo comienzo .




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