La Loca Esa (novela Cristiana)

3. El antes de un gran desastre

"Nosotros amamos a Dios porque él nos amó primero."

1 de Juan 4:19

Sintiéndose bastante victoriosa ante el éxito de su pequeño regateo, Haza sonrío y nombró los colores que necesita para los bancos, las paredes y la escalera, a ella le resultaba realmente fácil fingir que no desea ese momento con anticipación, su...

Sintiéndose bastante victoriosa ante el éxito de su pequeño regateo, Haza sonrío y nombró los colores que necesita para los bancos, las paredes y la escalera, a ella le resultaba realmente fácil fingir que no deseaba ese momento con anticipación, su encuentro con Joshua, era apuesto, sí, su cabello castaño oscuro y ojos verdes lo hacían simplemente apuesto, además con su altura y labios carnosos rosas lo hacían casi perfecto, aunque Haza preferiría a alguien mucho más bajo, su mirada antipática lo hacían muy irresistible, claro que para alguien que no fuera Haza lo sería, ella en cambio veía la falsa fachada que portaba. Por una vez, tan solo esa vez Haza rogó estar equivocada.

Mientras Haza se concentraba en elegir la pintura para la puerta principal, la campanilla de la tienda sonó dando el anunció de que alguien más había entrado, "Genial, más personas con las que socializar..." Al girarse para ver quién había entrado Haza se quedó petrificada, era su madre, si Evangeline llegaba a enterarse de lo su hija acababa de hacer por unos cuantos litros de pintura de seguro la colgaba viva.

— Hola Joshua — saludo Evangeline ignorando por completo la presencia de su hija —. ¿Cómo estás?

— Bien, señora...

— Por favor, llámame Evangeline, señora Fierro Morales suena horrible. Además aún no estoy tan vieja, ¿O sí? — el tono burlesco de Evangeline Le dieron ganas de vomitar a Haza.

— Okay, "Evangeline"...¿Puedo ayudarla con algo?

— Así es, venía a invitarte a los juegos sociales, ya sabes, a jugar en la iglesia, con chicos y chicas de tú edad para que te lleves bien, y puedas adaptarte...

"Para que se te salga el aire de reggaetonero que traes" pensó ella, aburrida de estar ahí como si nada.

— Lo siento, pero estoy ocupado, mis amigos y yo tenemos cosas por hacer.

— Yo te cubro, descuida — sonrió Dafne con aire despreocupado.

Joshua se mordió los labios, conteniendo las ganas de golpear a su hermana.

— Bien, quizás vaya — Joshua volteó hacia Haza, observándola con codicia, con malicia, "Ojala que te diarrea" pensó Haza enfadada por la actitud del chico, a esa clase de personas se les debía impedir reproducirse —. Sólo si Haza va.

— De acuerdo, le avisaré a mí hija que pase por tú casa a buscarte, ¿Sabes? ¿Por qué mejor no vas a nuestra casa? — Haza observó horrorizada a su madre, odiaba a las visitas, más si eran de su edad, sus padres esperarían que estuvieran juntos todo el tiempo, como dos niños pequeños jugando mientras sus padres se encargaban de turbios negocios.

— Bien, como usted diga, Evangeline.

Joshua le sonrió a la madre de Haza despidiéndose con una sonrisa correspondida por ella. Cuando Evangeline salió de la tienda Haza pudo apostar que los amigos de Joshua volvieron a respirar, de hecho ella también había estado conteniendo la respiración, Kevin se había ocultado debajo del mostrador y parecía asustado como si acabará de ver a un fantasma, Christian parecía conmocionado y Dafne...pues seguía siendo igual de risueña que siempre.

— Okay chicos, eso fue perturbador — dijo Kevin saliendo de debajo del mostrador.

— ¿Por qué? — pregunto Dafne observando impaciente a Kevin.

— Nunca he sido bueno con los adultos, menos con los padres, creó que estoy temblando — Kevin levantó sus manos mostrando que efectivamente estaba temblando.

La cortina nuevamente se abrió, Haza respiró feliz al ver por fin un rostro familiar, era Tahiel O'Riley, el sobrino de uno de los pastores más famosos de la ciudad e hijo biológico de Evangeline. Tahiel había crecido muchísimo, aunque tan solo tuviera 13 años ya parecía de 16, pero a pesar de los años Tahiel seguía conservando esa mirada inocente que tanto lo caracterizaba, misma mirada que compartía con su padre, Finley, todo lo contrario a las miradas lascivas que tanto Joshua como Genevieve portaban.

— ¡Oh! Hola Haza.

— ¡Taty Tate! ¡Hola, pequeño! — Haza lo abrazó y sintió como el apodo ya no le quedaba —, vaya, 10 años te cambian muy rápido, ¿No?

— ¿Pequeño? — Tahiel le acarició la cabeza a Haza —, si ya te superó, si yo soy pequeño ¿tú que eres? ¿Un oompa loompa?

— Ya, ya, ya, para la humillación.

— Haza — llamó Christian — ¿Éstas bien?

Haza se quedó un momento en silencio, pensando en la pregunta, pero pronto hizo la sonrisa que había pasado horas practicando frente al espejo, con la esperanza que nadie notara sus verdaderos sentimientos.

— Sí, claro que sí, ¿Por?

— ¿Por qué tú madre te ignoró por completo, Haza? — eso fue un golpe bajo, Haza se regañó mentalmente, no debía mostrar tan bien sus emociones, debía ocultarlas, nadie debía saberlo, absolutamente nadie, Haza los observó a todos. "Menos ellos" pensó para si misma.

— Es... complicado — la pelinegra notó la clara intención de Christian de seguir con la charla pero ella se adelantó —. Bien, será mejor que me vaya. ¡Hasta luego Tate!

— Adiós — se despidió Tahiel, empezando a hablar con Dafne.

Joshua salió de detrás del mostrador y se acercó a Haza.

— Te acompaño.

— No, no, no es necesario. Creó que conozco muchísimo mejor este lugar que tú.




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