La Loca Esa (novela Cristiana)

4. ¡Salta de un auto en movimiento!

"Sobre todo, ámense los unos a los otros profundamente, porque el amor cubre multitud de pecados."

1 de Pedro 4:8

— Pareces un ángel — Haza sonrió, su hermana sabía como hacerla sentir mejor

— Pareces un ángel — Haza sonrió, su hermana sabía como hacerla sentir mejor.

— Gracias, Katherina — Haza volvió la mirada al espejo y su sonrisa desapareció —. Parezco una albóndiga.

Haza de por si era alguien de estructura gruesa, no es que fuera obesa pero no era nada delgada, era una especie de punto intermedio, aunque su uniforme si la hacia ver mucho mas grande de lo que era, ese estampado de cuadros azules y negros con ese chaleco rojo no era favorecedor para nadie.

Katherina terminó de aplicarse el brillo labial en sus hermosos labios, sacudió un poco su cabeza haciendo a sus rizos marrones flotar un par de segundos en el aire, Haza no entendía porque habría pasado horas y horas arreglándose el cabello para después desordenarlo de esa manera, pero no había forma en la que Katherina se viera mal, era la hija más bella, la más inteligente, la más ingeniosa, la más dulce, la más sabía, la primogénita, simplemente era perfecta.
Katherina se inclinó, recostándose sobre Haza, colocando su cabeza en el hombro de su hermana pequeña.

— Eres la albóndiga más bonita del mundo — Haza rodó los ojos.

— ¡Se supone que debes decir que no me veo gorda! — Katherina sonrió avergonzada.

— "El que practica el engaño no morará en mi casa; El que habla mentiras no permanecerá en mi presencia. Salmos 101:7:" ¿Acaso quieres hacerme pecar, hermanita? ¡Estoy intentando de ser una buena hija de Dios! — Haza se cruzó de brazos enojada, ya sabía que era gorda, pero era ofensivo que otras personas lo dijeran. Katherina extendió sus brazos y cubrió los ojos de Haza —. Dime, ¿Qué ves? ¿Qué sientes? ¿Qué me has hecho? ¿Qué te he hecho? ¿Acaso nos estamos destruyendo? — Katherina solía hacer eso, siempre había sido alguien muy complaciente, odiaba las confrontaciones, siempre intentaba complacer a los demás, por eso preguntaba sobre todo, sobre los sentimientos y pensamientos, asegurándose de no causar ningún mal. Katherina poco a poco apartó sus manos de los ojos de Haza —. Te amo, hermanita.

— Yo también — respondió Haza.

Esa fue la última vez que Katherina la acompañó en el ritual de prepararse para la escuela. Katherina acababa de empezar la universidad, estaba en sus gloriosos veinte, todo era perfecto, todo era tan hermoso y feliz.
Uno de los mayores temores de Haza al iniciar una nueva escuela era ese, volver a recordarlo todo, que todo volviera a repetirse: las miradas tristes, el morbo en el ambiente, los murmullos, las preguntas imprudentes y cientos de cosas más;  después de todo pocos podían presumir que su hermana mayor había sido asesinada en una masacre por miembros radicales de un grupo revolucionario de intolerantes, religiosos extremistas y homicidas; pero eso no era algo que Haza quisiera presumir.

Haza recordaba muy bien su primer día de clases tras la muerte de Katherina, lo recordaba demasiado bien, tanto que a veces Haza no creía padecer amnesia disociativa, como su psicólogo tanto lo sugería. Recordaba todo, todo: desde el perfume que usaba la maestra que pidió un minuto de silencio en memoria de Katherina y las demás victimas, hasta las burlas que recibió su hermano mellizo por parte de un grupito de idiotas de la escuela, los cuales pensaban que la situación de Aidan era graciosa, que eso le había pasado por ser "poco hombre", incluso Haza recordaba las horas que pasó escondida en el baño llorando y como sus maestros se reunían alrededor de la puerta intentando hacerla salir.

Haza no quería que eso se repitiera, no podría soportarlo, sentía como empezaba a temblar.

Dios, por favor, que nada malo pase, que nada malo pase.

Suplico Haza en una leve pero reconfortante oración.

— ¿Ya estás lista, cariño? — preguntó Owen en el marco de la puerta.

Haza rectifico que todo estuviera en orden y no le faltara nada, siempre los primeros días de clases eran una tortura, más cuando se va a una nueva escuela en pleno año escolar.

— Sí... creó...¡Ah! ¡Esto es tan estresante! ¡Quiero saltar de un barranco! — Haza miró sus manos, literalmente estaba temblando.

— ¡Hazael! — gritó Evangeline desde el otro lado de la habitación — ¿Qué es esa forma de expresarse? Sólo será un cambio de escuela ¡No es el fin del mundo!

— Para mi sí, ¿A quién se le ocurre cambiar a su hija adolescente de escuela justo a mitad de año de graduarse? — Evangeline parpadeó sorprendida por la actitud de su hija y Haza se arrepintió de su comentario al instante.

— ¿Nos estás culpando?

— No...yo solo...

— Porque te recuerdo que yo no tuve nada que ver con que la estructura de tú antigua escuela colapsara. De hecho las autoridades dijeron que la culpa no la tuvo la maquinaría, sino que fue culpa de las constantes lluvias — Haza suspiró rendida, discutir con Evangeline era una guerra pérdida.

— Está bien, lo siento mamá. Adiós — Evangeline asintió avergonzada, no debía de ser tan estricta.

— Adiós — Owen tomó los hombros de Haza y beso su frente —, que nuestro Señor Jesucristo ilumine tú camino. Recuerda, somos luz en medio de la oscuridad.

Haza asintió y salió de su habitación antes de que su papá se volviera más sentimental.
Prácticamente ahora solo quedaba una escuela en esa minúscula ciudad y esa era privada, la antigua escuela pública de Haza simplemente ya no existía; al principio eran leves daños a la infraestructura luego unas grietas, finalmente colapsó por completo. Ahora la mayoría de los adolescentes que estudiaban en aquella escuela les tocaría ir hasta el otro lado de la ciudad para una preparatoria cuya estructura era completamente vieja y triste. Pero Haza no, tampoco Bri, Andrés o Cory: Andrés era el hijo del pastor, obviamente no iría a una escuela pública, lo mismo aplicaba en Brianna, por otra parte Cory era el nieto del director del instituto, luego estaba la brillante mente de Evangeline que logró convencer a varios de sus contactos en la ciudad para que le otorgarán una beca a Haza por sus notas. Ahora comenzaba una nueva vida.




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