---
— ¿Sabes por qué la noche siempre ha sido el momento de los hechizos y la magia? — La voz de Solli resonó en la oscuridad como un susurro de la propia noche. Sus ojos, brillantes y penetrantes, parecían espejos que reflejaban algo más que el simple bosque a su alrededor. — Porque en la oscuridad hay espacio para la fantasía. Y la fantasía es magia. Los hechizos son aquello en lo que creemos. Creemos con todo nuestro corazón, con toda nuestra esencia, y entonces sucede. Esa es la magia. La magia está en nosotros. Somos magos, somos brujas, somos creadores.
Se detuvo y me miró, y de repente sentí cómo se encogía mi corazón. ¿Bruja? Siempre la había considerado solo una loba que vivía según sus propias reglas.
— ¿Qué intentas decirme con esto? — pregunté, tratando de no mostrar mi inquietud.
— Que si no te conviertes en loba, siempre serás una bruja — sus palabras fueron suaves, pero cada letra resonó en mi alma como un eco. — Que...
— ¡Para! ¡Para! ¡Para! — la interrumpí, furiosa y a la vez aterrorizada. — ¿Qué significa "si no te conviertes en loba"?
— A tu edad, es muy peligroso — su voz se volvió más seria, más afilada. — Puede que no sobrevivas al choque del dolor de la transformación. Tu cuerpo podría no resistirlo. Y entonces... entonces solo quedarás como humana.
— ¡No! — mi negación estalló como un trueno en la noche. No dejaría que el miedo me venciera. Sentí la determinación inundar cada célula de mi cuerpo. Solli lo entendió. Solo suspiró, alzando los ojos al cielo, como si en silencio le pidiera fuerzas para mí.
---
Cada noche lo intentábamos de nuevo. Cada noche el dolor me atravesaba como si agujas al rojo vivo se clavaran en cada músculo, en cada hueso. Luchaba. Mi cuerpo se debatía en el intento de cambiar, pero algo siempre se rompía a mitad del camino.
Pasó un mes. Aún no me había convertido en loba. La piel se cubría de pelo, pero cuando los huesos comenzaban a transformarse, el dolor se volvía insoportable. Me rompía, como una cuerda tensada demasiado. Cada noche despertaba agotada, mi cuerpo era como el de un soldado después de una batalla perdida una y otra vez.
Durante el día dormía, sintiendo cómo el sueño me reunía en pedazos. Pero por las noches... por las noches, mi deseo se hacía aún más fuerte. Tenía que convertirme en loba. Estaba dispuesta a atravesar cualquier dolor con tal de lograrlo.
El cielo parece más cercano por la noche, cuando intentas romper los límites de tu existencia humana. El bosque respiraba a mi lado, me susurraba sus cuentos, sus promesas de poder y libertad. Lo escuchaba, le respondía. Y aunque el dolor me vencía cada vez, sabía que algún día ese mismo dolor se convertiría en la llave hacia mi nueva vida.
Sentía que incluso la propia oscuridad de la noche me observaba, poniendo a prueba mi voluntad. Y yo le respondía con una promesa silenciosa: no me rendiré. Me convertiré en loba.
---
Pasha quería reemplazar a Solli, tomar su papel de mentor, pero nuestro categórico "NO" rápidamente lo puso en su lugar. Frunció el ceño, pero no discutió. En lugar de eso, se sumergió en sus propios asuntos, aunque nunca le pregunté en qué consistían exactamente. Sin embargo, cada amanecer, en cuanto el sol se alzaba sobre el horizonte, él aparecía en el pueblo. Su presencia se volvió tan habitual que incluso los lugareños dejaron de sorprenderse.
Era un huésped silencioso. Cada vez que yacía exhausta tras otro intento fallido de transformación, Pasha entraba en la habitación. Sus pasos eran ligeros, casi imperceptibles, pero siempre sabía que era él. Se sentaba a mi lado, me observaba durante mucho tiempo, como si intentara comprender qué me faltaba, qué podía ayudarme.
A veces sentía su toque, leve, casi imperceptible. Pasaba la mano por mi cabello, me acariciaba la cabeza como a una niña que había hecho travesuras, pero a la que, aun así, se amaba por encima de todo. Ese gesto no era ni demasiado atrevido ni invasivo. Contenía sinceridad y cuidado.
Lo sentía incluso a través del sueño. Sus caricias tenían una energía especial, calmante, cálida, como si compartiera conmigo su fuerza, su paciencia. Era importante para mí, aunque en mi estado de semisueño no pudiera comprenderlo del todo.
Cuando despertaba con una leve sonrisa en los labios, sabía que él había estado allí. Su aroma, ligero, con notas de pino y humo cálido, permanecía en la habitación. No decía palabras innecesarias, no intentaba interferir en mis intentos. Pero su presencia era como un amuleto silencioso, un apoyo que no había pedido, pero que siempre estaba ahí.
Pasha era un testigo silencioso de mi dolor y mi lucha, y por alguna razón, eso se convirtió en uno de los detalles más importantes de toda esta historia.
444
Aquí tienes la traducción al español:
---
La oscuridad abrazaba el bosque como una madre abraza a su hijo. Cada sonido parecía más fuerte, cada crujido más inquietante. La luna, escondida tras las nubes, parecía espiarnos, dudando entre iluminar o esconder lo que estaba ocurriendo.
— Masha, siente la vida a tu alrededor. Escucha. Entrégate a tus instintos — la voz de Solli me pareció lejana, como si viniera desde lo más profundo de la oscuridad.
Tomé una respiración profunda. El aire frío de la noche quemó mis pulmones, pero al mismo tiempo despertó algo en mí. Mis ojos comenzaron a adaptarse a la oscuridad y, poco a poco, los contornos de los árboles, las hierbas, incluso los diminutos insectos moviéndose entre las hojas, comenzaron a revelarse ante mí. Un mundo invisible para los ojos humanos se abría lentamente.
De repente, el bosque cobró vida. Lo sentí en cada célula de mi cuerpo: cómo las ramas de los árboles contaban historias de antiguas tormentas, cómo las raíces bajo la tierra se extendían en busca de agua, cómo los animales susurraban entre sí. Los olores estaban por todas partes: el dulce y picante aroma de los abetos, la frescura de la tierra húmeda, la humedad del río cercano, que cantaba su propia melodía. Pero entre todos esos olores, percibí algo diferente: un leve aroma metálico, un regusto amargo… ¿sangre?