La loba en invierno

Capítulo 8

Wilfred

 

— ¿Cómo fue todo? — Preguntó Ilenia apenas montamos el vehículo Cuéntenme ya.

— Terrible — dijo la pelirroja con voz apesadumbrada.

— ¿Puedes creer que el anciano intentaba realizar un sacrificio ritual con ella? Exclamó el rubio golpeando el volante con una de sus manos.

— Eso es como de películas, no me lo habría imaginado jamás — comenté yo, que saltaba de una sorpresa en otra.

— Pues yo nunca había visto algo así — volvió a hablar la pelirroja y he vivido mucho.

— Yo sí, pero... — el rubio se interrumpió y todos se miraron de manera misteriosa. — Bueno lo importante es que está bien.

— Pero tenía mucha sangre — dije.

— No era su sangre, era algo que vertieron sobe ella durante el ritual explicó el mientras conducía a una velocidad más alta de lo que era permitido.

— Pobre Jan, debe estar traumatizada.

— Y más porque era su abuelo.

— ¿Hacia donde vamos? Pregunté notando que nos alejábamos de la ciudad.

— Vivimos en las afueras — respondió Ilenia.

— ¿Vives con tu hermano?

— Vivimos todos juntos — aclaró el rubio.

— Entiendo — respondí, aunque en realidad no entendía, me parecía muy raro que cuatro personas adultas, cinco contando a Janis, vivieran juntos, pues ni siquiera eran parientes, pero no dije nada. Aunque tal vez sí eran parientes, no podía saberlo.

El viaje fue silencioso, y por el camino respondí los mensajes de mi madre, ella me preguntaba donde estaba, luego me decía que mi padre estaba mal y tendría un infarto por mi culpa, pero sabía que eran manipulaciones para que yo cediera. Esta vez no regresaría, habían rebasado el límite.

— Llegamos — habló Ilenia.

Levanté la vista pero no distinguí más que bosque. Entramos por un camino que parecía llevar a la nada; sin embargo, desembocaba en lo que a mis ojos era un pueblo de estilo medieval, con cabañas bastante alejadas unas de otras y una casa de madera enorme en el área central. Podría haberse tratado de un centro de turismo de aventura o quizá un campamento de verano… o algo por el estilo.

— Esto... Nunca imaginé que hubiera un lugar así cerca de la ciudad... Es como transportarse a otro tiempo — murmuré anonadado, incluso el aire que se respiraba allí era diferente, más fresco, aunque de por sí, nuestra ciudad era bastante limpia.

— Mi empresa se dedica al reciclaje, te imaginarás que cuidamos la naturaleza comentó Ilenia con una sonrisa.

— Entiendo... sí... Janis ama la naturaleza, puedo comprender que se haya enamorado de alguien como tu hermano.

— Ellos tienen mucho en común — replicó ella. — ¿Puedo entender que tu no amas la naturaleza?

— Pues, la verdad es que ni la amo ni la odio, nunca he estado demasiado conectado expliqué sin querer explayarme demasiado, porque era obvio que ella amaba la naturaleza.

— Bueno, si trabajamos juntos tendrás tiempo para conectarte.

— Janis nunca lo logró y nos conocemos desde niños — la miré retándola a intentarlo.

— En ese caso, supongo que no vale la pena intentarlo — respondió dándome la espalda para dirigirse a la gran casa.

Sentí que había hecho algo mal y se oprimió mi corazón. No entendía bien por qué, pues apenas nos conocíamos. La seguí en silencio y pronto oímos el ruido de otro vehículo, pensé que sería Jan, pero no fue así, era Lena. Y detrás de ella, uno de los vehículos negros. De él descendió Emilia.

— ¿Y mi hija? — Sus ojos estaban rojos de tanto llorar.

Me acerqué a recibirla y la abracé.

— llegará pronto, ella está bien.

La madre de Janiset, devolviéndome el abrazo, rompió a llorar.

Ilenia nos invitó a ingresar en la casa, era realmente una mansión rustica y muy hermosa, nos guió hasta la sala y allí nos ubicamos mientras ellos se dirigían a la cocina a preparar té, el cual trajeron pronto junto a unas galletas que parecían caseras.

El rubio y la pelirroja desaparecieron, y pronto Janis y Milo entraron, Emilia saltó del sofá y se lanzo sobre su hija.

— Jan.

Lena y yo también nos acercamos a abrazarla, me daba mucho gusto que ella estuviera bien. En eso, la pareja desaparecida volvió, y una mujer los acompañaba. Milo llevó a Janis escaleras arriba seguidos de la mujer, que luego supimos era una doctora. No entendí para qué, puesto que ya la habían visto los médicos que llegaron en la ambulancia.

Minutos después Milo bajó solo.

— Creo que sería mejor que regresaran mañana, Amala le ha dado un sedante, imagino que dormirá varias horas — dijo observándonos a todos.

— De acuerdo — asintió el padre de Janis. — ¿Crees que podrías informarme si ella desea verme?

El padre de Janiset nunca fue demasiado presente en su vida, por no decir para nada, pues ella era pequeña cuando él se fue, yo apenas lo recordaba.

— Lo haré. Aunque no creo que ella no quiera verte.

— Se veía muy asustada y realmente lo que hizo mi padre fue terrible, entenderé si no deseara hacerlo.

— Janiset comprenderá que no es tu culpa — añadió Emilia, tomando a su exesposo de la mano.

— Supongo que sí. Te llevaré a casa — le dijo haciendo un ademán hacia la puerta.

— Yo me iré con ustedes, ya que dejé mi automóvil allí — informé y luego de despedirme rápidamente, salí de la casa con ellos.




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