La loba

2

Masha se levantó con la agilidad de una pantera. Sus ojos brillaban con un misterioso resplandor violeta, del que Pablo no podía apartar la mirada. Su aroma… Se había intensificado, penetrando en su mente, nublando sus pensamientos. Pablo se tensó, obligándose a mantener la distancia, pero le resultaba difícil. Y cuando ella se acercó aún más, casi rozando sus labios con los suyos, su autocontrol se rompió por completo.

— ¿Qué es esto? — interrumpió de repente la voz de Lilia, que estaba cerca.

Masha se estremeció y el brillo en sus ojos desapareció. Instintivamente llevó la mano a su cuello, pero el medallón ya no estaba allí. Bajó la vista y lo encontró en el suelo. Al ponérselo de nuevo, Masha volvió a ser una chica común.

— ¿Qué clase de objeto es este? — Lilia lo examinó más de cerca.

— Era de mi madre. Me lo dejó ella, — respondió Masha en voz baja, observando el medallón con tristeza.

— Tu madre era especial… al igual que tú, — comentó Lilia pensativa.

— Me la llevo, — dijo Pablo de repente con firmeza.

— ¿Tienes idea de lo que tendrás que protegerla? — replicó Lilia.

— De su propia manada, — soltó él.

— ¿De qué manada estás hablando? — Masha los miraba confundida, primero a él, luego a Lilia.

— Eres la hija de Bajo la Luna, el alfa del Norte, — explicó Pablo. — Eres una loba. Y a partir de ahora, todo cambiará.

— La mitad de tu mundo querrá destruirte, la otra mitad someterte, — agregó Lilia. — Pero eso no es todo. No eres solo una loba. Eres una diosa.

— ¿Soy qué? — Masha, atónita, repitió la palabra, pero nadie le respondió.

— Tu medallón… No solo oculta tu poder, — susurró Lilia, examinando la joya que Masha, con dudas, se quitó. — Lo absorbe. Imagina cuánta fuerza hay en ti si has sobrevivido todos estos años con esto encima.

Pablo se tensó. Todo en su interior le gritaba que Masha le pertenecía y que la protegería de todo y de todos.

— Dámelo. — Masha arrebató el medallón de las manos de Lilia y se lo puso de nuevo, recuperando la apariencia de una chica normal.

— Vete a tu habitación. — ordenó Pablo con firmeza.

…El medallón, que llevaba desde la infancia, ardía sobre su piel, como si la estuviera advirtiendo de algo.

— ¿Qué fue eso? — susurró Masha, mirando a Lilia, que ya estaba a su lado.

La bruja no respondió de inmediato, solo la observó con concentración. Su rostro era serio, y su voz, fría:

— Lo que viste es tu verdadero "yo". La fuerza que llevas dentro. Pero ni siquiera puedes imaginar de lo que eres capaz. Y mientras no lo comprendas, seguirás estando perdida.

Pablo, que hasta ahora había permanecido en silencio, de repente habló. Su voz sonó profunda y autoritaria:

— Ya no puedes negarlo, Masha. Eres una de los nuestros. Una loba.

— ¿Loba? — repitió ella, confundida, alternando su mirada entre Pablo y Lilia.

— Eso es imposible, — murmuró, poniéndose de pie. — No puedo ser lo que ustedes dicen. Yo solo… soy humana.

Lilia se acercó lentamente a Masha. Sus ojos, cristalinos y fríos como un iceberg, analizaban cada uno de sus movimientos.

— Tu cuerpo puede negarlo, pero tu alma sabe la verdad. Y este medallón… — Lilia rozó suavemente la joya en el cuello de Masha. — No es solo un amuleto. Es un candado que mantiene oculta tu verdadera esencia.

— ¿Un candado? — Masha agarró el medallón instintivamente. Su corazón latía con fuerza.

— Tu madre lo creó para protegerte. Del mundo… y de ti misma. — Lilia soltó el medallón con delicadeza y dio un paso atrás. — Pero ha llegado el momento de decidir. ¿Seguirás siendo una humana ordinaria, o aceptarás quién eres realmente?

Masha sintió que el suelo bajo sus pies se tambaleaba. Todo lo que había creído sobre sí misma, sobre su vida, ahora parecía una mentira. Sus manos volvieron a aferrarse al medallón, como si buscara respuestas en él.

Pablo avanzó un paso hacia ella, su mirada se suavizó.

— Siempre supe quién eres. Y he esperado el momento en que puedas aceptarlo. Eres mi pareja, Masha. Y no dejaré que huyas de esto.

— ¿Pareja? — Masha negó con la cabeza. — No entiendo nada. Hablan de mí como si fuera… una leyenda. Pero yo solo soy yo.

— Lo eras… hasta que tu naturaleza despertó. Ahora todo cambiará, — dijo Lilia, acercándose más. — Pero solo tú puedes elegir este camino. Nadie puede obligarte.

Masha sintió cómo una energía extraña empezaba a surgir dentro de ella. Algo que apenas vibraba en su pecho, recordándole su existencia con cada latido.

— ¿Y si no elijo? ¿Y si no estoy lista? — preguntó, dirigiéndose a Lilia.

La bruja sonrió de manera enigmática:

— Entonces, el destino elegirá por ti. Pero no lo olvides, Masha: tu poder no es un regalo. Es un peso que debes aprender a llevar. Y cuanto más lo rechaces, más difícil será.

Masha apartó la mirada, sus dedos apretaron el medallón con más fuerza. Pablo dio un paso adelante, pero no se atrevió a tocarla.

— Estoy contigo, — dijo en voz baja. — Vayas donde vayas, elijas lo que elijas. Pero debes conocer la verdad. Porque tu futuro… y el mío… dependen de esta decisión.

Masha quedó atrapada entre los dos: una bruja que conocía todas las respuestas y un lobo que quería su corazón.

Pero la pregunta más difícil era solo una: ¿estaba lista para descubrir quién era realmente?

— Ve a tu habitación, — dijo Pablo con suavidad, pero con una autoridad incuestionable.

Masha lo miró con desafío, pero al darse cuenta de que discutir era inútil, se dio la vuelta y se fue.

Se sentó en su habitación por mucho tiempo, procesando todo lo que había oído. Sus manos giraban el medallón mecánicamente, mientras sus pensamientos giraban en torbellino dentro de su cabeza.

"¿Soy la hija de un Alfa? ¿Una diosa? ¿Qué significa todo esto? Pero hay algo que sé con certeza: debo regresar a casa y descubrir la verdad sobre mi origen."

De repente, la puerta de su habitación se abrió silenciosamente. Pablo entró, cerrándola con seguridad detrás de él.



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En el texto hay: bruja, loba alfa

Editado: 22.02.2025

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