La loba

Pagar la Deuda

Tan pronto como llegamos a Seattle, nos invadió un silencio inusual. Decidí romperlo antes de que empeorara aún más.
-Entonces, ¿preferirías que te deje en casa de Sara o…?. -Le dije dándole la oportunidad de elegir.
-De hecho les dije a Sara y a mis padres que me quedaría con amigos. –Dijo volviéndose hacia mi perfil. -¿Te importa si nos quedamos juntos en el hotel?. -Preguntó con recelo.
-¡Claro que no!. Será genial tener compañía. -Dije alegremente.
Suspiró aliviado.
-Entonces creo que es mejor instalarnos antes de cumplir con nuestras obligaciones, así tendremos más tiempo para disfrutar, ¿qué dices?. -Propuso.
-Gran idea. Ya he hecho mi reserva, será rápido. -Me dejo envolver por tu euforia.
Llegamos al hotel, cogimos nuestro equipaje y entramos rápidamente, escapando del calor; Hacía calor y estaba sofocante y no podía esperar a refrescarme un poco. Pasamos a la recepción, donde nos atendió una chica sonriente, que nos recibió amablemente.
-Buenas tardes. Bienvenidos al Hotel Seattle.
-La noté mirando inquisitivamente de mí a Paul; Él había dejado caer su equipaje al suelo y cruzó las manos sobre el mostrador, sonriéndole. La pobre parpadeó fascinada.
-Tengo una reserva a nombre de Leah Clearwater. -Dije.
-¿Oh si?. Déjame comprobar. -Dijo. - Sí, aquí está. Te quedarás en la suite 513. -Dijo.
Miró a Paul, sonriendo tontamente y luego dijo: -¿Y de como se llama tu reserva?  -Sus ojos evaluando toda la obra que es Paul.
¿¡Fui solo yo o ella en realidad estaba coqueteando con él justo en frente de mi cara!?. Respondí, sin darle oportunidad de abrir la boca.
-Está conmigo. -Dije secamente, sin mirarlo.
Ella se recompuso, tomó la tarjeta-llave y nos la ofreció; Paul extendió su mano rápidamente y la alcanzó delante de mí. Noté que deliberadamente tocó sus dedos con los suyos y vi, aturdida, cómo la muchacha se estremecía.
-Estamos disponibles para cualquier cosa que necesiten. -Nos dijo con la voz entrecortada; sus ojos se fijaron en Paul.
-Te llamaremos si necesitamos algo. -Dijo sonriendo.
La desafortunada mujer se tambaleó al oírlo hablar. Su mente debió estar llenándose de fantasías en ese momento.
Lo miré con el ceño fruncido, él recogió nuestras maletas, me pasó el brazo por los hombros y me miró invitándome:
-¿Subimos?. -La seductora y sugerente voz tampoco pasó desapercibida para los oídos de la recepcionista.
Tuve que parpadear dos veces para romper el efecto que esa voz y esos ojos crearon alrededor de mi cerebro.
Reafirmé mis hombros, encaré a la chica, despidiéndome:
-Gracias por ahora. -Mi voz estaba ronca por la emoción. Él le dedicó su sonrisa más hermosa y asintió con la cabeza en agradecimiento.
Nos dirigimos al ascensor, dejó que su brazo bajara hasta mi cintura; Me puse de mal humor hasta que llegamos a la puerta del dormitorio. La abrió, dándome paso y entré, dejando caer mi bolso con fuerza sobre el sofá. Fingió no darse cuenta; Se dirigió a las puertas de la bolsa y las abrió, permitiendo que entrara una brisa que ventilara la habitación, y luego se giró hacia mí, cruzando los brazos sobre el pecho.
-¿Todo bien?. -Preguntó, tratando de controlar la risa en su voz.
-¿Puedes explicarme cómo fue eso?. -Pregunté enojada.
-Ah Leah, solo estaba tratando de ser amable. -Respondió el, riendo un poco nervioso.
-¿¡Lindo!?. -Chillé. -Te estaba coqueteando descaradamente, eso es. Y tu actitud también contribuyó mucho: lo acusé.
-¿Cual es el problema?. No estás celosa, ¿verdad?. -Preguntó burlonamente.
Me crucé de brazos y lo miré furiosamente, respondiendo:
-No seas ridículo. Simplemente creo que es una tremenda falta de respeto por su parte actuar así, incluso después de descubrir que estamos juntos. –Dije a la defensiva, tratando de ocultar mi irritación.
Se acercó a donde yo había estado, descruzó mis brazos, se los puso sobre los hombros y los mantuvo allí para que no pudiera quitárselos.
-No arruinemos nuestro fin de semana por una estupidez como esa, ¿no?. -La voz llena de encanto.
-No, no lo haremos. -Acepté seducida.
Él sonrió besando mis labios ligeramente, dejó que sus dedos recorrieran mis brazos y espalda, apoyando sus manos en mis caderas, me acercó a él y luego el beso se hizo más intenso. Podría perderme en su abrazo y ni siquiera darme cuenta. Mis manos presionaron contra su nuca para evitar que se alejara. Cuando rompimos el beso para recuperar el aliento, recordé nuestras prioridades.
-Si quieres disfrutar de la noche en Seattle, tendrás que dejarme ir ahora. Realmente necesito entregar esos documentos. -Le dije, pero sin alejar mi cuerpo del suyo.
Él gimió fuerte diciendo: -Está bien. Primero las obligaciones. Placer después. -Suspiró soltándome.
Me decepcionó un poco verlo aceptarlo tan fácilmente, pero luego pensé que solo estaba tratando de deshacerse de nuestros deberes rápidamente para poder pasar más tiempo juntos, y eso me animó. Incluso más de lo que debería ser.
Le di un beso rápido, agarré mi bolso, la carpeta con esos documentos y me dirigí a la puerta; Antes de irme, me acordé de preguntar: -¿Quieres que te deje en casa de tu hermana?.
-No es necesario, yo me las arreglaré. -Dije descuidadamente.
-Todo bien entonces. Compórtate y no llames a recepción. -Bromeé casualmente. -Nos vemos aquí luego.
Cuando pasé frente a la recepción, no pude evitar lanzarle una mirada enojada a la chica. Luego compuse mi rostro, pensando que en realidad no era culpa suya por sentirse atraída por Paul: él era realmente muy atractivo, además de encantador. Estaba acostumbrada a estar con él en La Push, donde la competencia no era tan feroz; Estar en una gran ciudad con tantas oportunidades de coqueteo sería una experiencia nueva para ambos.
Corrí a la Casa Matriz al otro lado de la ciudad para hacer mi entrega especial; Me atendieron con prioridad y una hora después me dieron el alta. Regresé al hotel, fui a recepción y suspiré aliviada cuando noté que el turno de la recepcionista anterior había terminado; Un buen chico me entregó las llaves y una nota.
Lo abrí en el ascensor.
«Espero que todo haya ido bien con tu misión. Fui a visitar a Sara, hasta luego. Paul». Pensé que fue muy amable de su parte dejarme una nota; Eso fue impresionante viniendo de Paul, siempre tan explosivo y tonto. Me estaba permitiendo ver otro lado de él que pocas personas conocían; Me sentí privilegiada por su confianza al abrirse así a mí, dejándome verlo como realmente era.
Llegué a la habitación, dejé mi bolso y fui directa al baño; Necesitaba ducharme urgentemente, el viaje había sido agotador y había dormido poco la noche anterior. Me puse la bata del hotel y me tiré en la cama para descansar un poco; Terminé cayendo en un sueño profundo.
Me desperté más tarde, con suaves besos en mi hombro, cuello y pecho. La bata se abrió mientras dormía y Paul aprovechó. Sonreí, incluso antes de abrir los ojos para verlo. Suspiré, ya anticipando a dónde nos llevaría esto.
-Eres una tentación muy grande, ¿lo sabías?. -Me susurró al oído.
-¡Entonces no te resistas!. -Murmuré acariciando su cabello.
Se tumbó a mi lado, deslizando sus manos dentro de mi bata, levantando un poco mi cuerpo para deshacerme de él de una vez por todas. Su boca descendió ansiosamente hacia mis pechos, besándolos ansiosamente, luego continuó hacia abajo, besando y mordisqueando mi vientre, mis muslos; Lo acerqué hacia mí, liberándolo de su camisa, mientras él se quitaba sus propios pantalones. Lo miré asombrada, tenía un cuerpo perfecto, era una invitación explícita al placer; Lo toqué con ansiedad. Él notó mi urgencia y no tardó en poseerme; Nuestras bocas se encontraron y su lengua se deslizó dentro de la mía. Nuestros movimientos combinados nos llevaron rápidamente al punto que anhelábamos y fuimos recompensados ​​por oleadas de éxtasis que nos consumieron por completo. Se tumbó a mi lado, satisfecho, y mi mente, ahora más alerta, Empezó a imaginar cómo un niño tan joven podía darle tanto placer a una mujer. Recordé los momentos en que, cuando nos metamorfoseamos en lobos, compartíamos sus pensamientos llenos de chicas. Esta experiencia debe haber venido de eso. Decidí preguntarle sobre esto, después de todo, no era gran cosa hablar de sexo con el chico con el que estás teniendo sexo, maldita sea.
-Tengo que admitir que eres muy bueno en esto. -Dije elogiándolo, mis manos acariciando los músculos de su estómago.
-Gracias. Me esfuerzo. -Respondió algo avergonzado.
-Entonces, ¿me vas a contar cómo adquiriste toda esta experiencia o es un secreto?. -Pregunté con curiosidad.
-¿Me estás preguntando con cuántas mujeres tuve relaciones sexuales antes que tú?. ¿Es eso?. -Me preguntó sorprendido.
-Oh, vamos Paul. A pesar de ser dos años menor que yo, sé que no eras ningún Santo. -Le dije con calma. -Recuerda que compartimos nuestras mentes. Vi tantas chicas que viven en tus recuerdos. -Lo acusé con disgusto.
Estaba realmente avergonzado y se tomó un momento para recomponerse antes de decir: -Si te cuento mi secreto tendré que matarla más tarde. -Dijo, tratando de ser gracioso.
-Me arriesgo. -Lo animé.
-Si realmente quieres saberlo, hasta ahora sólo he tenido sexo con dos chicas. -Confesó avergonzado  - Marie, con quien tuve una relación rápida, antes de la historia de los lobos, y contigo. -Concluyó.
Me puse de pie, apoyando mi peso en mi codo y mirándolo con incredulidad.
-Estás bromeando, ¿verdad?.
-¿Por qué?. ¿Crees que necesito mentirte sobre esto?.  -Preguntó ofendido.
-¡No!. Pero… . Bueno, realmente pareces tener mucho conocimiento sobre el tema, si sabes a lo que me refiero… . -Dije riendo avergonzada.
-Me alegra saber que te satisfago sexualmente  - Dijo deslizando su mano sobre mi vientre, sus ojos fijos en los míos. -Te conozco Leah, conozco tu cuerpo, siento tus reacciones cuando te toco así. -Murmuró, sus manos deslizándose entre mis muslos, haciendo temblar todo mi cuerpo. -Sé lo que te gusta, y cómo te gusta. Y eso. -Sus dedos me penetraron, cerré los ojos por un momento. -Es lo que me da la ventaja. -Finalizó capturando mis labios.
El beso que siguió fue intenso y revelador. Reconocí que, de hecho, él conocía mi cuerpo, tal vez incluso mejor que yo, y tuve que admitir, con una punzada de remordimiento, que ni siquiera Sam, que había sido el único hombre con el que había estado así antes de Paul. Había logrado darme tanto placer. Me sumergí en su cuerpo de nuevo, tratando de dejar de pensar en Sam y esa estúpida comparación. Paul merecía tenerme allí todo el tiempo.
Saciados, permanecimos allí abrazados y renovados. Rompió el silencio:
-Considera tu deuda pagada. -Dijo en broma.
-Espero que la espera haya valido la pena. -Respondí ansiosamente.
-Siempre me complaces Leah. En todos los sentidos. -Respondió seriamente.
-¿Incluso cuando lo hago enojar con mi estúpida terquedad?.
-Hasta entonces. Te lo dije antes, eres todo un desafío. –Dijo sentándose en la cama y cerrando el tema.
-No es que no me guste la idea de pasar todo el fin de semana en la cama contigo. -Me dijo, pasando sus dedos por mis labios. -Pero te prometí otras diversiones también. Así que trata de levantarte porque vamos a salir. -Anunció levantándose y tirando de mí. Me sacó de la cama y me puso de pie frente al baño, empujándome en esa dirección.
-Vamos, date una ducha y prepárate. –Ordenó.
-¿A donde vamos?. -Pregunté con curiosidad abriendo la ducha.
-Es una sorpresa. - Dijo misteriosamente, antes de unirse a mí bajo la ducha. -Espero que te guste lo que tengo planeado para nosotros. -Dijo sonriendo enigmáticamente, mientras enjabonaba mi cuerpo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.